El formador on-line
El rol del formador on-line
Desde la visión del formador como transmisor de conocimientos hasta el formador entendido como facilitador del aprendizaje, existen múltiples maneras de concebir este papel. Las características de los estudiantes, los recursos que tienen a su alcance, los objetivos de aprendizaje propuestos, etc. justifican que en ocasiones sea más adecuado un rol de formador u otro.
Salvando estas diferencias y sin renunciar a una actitud abierta con respecto a la infinidad de peculiaridades de cada proceso de aprendizaje, en este curso apuntaremos hacia una visión del formador como facilitador del aprendizaje.

Entendemos que el estudiante on-line debe ser activo y protagonista de su proceso de aprendizaje. Aun así, el papel del formador será clave para garantizar el aprendizaje.
El rol del formador se centrará en:
- Ayudar al estudiante a identificar sus necesidades de aprendizaje.
- Motivarlo para mantener y reforzar la constancia y el esfuerzo que el aprendizaje requiera.
- Ofrecerle una guía y orientación con respecto al proceso que hay que seguir.
- Reconocer el grado de consecución de los objetivos de aprendizaje y proponer las medidas necesarias para su mejora.
- Resolver dudas y orientar el estudio.
- Valorar los aprendizajes conseguidos al final del proceso.
Funciones del formador virtual
El formador es la persona que actúa como referente y guía del estudiante, que le estimula y le evalúa durante el proceso de aprendizaje, con lo que garantiza una formación personalizada. Según el tipo de acción formativa y dinámica establecida, puede darse el caso de que haya un único formador para toda la acción formativa o uno distinto para cada parte de la misma.
Es muy importante que el formador conozca y sepa aplicar la metodología propia de la formación no presencial. El rol que el formador tiene en la no presencialidad es diferente: el centro de la formación es el estudiante, y el formador, junto con otros elementos, facilita este aprendizaje.

El formador no sólo debe conocer la materia sobre la que se realiza la formación, sino que también es necesario que sea consciente de las peculiaridades propias de la formación no presencial.
Un elemento clave para el éxito del proceso formativo será que el estudiante comprenda perfectamente qué le puede proporcionar el formador y vea satisfechas sus expectativas de comunicación con el mismo.
Aunque los módulos didácticos sean claros y todos los estudiantes tengan los mismos, cada persona es diferente y de unas mismas fuentes pueden surgir dudas muy diferentes. Por este motivo, es necesaria la figura del formador, bien preparado temáticamente y dispuesto a utilizar las estrategias didácticas más adecuadas para poder facilitar el progreso cualitativo y cuantitativo de estudiantes muy diferentes.
Los ámbitos básicos de actuación que caracterizan la actividad de consultoría son:
Tareas de orientación, motivación y seguimiento
Tomar iniciativas de comunicación con las personas asignadas que favorezcan un primer contacto y, periódicamente, la continuidad de una relación personalizada.
Hacer un seguimiento global del grado de progreso en el estudio de la acción formativa de la que sea formador, valorando los éxitos y las dificultades que haya encontrado el estudiante.
Mantener, cuando se considere oportuno, contactos con otros formadores y/o responsables de estudios o cursos para saber el grado de progreso y/o dificultad de las personas asignadas e intercambiar sugerencias y recomendaciones.
Tareas de resolución de dudas
Atender consultas relativas al estudio de la temática de la acción formativa en todos sus aspectos: dudas sobre contenidos o procedimientos, decisiones sobre la evaluación, solicitudes de ampliación de información o de recursos complementarios, etc.
Atender consultas sobre incidentes en el estudio o seguimiento de la acción formativa.
Atender consultas generales o administrativas en relación con la acción formativa e indicar las mejores fuentes o personas a las que se podría consultar en cada caso de que la complejidad del tema sobrepasara los conocimientos del formador.
Tareas de evaluación
Enviar propuestas periódicas de preguntas para resolver problemas que haya que solucionar, corregir respuestas y devolver resultados.
Realizar una propuesta de evaluación de los aprendizajes adquiridos al finalizar la acción formativa.
Enviar al responsable de la acción formativa información sobre el grado de progreso demostrado por cada estudiante.
La formación implica, entre otras cosas, planificar y preparar las sesiones, determinar qué recursos y estrategias será necesario utilizar para conseguir los objetivos, preparar las actividades con que trabajarán los alumnos, trazar una buena temporalización y seguirla, y averiguar cuáles son los conocimientos previos del estudiante. Si en la formación presencial todos estos aspectos son indicadores de calidad, en el caso de la formación virtual son condiciones necesarias para que los estudiantes puedan seguir una acción formativa.
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El formador virtual no puede dejar al azar ni a la inspiración diaria ningún detalle del proceso de enseñanza-aprendizaje.
El rol del formador virtual consiste fundamentalmente en facilitar el aprendizaje a un grupo de estudiantes que seguirán una acción formativa desde un entorno virtual.
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