Web e hipertexto, ¿qué aportan?

La World Wide Web (WWW) se concibió como un sistema hipermedia distribuido y no centralizado al cual puede accederse gracias a Internet y que permite navegar de forma totalmente aleatoria a través de cantidades enormes de documentación. Esta herramienta fue el resultado de varios experimentos que se llevaron a cabo en el año 1989 en el Centre de Recherche Nucléaire (CERN), en Ginebra, con el fin de probar tecnologías innovadoras en red para conectarse a Internet. Se basa en un protocolo de comunicaciones denominado TCP/IP, que hace que los servidores web interpreten la información independientemente de la plataforma en la que operen. Nació de la mano de Tim Berners-Lee, que propuso un sistema hipertexto basado en una versión suya anterior, denominada Enquire, que evolucionó hasta estructurar el primer programa para un servidor y cliente: la WWW.

Bibliografía sugerida

El objeto de estas investigaciones era, básicamente, integrar información accesible por medio de una única red de ordenadores, pero mediante sistemas diferentes. El sistema fue accesible en 1990 y tuvo vigencia hasta 1993, año en el que la International Standars Organization (ISO) estableció como nuevo estándar para el marcado y la distribución de documentos en web el HTML (Hypertext Markup Language).

De hecho, la WWW es un sistema que coincide con el modelo de hipertexto, ya que se organiza según una estructura cliente/servidor, en la cual el servidor gestiona sus documentos almacenados y el cliente se encarga de solicitar alguno de estos documentos al servidor. Entonces el servidor busca en sus contenidos y proporciona al cliente la información mediante el establecimiento de un código estándar. Este código se basa, por una parte, en el protocolo HTTP (Hypertext Transfer Protocol), que es lo que entienden los servidores y los clientes para traspasarse información relativa a la documentación solicitada o recibida, y, por otro, en el lenguaje HTML, que se encarga básicamente de describir los documentos. Estos documentos generalmente son hipermedia, ya que incluyen no sólo texto, sino otros elementos multimediales.

Así, la WWW tiene sus raíces en cuatro elementos fundamentales, que son, por una parte, el protocolo de comunicación que hemos denominado HTTP, el lenguaje de marcado de los documentos hipertexto (HTML), un sistema para designar objetos en Internet de manera única, que es el URL (Uniform Resource Locator), y el conjunto de aplicaciones que hacen efectivas todas estas implementaciones, que son los clientes y los servidores (los verdaderos canales que interactúan con el usuario para ofrecerle la información que pide).

El principal problema que presenta esta solución tan sencilla es la falta de estructura, propia de los contenidos tan heterogéneos de la información distribuida: su creación, sus destinatarios, sus usos, su recuperabilidad y su navegabilidad son problemas propios de un sistema tan abierto como la web.

Dentro del entorno de Internet, una sede web comporta el tratamiento de hipertexto. Nos encontramos con un hiperdocumento que contiene una enorme cantidad de nodos, enlaces y anclajes, elementos básicos del hipertexto. Los nodos son las páginas web que configuran este gran hiperdocumento, los enlaces son las conexiones lógicas entre todos estos documentos y el total de la sede web, y los anclajes hacen referencia a los puntos físicos de conexión o salida/entrada entre los diferentes nodos. Por otra parte, los navegadores clientes se ocupan de la gestión de estos grandes hiperdocumentos; es decir, se encargan básicamente de interactuar con los diferentes nodos, enlaces y anclajes de las distintas sedes web.

Los nodos están formados por códigos ASCII de acuerdo con unas etiquetas estandarizadas por el lenguaje HTML que tienen una doble función: por una parte, gestionan la conexión telemática en Internet y, por otra, permiten la consulta y la navegación por su contenido. Estos documentos que contienen vínculos generados por un autor (que es el único autorizado a hacer cambios efectivos en su forma) pueden ser referenciados por cualquier otro autor sin que se sepa. Todo esto crea una gran red intercomunicativa regida por una estructura asimétrica, lo cual proporciona este alud informativo tan caótico, pero al mismo tiempo tan rico.

El problema que plantea el hipertexto en la web es, obviamente, el riesgo de dispersión y de pérdida, a pesar de las herramientas de que disponen los clientes para la navegación. Los diferentes saltos, incluso aleatorios, que pueden determinarse en este entorno hacen patente la falta de una estructuración más clara que ayude a encontrar la información deseada de la manera más fácil posible. A pesar de que existen herramientas de búsqueda potentes y de que se han creado estructuras más o menos claras, el potencial del hipertexto exige otros medios que quizá aún no conocemos para proporcionar un poco de orden en lo que, a priori, parece una estructura tan libre como caótica. Está claro que las ventajas de un medio como éste no pueden verse afectadas por un interés de estructuración. El orden tendrá que encontrarse por vías orientadas a la navegación, metáforas u otras, pero no por un replanteamiento de los sistemas hipertexto como base.

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