Una vez una empresa ha clasificado sus iniciativas según estas cuatro categorías, deberá asignarles prioridades en función de sus objetivos.
- Si la prioridad consiste en hacer crecer el mercado o en aumentar los ingresos, la empresa deberá centrarse en iniciativas de experimentación racional o estrategias radicales.
- Si la prioridad está en la racionalización de actividades y reducción de costes, deberá centrarse en innovación básica y excelencia en operaciones.
Las empresas que logran una ventaja competitiva sostenible suelen invertir en la zona superior de la matriz, en iniciativas tipo excelencia en operaciones o estrategias de ruptura.
Las actividades no son estáticas, se mueven de una categoría a otra: lo que ahora es muy innovador, al cabo de cierto tiempo, constituye una práctica habitual y, por tanto, migra hacia categorías menos innovadoras.
La matriz de valor puede ser una herramienta de análisis competitivo muy útil, identificando dónde recaen las iniciativas de la empresa y las de la competencia, pudiendo, de este modo, determinar dónde existen diferencias y áreas de peligro.