Identificar y definir el problema de decisión
 
 

Muchas decisiones no plantean ningún problema porque la alternativa que hay que tomar es clara. Esto sucede cuando no hay dudas sobre la eficacia o la seguridad del procedimiento a aplicar, cuando se trata de una situación muy común y poco compleja, o cuando los resultados de una alternativa son claramente superiores a los del resto. En estas situaciones las decisiones se pueden tomar a partir de una pequeña reflexión lógica, sin ayudarse de la metodología que se presenta.

Cuando hay muchos factores y muchos tipos de resultados posibles que intervienen, ante una situación singular, única o poco común, cuando el reto es elevado, o se necesita formular una política sanitaria que será aplicada varias veces en el futuro y, sobre todo, cuando los resultados son inciertos, la técnica del análisis de decisiones es de gran valor y puede resultar de gran ayuda.


Lo primero que hay que hacer es definir de forma clara, precisa y exhaustiva cuál es el problema, cuál es la situación concreta, a qué grupo de pacientes nos referimos, sus características más importantes como son la edad y el género, de qué enfermedad se trata, en qué estadio, cuáles son los riesgos o efectos adversos más importantes y qué expectativas tiene el paciente, entre otros aspectos.

 
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