Arquitecturas cerradas

Hacia los años cuarenta del siglo xx, en los inicios de la informática, cuando un ordenador ocupaba toda una habitación llena de válvulas de vacío y relés, y necesitaba un ejército de ingenieros especializados para funcionar, la idea de construir una red de ordenadores era impensable.

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En la década de los sesenta, la llegada de los circuitos integrados, el abaratamiento del coste de adquisición y de mantenimiento y la facilidad de operación hicieron que se empezaran a utilizar los primeros ordenadores multiusuario. Con este hecho apareció el primer embrión de red informática: un sistema central con varios terminales conectados.

En esa década se generalizó el uso de sistemas informáticos en instituciones bancarias, militares, de investigación y académicas. Empresas como IBM (International Business Machines) o DEC (Digital Equipment Corporation) adquirieron su cuota de mercado y la cubrieron de manera integral: pantallas, teclados, software, hardware, conectores, etc. tenían que ser de la misma marca.


IBM y DEC también llevaban a cabo la interconexión de los sistemas de las diferentes sedes, y así implementaron las primeras redes de computadores con un uso no experimental.

El SNA (System Network Architecture) de IBM y el DNA (DEC Network Architecture) de DEC definían todos los aspectos necesarios en una conexión de ordenadores: formato de los conectores, formato del cable, alcance máximo, tensiones, frecuencias de trabajo, estructuración de los bits transmitidos, temporalizaciones, especificación de procedimientos de transmisión, etc.

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Obviamente, todos los equipos de estas dos empresas seguían los modelos que la empresa había marcado. Son lo que se denominan arquitecturas cerradas.

Aunque las arquitecturas cerradas, desde el punto de vista de la gestión empresarial, son la panacea, su valoración cambia si se hace desde otros puntos de vista:

  • El coste. Ciertos tipos de componentes o servicios tenían precios excesivos a causa de la exclusividad de la distribución.
  • La interoperabilidad. Cada cliente podía vincularse a un solo proveedor de sistemas; pero ¿qué pasaba cuando quería conectarse a alguna otra empresa que utilizaba sistemas de la competencia? ¿Y si la competencia elaboraba un producto interesante y más barato que la suministradora habitual, pero era incompatible? La elección de una arquitectura u otra era una decisión "para toda la vida".

Estos dos factores hicieron que aparecieran terceras empresas que se ganaban la vida construyendo equipos compatibles con los de las grandes y llevando a cabo sistemas de interconexión: pasarelas entre ordenadores de diferentes compañías, convertidores de formato de ficheros de bases de datos diferentes, etc. No era la solución ideal, pero hasta que no se pusiera de acuerdo todo el mundo en utilizar una sola arquitectura, las pasarelas de interconexión serían el mal menor.

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