El coordinador no debe ser una persona que posea todo el conocimiento
sobre un tema, pues desanimaría al resto de participantes. El
perfil más adecuado pueden ser una persona de la organización
que se encuentre a la mitad de su carrera profesional, a la que le guste
comunicarse con los expertos de cada tema, poner en contacto a las personas
y que posea cierta modestia.
El coordinador también tiene una importante labor a la hora
de procurar una estructura al conocimiento que se va generando. Deberá
categorizarlo y organizarlo de forma que la organización pueda
incluirlo dentro de su base de conocimiento. Incluso debe plantearse
cuál es el conocimiento común del que los miembros de
la organización deben disponer.
La comunidad también tiene que decidir cómo se llevarán
a cabo los encuentros de la comunidad. Pueden ser reuniones informales,
videoconferencias, o la comunidad puede disponer de un espacio web,
por ejemplo.
Por último, es importante tener en cuenta que las comunidades
de conocimiento pasan por diferentes etapas. En la fase inicial se produce
un primer momento de euforia, al reconocer un tema que vincula a todos
los miembros, seguido de un periodo de reflexión, en el que la
gente se da cuenta de que establecer relaciones lleva su tiempo y en
el que los miembros se preguntan por el valor real de dicha comunidad.
En estos momentos, la labor del coordinador es crucial.