Sociología de la salud
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La sociología analiza la sociedad, al ser humano y las relaciones sociales. Es lógico que la sociología hoy en día se preocupe por temas como la salud, la enfermedad y la muerte. Se trata de asuntos que han preocupado a la humanidad y a los pensadores que la pretenden entender desde hace bastantes siglos. La enfermedad es un suceso que afecta inevitablemente a cualquier persona. Desde una perspectiva funcional, no se puede considerar que la enfermedad afecte únicamente a un individuo aislado; se trata de un proceso que afecta a la sociedad en su totalidad, que disminuye su potencial, rompe su organización y, por lo tanto, origina procesos de desintegración social. De esta manera, la sociedad ha reaccionado ante la enfermedad creando instituciones sociales para combatirla.
El antropólogo Lluís Mallart define la enfermedad como lo que permite pensar, organizar y estructurar la sociedad, y que sirve para reforzar el orden social. El sociólogo Talcott Parsons también ofrece una definición de enfermedad muy vinculada al entorno social. Según su exposición, la enfermeedad sirve para evitar responsabilidades sociales. Un ejemplo puede encontrase en el hecho de alegar dolencias como pies planos o miopía para evitar ir al servicio militar. Se puede concluir que la definición de la enfermedad es siempre relativa y depende del contexto social. | |
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No existe consenso universal sobre qué es normal y qué resulta patológico; lo patológico en una cultura, un país o un pueblo puede ser considerado normal en otro.
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En la cultura occidental, un deseo enfermizo de inmortalidad ha conducido a considerar la muerte como un fenómeno anormal, como una enfermedad. Se ha producido un proceso similar con el parto, que ha pasado de ser un fenómeno natural a ser un proceso altamente medicalizado.
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La salud también se puede definir, según Josep Bigordà, como la capacidad de ir a trabajar, o la posibilidad de gozar y divertirse. Se tiene una alta opinión de la salud precisamente porque vivimos en una sociedad en la que todavía se valora de manera positiva la posibilidad y el deseo de realizar una tarea. Es posible que, en el futuro, el objetivo fundamental sea consumir bienes, muchos de ellos referentes a ocio y cultura, no ya producir bienes que puedan ser obtenidos de forma automática. Las sociedades, que enfatizan la idea del consumo, acaban generando a personas compulsivas que beben, fuman y practican deportes o actividades que en sí mismas pueden resultar peligrosas. De la misma forma, se observa también una pulsión por consultar a médicos, consumir medicinas, realizar dietas para adelgazar y, en general, utilizar recursos de tipo sanitario. Éste, posiblemente, es uno de los problemas fundamentales para controlar el gasto en sectores de servicios sociales que tienen una demanda que los economistas consideran infinita.
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Si algo se etiqueta como enfermedad es porque existe la creencia de que puede ser curada. Si se denominan enfermedades la homosexualidad o las toxicomanías es porque se cree que con la intervención del sistema médico las personas homosexuales o las personas toxicómanas pueden ser controladas mejor y, a la larga, incluso pueden desaparecer como problema social. Estas situaciones no presentan solución médica, ya que no se trata de problemas médicos ni sanitarios, sino que son situaciones sociales que se han medicalizado para forzar la intervención de personas expertas en su control. En muchos casos no se trata de problemas estrictamente hablando. La ensayista Susan Sontag escribe sobre el hecho de que la American Psiquiatric Association, la asociación americana de psiquiatría, no “votó” que la homosexualidad no era una enfermedad hasta 1974. En la sociedad actual se produce un proceso creciente de tolerancia, de manera que algunos fenómenos que originariamente se consideraban delictivos pasan a ser etiquetados progesivamente como enfermedad y, posteriormente, a ser considerados como un estilo de vida propio que debe ser admitido por las demás personas.
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Los conceptos de salud y sanidad parecen distanciarse cada vez más. Hoy en día, se considera que la salud ya no es la mera ausencia de enfermedad, sino un concepto positivo que representa para la persona la recuperación de la autonomía propia, la responsabilidad y el control sobre su propio cuerpo. Además, se ha observado que el nivel de salud de la población depende principalmente, y cada vez más, de la propia conducta y del control del entorno social y del propio ambiente. Los sociólogos, economistas y politólogos que tratan temas sanitarios saben perfectamente que, en los países desarrollados, el sector sanitario prácticamente no influencia las tasas de mortalidad y morbilidad. En los países desarrollados, los factores principales que determinan la salud de las personas son su propia conducta, las condiciones de vida y el medio ambiente físico que las rodea. Cada vez más, las personas son más críticas con el sistema sanitario; lo responsabilizan de medicalizar y de crear juicios morales en torno a la población y, sobre todo, se lo acusa de ser un mecanismo de control social.
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Este hecho se refleja en que el sector sanitario se puede considerar la primera industria del país, ya que reúne los niveles más altos de recursos y el capital humano más tecnificado. A pesar de esto, el análisis sociológico de la salud es una especialidad muy reciente, con menos de cincuenta años de existencia. La falta de unión entre dos disciplinas como la medicina y la sociología, que se encuentran fuertemente arraigadas en la red social, es fruto de los procesos de evolución y consolidación de ambas como disciplinas científicas.
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La medicina y las ciencias sociales convergen en el momento en que estas últimas ya han desarrollado unas herramientas metodológicas que permiten obtener una información del entorno social muy útil para la ciencia médica. No sólo permiten extrapolar las opiniones que tiene la sociedad de la organización médica, sino que permiten determinar enfermedades. Desde el punto de vista de la sociología, la organización médica es una forma privilegiada de aproximarse a la realidad social. Se trata de un pequeño microcosmos donde se pueden analizar relaciones de poder interpersonales, así como el funcionamiento de las organizaciones a partir del estudio del papel del médico y el enfermo y de la organización asistencial. Según el sociólogo Josep A. Rodríguez, los campos de trabajo principales de la sociología de la salud son los siguientes: Epidemiología social
Estudia la incidencia, prevalencia y pautas de la enfermedad, morbilidad y muerte de la población. La epidemiología social se interesa en determinar las razones que provocan que una enfermedad se extienda de una manera determinada en la población, y en descubrir los factores sociales que pueden ser sus causas. Un ejemplo típico de epidemiología social es la relación de factores sociales como el estilo de vida o las condiciones de trabajo con la distribución del cáncer y las enfermedades del corazón.
Se trata de los estudios relacionados con la forma como perciben la salud las poblaciones que presentan una herencia sociocultural diferente, especialmente la manera como la cultura afecta a actitudes, creencias y comportamientos con respecto a fenómenos de salud, enfermedad y muerte.
Esta clase de estudios examina las interacciones sociales entre el personal sanitario y los pacientes. Parece que estas relaciones empiezan a cambiar y que el paciente es cada vez menos dependiente. Este cambio de una relación tradicionalmente de poder a una más igualitaria se puede explicar por el desarrollo del movimiento de los derechos del consumidor y por el desarrollo de un sentido más igualitario en las relaciones sociales, que, en parte, está provocado por una cultura superior de la población, ya que presenta cada vez un nivel de estudios más elevado.
En esta área de estudio, el tema central es la organización y el funcionamiento del hospital como pieza fundamental de la estructura sanitaria. Los temas más comunes son la estructura burocrática del hospital, las relaciones intraprofesionales, la autoridad y el poder y las relaciones del hospital en la comunidad donde se ubica.
Los estudios en esta área se centran en averiguar cómo las diferencias en la organización sanitaria y en la estructura de la asistencia médica derivan en el uso de esta asistencia. Son ejemplos de ello los análisis de satisfacción del paciente y la posible infrautilización de diferentes servicios sanitarios.
Se analiza quién utiliza los servicios sanitarios y quién no lo hace. También se analiza cómo, cuándo, dónde y por qué se utilizan. La mayoría de estos estudios destacan dos tipos de características profesionales como factores causantes del uso del servicio. En primer lugar, se tienen en cuenta variables de tipo sociodemográfico como edad, sexo, grupo étnico, estado civil, ocupación, ingresos y educación. En segundo lugar, se encuentran variables de tipo sociopsicológico como actitudes, creencias de todo tipo o postura personal ante la medicina científica.
Se analiza la manera en que los médicos son formados como tales, cómo son socializados en este papel de médico, cómo eligen su especialidad y cuál es la visión de su profesión.
Este tipo de estudios proviene del interés que los sociológos muestran por el estudio de las ocupaciones y profesiones. En primer lugar, se estudia la profesión médica como tal, cómo se desarrolla, cómo crece, y, sobre todo, se estudia su autonomía, que es la característica que la convierte, desde un punto de vista sociológico, en un ejemplo típico de profesión completa. Los sociólogos otorgan mucha importancia a la independencia, autonomía y dominio del sistema sanitario que muestra la profesión médica. También se estudian otras profesiones sanitarias, como es el caso de la enfermería, así como la relación de estos profesionales con otros profesionales del entorno de la salud como farmacéuticos, asistentes sociales, economistas o los mismos sociólogos. También se analizan las relaciones entre los grupos profesionales que interaccionan en el entorno de la salud.
Estos estudios entienden la enfermedad como una forma de comportamiento desviado. El tema central de estos trabajos es explicar cómo estos comportamientos desviados son definidos en términos médicos y, por lo tanto, se convierten “en problemas médicos”. Son ejemplos de ello las enfermedades mentales, el alcoholismo y la homosexualidad. La mayor preocupación de estos estudios es que, mediante la medicalización de la sociedad, el control de las actividades desviadas y la misma definición de qué es desviado y qué no lo es pasen a manos de los médicos.
Se analiza la forma en que los factores sociales, organizativos y estructurales producen estrés en la vida diaria, cuál es la relación entre este estrés y las enfermedades, y la manera como los individuos se enfrentan a él y a los problemas de salud derivados.
Los trabajos en esta área han representado el reconocimiento científico de que los factores sociales afectan al desarrollo diagnóstico, tratamiento y duración de la enfermedad mental en la comunidad. Estos estudios demuestran que la distribución de las enfermedades mentales se correlaciona con factores sociales, especialmente en el caso de la clase social.
La mayoría de estos estudios ofrecen alternativas para reestructurar el sistema sanitario, hacerlo más igualitario y solucionar su supuesta crisis. Existen tres tipos de posiciones generales: a) las que plantean que el sistema sanitario se puede mejorar mediante reformas sanitarias, es decir, retocando la estructura asistencial; b) las que plantean que una estructura sanitaria más humana e igualitaria no es posible en el marco de la sociedad capitalista actual, de manera que no sólo se debería renovar el sistema sanitario, sino todo el sistema social; c) finalmente, las que plantean que las nociones de salud y enfermedad se han malinterpretado. Defienden la potenciación de las curas propias, asumiendo responsabilidades individuales más elevadas en la cura de la propia salud, y la desmitificación y reduccción de la asistencia médica a los casos estrictamente necesarios. |
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