En negociación, los puntos focales son polos de atracción, principalmente en las situaciones indeterminadas, que proporcionan una regla de distribución para dirimir un conflicto o un reparto.
Nos referimos a focos de atracción que la mayoría de las personas tienden a considerar tácitamente como referencias no necesitadas de justificación, del tipo de los números redondos o los resultados derivados de fórmulas aritméticas simples y "justas" como división por igual, partir la diferencia, atribución proporcional u otras soluciones similares basadas en patrones de justicia aparente o en ordenaciones preexistentes (el orden alfabético es una de los que tiene más éxito), en accidentes del terreno (ríos, cadenas montañosas, fronteras naturales), en paralelos o meridianos, en el status quo ante, en lo que diga un tercero, en un precedente, etc. En los ejercicios de tácita coordinación y de tácita negociación del capítulo Conflicto y cooperación se mostraba cómo, en ausencia de comunicación, los jugadores son capaces de concertar su comportamiento acudiendo a unas claves coordinativas suministradas por la propia situación. Schelling observa que esas claves no desaparecen por el simple hecho de que la comunicación se restablezca. El orden alfabético sigue siendo el más obvio, en ausencia de cualquier otro criterio plausible de ordenación, y la división por mitad seguirá pareciendo la más justa y simétrica si no hay alguna buena razón que justifique un reparto desigual. Es cierto que la posibilidad de comunicación entre los jugadores reduce la necesidad de subordinar toda la estrategia coordinativa a la remisión a tales claves. Pero en la medida en que subsistan situaciones indeterminadas (lo que negocialmente suele suceder en algún sector de la zona de posible acuerdo comprendida entre los respectivos valores de reserva) será necesario encontrar un punto revestido de suficiente autojustificación y cualitativamente diferenciado de cualquier otra alternativa posible como para atraer la convergencia de expectativas de los negociadores y fijar el acuerdo final. En ese sentido los puntos focales son útiles para resolver las situaciones indeterminadas con menos coste transaccional que otras opciones.
En el mismo sentido, los puntos focales son útiles para poder ceder en nuestra posición sin que eso sea interpretado por la parte adversa como el indicio del inminente derrumbamiento generalizado de nuestra resistencia. Para distinguir el cambio de posición de la rendición incondicional es necesario poder limitar visiblemente la retirada. Para ello nos valemos de un accidente obvio del terreno (un río, un bosque, una fórmula matemática simple, el criterio de un tercero, un precedente) hasta el cual retrocedemos pero en el cual reconocidamente nos atrincheramos de forma definitiva. Ahora bien, los puntos focales son también susceptibles de utilización estratégica porque pueden haber sido previstos desde el principio por quien -como en el modelo de regateo del mercado oriental- ha hecho una primera oferta exorbitante y espera que las contraofertas lleguen al nivel adecuado para invocar el principio "justo" de partir la diferencia ("ni tú ni yo") y conseguir el acuerdo en un punto -beneficioso para él y ruinoso para nosotros- precalculado desde un principio. De igual forma, los negociadores -como saben los juristas expertos en justificación o los padres con hijos adolescentes- pueden utilizar las apelaciones a la justicia y a la razón a su conveniencia estratégica.
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La organización del escenario de la negociación de manera que resulte inevitablemente visible un punto focal oportunista, la configuración del problema de tal forma que el resultado "obvio" o "natural" ya venga predeterminado por los precedentes, o por las analogías, o por las reglas de aplicación más generalmente aceptadas, son habilidades negociales doblemente temibles: por su eficacia y porque se despliegan antes de que empiece formalmente la negociación y, por tanto, cuando la otra parte llega para sentarse ingenuamente a la mesa su suerte ya está echada. La defensa ante la utilización estratégica de los puntos focales, en términos generales, es sustancialmente la misma propuesta más arriba para hacer frente a los engaños y a los anclajes. Quizá podremos hallar una vía de defensa más específica si reconocemos que la invocación del punto focal es en realidad una propuesta sobre el procedimiento negociador: consiste en preconizar la aplicación al caso de un principio o criterio determinado, que se sobreentiende pertinente. Por consiguiente podemos discutir la legitimidad y pertinencia del procedimiento y del principio. ¿Por qué hemos de tratar este caso como otro caso anterior cuando éste tiene características propias que hay que tomar en cuenta? ¿Por qué hemos de considerar justo el partir la diferencia sin examinar cómo se ha originado esta diferencia ni cuál es la base sustantiva de cada una de las propuestas diferentes? ¿Por qué hemos de dar por supuesto que un paralelo es el criterio más neutral para repartir un territorio? Trasladar la negociación al análisis de la legitimidad del punto focal invocado como principio puede contribuir a desactivarlo cuando haya sido introducido por motivos oportunistas. Para retomar la iniciativa, el razonamiento debería ser completado proponiendo otros principios o criterios que se puedan presentar y defender como más adecuadamente adaptados al caso que se discute. De este modo, cuando el punto focal se defienda con su gran argumento: si aquí no, ¿dónde?, podremos responder: pues allí. |
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