En su estudio global del impacto social de la tecnología, Lewis Mumford, en su categorización de las tecnologías en autoritarias frente a democráticas, sostuvo que ambos tipos de tecnología han convivido desde la época neolítica: la tecnología autoritaria se centra en un sistema, es inmensamente poderosa pero inherentemente estable, mientras que la tecnología democrática se centra en el ser humano, es relativamente débil, pero muy perdurable y llena de recursos.

En el análisis de Mumford el desarrollo tecnológico posee un componente inherentemente político. Otros estudios que investigan el tema de los impactos sociales de la tecnología en términos más específicos han traducido dicha tesis a la afirmación de que los "artefactos tienen política": la tecnología no sólo tiene un impacto en la sociedad, sino que sus efectos están dirigidos estratégicamente.

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