El valor esperado no es nada más que una mediana ponderada de utilidades o preferencias, por tanto, la opción o alternativa que tenga un valor esperado más alto será la que tendrá unos resultados en salud más deseables, mejor valorados, preferentes, y recordando los principios de racionalidad y maximización del bienestar, lógicamente, será la alternativa a escoger.
Si no se han estimado utilidades se presentan los resultados finales de cada alternativa con sus probabilidades para que los decisores hagan balance de los resultados positivos y negativos como consecuencia de cada alternativa. Si sólo se han estimado los costes, en buena lógica, debería escogerse la opción de menor coste.
