Cualquier proceso de aprendizaje exige esfuerzo y, cuando el estudiante combina este esfuerzo con otras obligaciones, resulta fácil abandonar a medida que avanza el curso o que se complica el panorama personal. En estos momentos, resulta básica la figura del tutor para ayudar al estudiante en la reflexión y organización con respecto a cómo atender al curso, combinarlo con sus responsabilidades personales y no abandonar su propósito inicial. Si los motivos que le incitan al abandono son propios del curso o del servicio que ofrece la institución, el tutor deberá ejercer de mediador y contribuir a la evaluación y mejora de los mismos.

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