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El paradigma de la
red
Redes, telarañas y rizomas
Sin duda alguna el paradigma de la red juega un papel
primordial en el diseño de la sociedad de la información. Todo paradigma es un ente
abstracto, ideal, y por tanto sus plasmaciones prácticas contienen siempre imperfecciones
y matices variables.
Veremos que la propia definición del paradigma tiene diversas lecturas, y que, como
acostumbra a pasar con los paradigmas, las consecuencias de estas divergencias de matiz no
se quedan en el plano teórico, sino que tienen consecuencias prácticas.
De cómo entendamos el paradigma de la red dependerá, por ejemplo, la definición de
un modelo de ostentación de poder en la red y de la participación colectiva de los
integrantes de esta red.
Definición básica de la red

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Representación de Internet en base a las
redes de cable de los ISP.
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El paradigma de la red combina una serie de
características que lo hacen incompatible con el paradigma piramidal, definidor de
múltiples estructuras feudales e industriales. La red se constituye con los siguientes
principios básicos:
- Conexión. Los nodos están enlazados entre sí de múltiples formas.
Esto lleva a la formación de estructuras multidimensionales, principio que propicia la
asociación y la solidaridad frente al individualismo y la desigualdad de oportunidades.
- Heterogeneidad. No sólo elementos diversos pueden interconectarse sin
mayor problema dentro de la red, sino que un mismo elemento puede transformarse y permutar
sin que por ello sea excluido de la red. El Paradigma de la red no contempla nada fuera de
ella, por tanto todo está dentro, pero sin pretensiones de homogeneización. Este es el
"universal sin totalidad" al que se refiere Pierre Lévy en la lectura
recomendada.
- Multiplicidad. El mismo contenido de una red puede ser interpretado de
múltiples maneras. Se pueden realizar múltiples recorridos a través de líneas y nodos,
porque no hay un único recorrido válido. A diferencia de la lógica lineal cartesiana,
la validez de un recorrido no descarta (verbo muy acertado aquí) la validez de los
demás. Este principio propicia el pluralismo, el respeto a todos los planteamientos.
- Descentralización. La red no tiene un solo centro o eje. Puede tener
diversos centros, incluso infinitos. Esto conlleva la imposibilidad de fijar una única y
sólida estructura jerárquica y conlleva también la resistencia de la estructura a
cortes y rupturas puesto que no hay puntos vitales y sí muchas conexiones alternativas.
- Crecimiento. La red nunca se considera una estructura cerrada,
finalizada. Cualquier nodo es susceptible de enlazarse a otro, cualquier nuevo nodo es
susceptible de enlazarse. No hay límites ni fronteras para la expansión de la red.
Hay otra idea subyacente en el paradigma de la red, que nadie discute a nivel
filosófico pero que recibe reservas en otras esferas más prosaicas: la idea del caos.
Por todos los elementos citados anteriormente, la red es una estructura que difícilmente
se puede regir por una sola ley. Su carácter múltiple, descentralizado, mutante y
reproductivo propicia que tenga un funcionamiento caótico. Eso sí, se trata de un caos
complejo como el que define la Teoría del Caos, donde la aleatoriedad se combina con una
cantidad inabarcable de diminutos procesos lógicos.
La interpretación de este principio teórico subyace en una de las polémicas más
vivas de Internet:
¿Se debe regular Internet? ¿Es posible regularla?
Alerta con las telarañas
Hemos adoptado muy tranquilamente la acepción de
"telaraña" a la hora de referirnos a una red como la World Wide Web y, como
apunta Maldonado en la lectura recomendada, la existencia de la telaraña comporta un
proyecto previo (el diseño teórico de la telaraña) y una tejedora, y centro, de esta
telaraña (la araña).
¿Tiene Internet una araña? ¿La araña somos todos? ¿La araña es un poder externo
más fáctico que el Gran Hermano de George Orwell?
Estas preguntas son de rigurosa actualidad, y están intrínsecamente relacionadas con
el paradigma de red que hemos de formar y consensuar.
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La referencia que proponemos no es la telaraña, sino el
rizoma. Delleuze y Guattari trabajaron bastante sobre la figura del rizoma como inspirador
de estructuras de red. Su aproximación filosófica -que no casualmente se inicia en Leibniz- nos lleva a una definición que encaja -tampoco sorprendentemente- con el modelo
actual de Internet: Las redes en la historia
Aunque en la práctica las redes siempre han formado parte
de la vida humana (en la familia, en el trabajo...), no es hasta el siglo pasado que se
formularon explícitamente como estructuras de organización.
El referente clásico era la jerarquía piramidal, consagrada en el feudalismo y los
regímenes teocráticos. La revolución francesa agitó el estatus de este paradigma con
la formulación de la democracia y la reformulación del estado, pero no creó un paradigma
alternativo.
En la segunda década del siglo XIX, Claude Henri de Saint-Simon, precursor del
socialismo, apostó por la estructura de red para "entrelazar el universo".
Saint-Simón se refería a redes de comunicación física que permitirían
"administrar" el mundo como una sola industria, en vez de la manera fragmentada
de "gobernarlo" propia de los estados nacionales.
Saint-Simon estableció la dicotomía entre administrar y gobernar y proyectaba una red
de comunicaciones mundial que conllevaría la hermandad de todas las personas. Nacía así
la primera utopía de red universal.
Un sucesor suyo, Michel Chevalier, profundizó en las consecuencias sociales de este
sistema de red, en un momento en el que aún no existían ni redes ferroviarias ni
carreteras.
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"La comunicación
reduce las distancias no sólo de un punto a otro, sino también entre las clases
sociales." |
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La iglesia saintsimoniana se disolvió, y
las formulaciones y propuestas de Chevalier fueron utilizadas por el gobierno francés
para planificar el mapa ferroviario del país, y por la burguesía de la segunda mitad del
siglo XIX para diseñar las primeras instituciones de crédito internacional.
El relevo lo cogieron los entornos progresistas e internacionalistas, que se agruparon
en la Primera Internacional. Del concepto de redes tecnológicas se pasó al concepto de
redes sociales para entrelazar el universo, pero en el ámbito humano. Bajo formulaciones
como las confederaciones sindicales o la propia estructura de la Internacional subyace la
idea de red.
Años más tarde se daría la bienvenida a una nueva red tecnológica: la red
eléctrica. Al igual que sucediera con la red ferroviaria, las infraestructuras
eléctricas despiertan entusiasmo en los sectores progresistas, que las ven como una
herramienta de armonización social. A principios de este siglo, y con la segunda
revolución industrial en marcha gracias a la electricidad, el anarquista Piotr Kropotkin
opina que ha llegado la hora de aplicar el paradigma de la red, paradigma que había sido
imposible poner en práctica con la industria pesada de la primera revolución industrial.
Kropotkin apuesta por la desconcentración de la industria, la descentralización y la
ayuda mutua y recíproca entre las personas, configurando una comunidad mundial.
Luego vendrían las guerras mundiales, y la llegada de los regímenes dictatoriales y
las democracias autoritarias en estado de excepción, fundamentadas en estructuras
verticales y piramidales, daría al traste con estas tendencias.
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Este siglo y medio de construcción del
paradigma de la red ha dejado el terreno abonado para los primeros ideólogos tanto de las
empresas transnacionales y el comercio mundial como para las organizaciones no
gubernamentales y los primeros ingenieros del ciberespacio.
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