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Gaudí | El modernismo |
En el periodo entre las dos grandes exposiciones de Barcelona -la Exposición Universal de 1888 y la Exposición Internacional de 1929- , se produce en Cataluña una corriente artística que se manifiesta en todas las artes, pero cuya expresión más completa se encuentra en la arquitectura.
El hecho de que el movimiento supiera traducir los ideales y las inquietudes vigentes en la época en una sociedad catalana en plena efervescencia de desarrollo industrial, lo hizo extraordinariamente popular. La obra modernista catalana iba más allá, en todo caso, del puro decorativismo presente en los movimientos artísticos contemporáneos en Francia, Bélgica, Alemania e Inglaterra.
Ante estos movimientos paralelos, el modernismo presenta una personalidad propia y una gama muy rica.
El modernismo nace imbuido en un movimiento de recuperación de la lengua y la cultura propias, que se inicia en el campo literario (el Renacimiento catalán) y continúa, entre otros, en el campo del arte.
La mezcla de racionalismo constructivo y de lirismo plástico que impregna toda la producción modernista es una característica muy arraigada en las corrientes de pensamiento de aquella Barcelona en la que, gracias a una actividad económica y productiva vibrante, surge una clase burguesa acomodada, ávida de hacer evidente su pujanza. El modernismo asocia con inteligencia las innovaciones técnicas más denodadas con unas propuestas de ornamentación que pertenecen al mismo tiempo al simbolismo y al Arte Nouveau. La perfección abstracta de la tradición académica, que sólo se preocupaba por los aspectos formales y de orden, cede el paso a una sorprendente utilización de las cualidades táctiles de la materia y de las posibilidades formales de las estructuras, derivadas del conocimiento de su comportamiento.
La arquitectura
La arquitectura modernista sintetiza la paradoja misma del periodo: la evolución tecnológica combinada con un refinamiento cada vez mayor de los métodos artesanales en uso. Así, los elementos propios del modernismo, las soluciones constructivas y estructurales innovadoras y los ornamentos, de una riqueza desbordante en la mayor parte de los casos, son elaborados por grandes artesanos de diferentes oficios (escultura, trabajo del hierro, vitrales y cerámica, entre otros).
El modernismo,
que desde Barcelona se fue extendiendo por toda Cataluña, presenta
tres personalidades destacadas: los arquitectos Puig Cadafalch, Gaudí
y Domènech Montaner. Una retahíla de arquitectos muy interesantes
(entre los cuales encontramos a Josep Maria Pujol, Enric Sagnier, Francesc
Berenguer, Rafael Masó, Joan Rubió, etc.) también participaron en este movimiento.
Barcelona se convierte en el centro de la arquitectura modernista, desde donde se extendió por la Cataluña litoral y prelitoral.
Además de grandes edificios religiosos y civiles de carácter institucional o cultural, también es importante el conjunto de bloques de pisos o casas unifamiliares, tiendas, monumentos y pequeñas farolas urbanas que pertenecen al modernismo.