Propiedad intelectual, nuevas tecnologías y edición – La digitalización y sus consecuencias
 
 

Todos tenemos en mente las copias manuscritas de los primeros escribanos, difíciles y lentas de realizar. Con la invención de la imprenta, la mecanización del proceso de producción de copias mejoró y se aceleró extraordinariamente.

En cuanto a la impresión en papel se refiere, en las últimas décadas se han desarrollado una serie de técnicas basadas principalmente en el uso de películas e impresoras fotosensibles que han ido mejorando la velocidad y la calidad del producto final, el libro impreso. Actualmente, el desarrollo de la impresión digital ha permitido incluso la personalización de las ediciones y una mayor flexibilidad en tiradas cortas.

 Infinitas copias idénticas con igual calidad


La digitalización es una forma relativamente novedosa de almacenar y tratar un contenido. Uno de los aspectos más importantes de la digitalización de las obras es la posibilidad de hacer copias idénticas de un original, de manera infinita y sin merma de la calidad.

La facilidad de producción de estas copias viene asimismo reforzada por la cantidad de aparatos que la posibilitan. El coste de estas herramientas ha devenido accesible a un gran número de consumidores; la consecuencia inmediata es que sea casi imposible controlar el número de copias realizadas de una misma obra. Es el caso de la venta ilegal de música en la calle –los llamados top manta–, que puede extenderse a las copias de películas en DVD y a los famosos reproductores de música MP3, entre otros ejemplos.

Otra opción muy interesante que ofrece el tratamiento digital de una obra es la posibilidad de realizar multitud de copias exactas del contenido original. En algunos casos, incluso se puede mejorar la obra original; pensemos, por ejemplo, en reproducciones de fotografías cuyo original esté deteriorado y cuya copia digital permitirá una discreta restauración de las partes dañadas.

 Interactividad

Un contenido en un soporte digital permite, además, su interacción –de formas muy diversas– con otros contenidos incorporados en el mismo soporte digital. Un ejemplo de ello es la enciclopedia multimedia: en ella podemos relacionar fotografías con textos, gráficos animados acompañados de una explicación pregrabada, etc. Las posibilidades son más amplias que las de los soportes tradicionales.

 Cadenas de licencias y relaciones contractuales

Si bien es cierto que esta capacidad de reproducción posibilita una mayor difusión de las obras y, por ende, de la cultura, no es menos cierto que –como hemos visto– estas reproducciones –siempre y en todo caso– deberán estar sometidas a las cadenas de licencias que desde el autor o titular original se hayan generado, como se ha venido haciendo hasta ahora con los soportes tradicionales. El derecho de reproducción es un derecho exclusivo del autor, por lo que el número y formato de las copias vendrá determinado por lo establecido en las diferentes licencias concedidas. En caso contrario se incurre en una infracción contra los derechos de autor de los titulares de esas obras.

Por último, debemos mencionar la necesidad de revisar las relaciones contractuales formalizadas (contratos ya existentes) y, en los casos en que corresponda, obtener los derechos necesarios para la explotación de las obras en estos nuevos soportes y modalidades de explotación no comprendidas en los contratos de edición y/o de cesión de derechos antiguos. Otra de las consecuencias de la digitalización, especialmente en el caso de Internet, es la concurrencia del derecho de comunicación pública, el cual deberá ser objeto de negociación en los nuevos contratos.

 
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