Ejemplo de explicación de un mismo hecho desde ambas teorías Los cerdos prohibidos: una explicación evolucionista y otra funcionalista de un tabú alimentario A continuación, exponemos un ejemplo de dos formas de explicar una pauta cultural bastante conocida y de explicaciones muy controvertidas: la prohibición de comer cerdo en el Antiguo Testamento. ¿Cómo explicamos la variabilidad cultural y las similitudes que encontramos entre culturas muy diferentes? "Para explicar las sorprendentes diferencias entre las culturas de los kwaikiutl, los dobuanos y los zuñi, Benedic recurrió a un mito que atribuyó a los indios digger. El mito decía: «Dios otorgó a cada pueblo una taza de arcilla, y de esta taza bebieron su vida [...] todos hundían las tazas en el agua, pero cada taza era diferente». Desde entonces esto ha significado que sólo Dios sabe por qué los kwakiutl queman sus casas, por qué los hindúes se abstienen de comer carne de vaca, o los judíos y musulmanes aborrecen la carne de cerdo, o por qué algunas gentes creen en mesías mientras otros en brujas. Para explicar pautas culturales diferentes tenemos que empezar suponiendo que la vida humana no es simplemente azarosa o caprichosa. Con los años he descubierto que los estilos de vida que otros consideraban como totalmente inescrutables tenían en realidad causas definidas y fácilmente inteligibles." (M. Harris, 1981, pág. 11). ¿Por qué existen sociedades que se deleitan con la carne de cerdo y otras que la aborrecen? ¿Por qué el Dios de la Biblia impone esta prohibición? ¿A qué responde esta medida? No hay ningún motivo esencial en el cerdo como animal de costumbres "sucias", ni ninguna razón ni médica ni higiénica sostenible, puesto que otras carnes también poseen parásitos y pueden pasárselos al hombre si no están suficientemente cocinadas. ¿Debemos invocar a una razón sobrenatural o existe una razón práctica? "Si invocamos pautas puramente estéticas de "limpieza", debemos tener presente la formidable incoherencia que supone la clasificación bíblica de langostas y saltamontes como animales «puros». El argumento de que los insectos son estéticamente más saludables que los cerdos no hará progresar la causa de los fieles" (Harris, 1978, pág. 39). M. Harris explica la prohibición en la Biblia de comer carne de cerdo a partir de una razón práctica e inteligible, de adaptación al entorno: "Creo que la Biblia y el Corán condenaron al cerdo porque la cría de cerdos constituía una amenaza a la integridad de los ecosistemas naturales y culturales del Oriente Medio [...] Como en el caso de la prohibición hindú de la carne de vaca, en condiciones preindustriales, todo animal que se cría principalmente por su carne es un artículo de lujo. Esta generalización vale también para los pastores preindustriales, que rara vez explotan sus rebaños para obtener principalmente carne." (Harris, 1981, págs. 42-45). M. Harris explica una prohibición alimentaria a partir de una razón ecológica que parece muy plausible. Lo que sorprende de este autor y que quizá explicita la posición evolucionista ante lo estructural-funcionalista, es que relaciona un rasgo religioso con el conjunto de las condiciones materiales de la cultura descrita, de forma que son éstas las que deben explicarla. Tal prohibición parecería absurda y arbitraria si, de algún modo, no fuera beneficiosa para el sistema cultural. Harris demuestra cómo ésta posee una razón de ser, considerando el ecosistema del pueblo judío en la época histórica en que esta privación se instauró y se mantuvo. El amor al cerdo en épocas o situaciones preindustriales se da en sociedades en las cuales el ecosistema natural lo permite, mientras que está prohibido en aquellos ecosistemas donde su introducción no es beneficiosa, sino más bien devastadora, como sería el caso de Oriente Medio con el desarrollo tecnológico de la época. No obstante, desde una posición estructural-funcionalista, este rasgo cultural no se puede aislar del conjunto de las creencias religiosas en las que se inserta, ni explicar sin tener en cuenta el lugar que ocupa en el sistema cultural estudiado. Su significación en el conjunto de creencias es lo que hace que éste sea inteligible. Mary Douglas mantiene que esta prohibición forma parte de un sistema simbólico que ordena la experiencia y que, por tanto, la privación de comer carne de cerdo no responde a ninguna razón que deba buscar su explicación fuera de este sistema de creencias, sino que se debe describir en función de su lógica interna: "Cualquier interpretación parcial de las reglas de contaminación de otra cultura está destinada a fracasar, ya que el único modo por el cual las ideas de contaminación adquieren sentido es haciendo referencia a la estructura total del pensamiento, cuya piedra angular, fronteras, márgenes y líneas interiores se mantienen trabadas por medio de ritos de separación. [...] Toda interpretación que considere los "No harás" tal o cual cosa del Antiguo Testamento por separado y sin visión del conjunto está condenada al fracaso. El único enfoque correcto consiste en olvidarse de la higiene, de la estética, de la moral y de la repulsión instintiva, en olvidarse incluso de los canaanitas y de los magos zoroástricos, y en comenzar por los mismos textos. Puesto que cada uno de los requerimientos va precedido por el mandato de ser santo, cada precepto, por lo tanto, debe explicarse por dicho mandato. Tiene que haber una contradicción entre la santidad y la abominación que dé cabal sentido a todas y cada una de las restricciones particulares." (M. Douglas, 1973, pág. 72). "3. No comerás cosas abominables. 4. Éstos son los animales que puedes comer: el buey, la oveja, la cabra. 5. El venado, la gacela, el corzo, la cabra montés, el íbice, el antílope, y el carnero montaraz. 6. Pero entre los que hieden la pezuña y tienen la pezuña hendida en dos y que rumian, sí los podéis comer. 7. Sin embargo, entre aquellos que rumian o tienen la pezuña hendida, éstos no comeréis: el camello, la liebre y el damán, porque rumian y no tienen partida la pezuña, son para vosotros impuros. 8. Y el cerdo, porque tiene partida la pezuña pero no rumia, es para vosotros impuro. No comeréis de su carne, ni tocaréis sus cadáveres." (Deuteronomi XIV, citado por M. Douglas, 1973, pág. 64). Es preciso que nos percatemos de que la prohibición de comer cerdo forma parte de un orden clasificatorio de los animales vinculado a un mandamiento de pureza ritual. La única razón que ofrece el Antiguo Testamento para evitar la carne de cerdo es el fallo de este animal de ajustarse a los dos criterios necesarios para definir el ganado de rebaño ("pezuña hendida y rumiar"). En ningún momento se mencionan sus costumbres sucias, y se encuentra en igualdad con el camello y la liebre –que se creía que "rumiaba"–). La privación debe responder a otros criterios, a un principio subyacente de pureza, por el cual los animales aptos para el consumo humano se deben ajustar plenamente a los criterios que caracterizan a su especie. La pureza es un principio de orden y la prohibición se explica por la inadecuación del cerdo a este orden. La cultura, en tanto que conjunto de valores establecidos y públicos de una comunidad, mediatiza las experiencias de los individuos y provee las categorías básicas de orden y diferenciación. La necesidad de comer es igual para todos los grupos humanos, pero cada cultura establece un orden alimentario que no se puede explicar simplemente por la adaptación al medio y a los recursos existentes, ni las ideas religiosas por su funcionalidad práctica, sin subvertir, al hacerlo, su sentido y su lógica dentro del orden cultural. La restricción alimentaria tampoco se puede explicar como una "supervivencia" sin ninguna función actual en el sistema, su mantenimiento también se debe explicar desde un punto de vista sincrónico: mientras los valores de la comunidad sigan vivos, los cambios tecnológicos o medioambientales no afectarán al levantamiento o mantenimiento del tabú, sino a aspectos relacionados con la pureza ritual. No obstante, el enfoque de Mary Douglas, aunque se aproxima a un modelo sistémico, mantiene una propuesta de causalidad lineal, puesto que, siguiendo las tesis de Durkheim, sitúa la organización social como factor determinante o "causa primera". |