En ciertos momentos de la historia de una tecnología suele haber distintas alternativas igualmente posibles, a consecuencia de la indisociabilidad entre las consideraciones sociales y los argumentos técnicos en la defensa de un diseño concreto. A priori es prácticamente imposible predecir cuál de ellas triunfará por encima de las otras –dado que distintos factores sociales contribuyen a seleccionar una de las alternativas por encima del resto. De la misma forma que en el campo de la pintura no se puede hablar de "la mejor forma de pintar la virgen María", tampoco, en el campo de la tecnología tiene sentido hablar de "la mejor forma de construir una dinamo". A posteriori, en cambio, la visión retrospectiva y la historia (normalmente escrita desde el punto de vista de los ganadores, es decir, de las alternativas seleccionadas) acostumbran a olvidar toda la serie de variantes que han sido abandonadas en el camino o a considerar las exitosas como "objetivamente superiores".
Debemos entender el desarrollo de una tecnología como un proceso contingente, es decir, donde las variantes no se siguen de forma necesaria, según una lógica técnica indefectible que escoge siempre las opciones "más eficaces". En los momentos en que se presentan distintas alternativas se producen controversias donde los propios criterios de eficacia son discutidos. La resolución de las controversias se consigue de forma distinta, pero, en cualquier caso, los factores decisivos tienen mucho que ver con aspectos circunstanciales e, igualmente, contingentes. Los artefactos técnicos que nos rodean podrían haber sido diseñados de otra forma.