La implantación de la gestión de procesos se ha mostrado como uno de los mecanismos de organización más efectivos para todos los tipos de organizaciones.

Un proceso se puede definir como un conjunto de actividades interrelacionadas entre sí, que a partir de una o varias entradas de materiales o información dan lugar a una o varias salidas de materiales o información con valor añadido.

Hay que destacar que la mayor parte de las actividades de una organización se desarrollan con implicación de varios departamentos o funciones, a modo de procesos horizontales. Sucede también que la estructura tradicional de carácter funcional y vertical concede escasa atención a las interfaces funcionales y, por tanto, no se centra en la mejora de los procesos, sino en la optimización de los recursos funcionales.

La gestión de procesos consiste en dotar a la organización de una estructura matricial donde, además de la organización funcional de carácter vertical, exista una organización de carácter horizontal que siga los procesos interfuncionales y con una clara visión de orientación al cliente final.

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