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El concepto de cultura
El concepto de cultura es un concepto teórico central en la descripción etnográfica. Surge de la constatación empírica de que, a pesar de la unidad de la especie humana, lo que entendemos como rasgos culturales (técnicas, valores, costumbres o creencias) varían de un grupo a otro.
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"Queríamos dilucidar por qué la criatura humana, nacida con la misma gama de potencialidades, se convertía en un adulto que difería de manera tan conspicua como los baining y los iatmul, los samoanos, dobuanos, manus, omaha, arapesh, mundugumor y tchambuli."
(Margared Mead, 1994, pág. 208)
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El desarrollo del concepto de cultura está íntimamente relacionado con la capacidad de aprendizaje social –extragenético–, y con la habilidad simbólica de la especie humana. A partir de aquí, sin embargo, se han propuesto diferentes aproximaciones y definiciones a este concepto y, por tanto, diferentes modelos teóricos y perspectivas de análisis cultural.
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"Por nuestras habilidades simbólicas, los humanos tenemos acceso a un sistema de representación nuevo y de un orden más alto que no sólo recodifica las experiencias y guía la formación de habilidades y hábitos, sino que también nos provee de un medio para representar las formas de un mundo que ninguna otra criatura experimenta: el mundo de la abstracción."
(T. Deacon, 1997, pág. 23)
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La cultura como forma o estilo de vida
La cultura como forma o estilo de vida es la definición más amplia y genérica de cultura, y hace referencia al conjunto de rasgos que caracterizan y organizan la vida social y cultural de un grupo humano. Este concepto de cultura presupone que estos rasgos no se pueden entender de forma aislada, sino que guardan algún tipo de relación entre ellos (concepción de la cultura como un todo integrado, abierto y dinámico).
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"La cultura en su sentido etnográfico más amplio es aquel todo complejo que incluye conocimiento, creencias, arte, morales, ley, costumbre y cualquier otra capacidad o hábito adquirido por el hombre como miembro de un grupo social.
(E.B. Tylor, 1871)
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La cultura como adaptación
La cultura como adaptación entiende que la relación del ser humano con su entorno está siempre mediada por la cultura. Dentro de esta propuesta genérica encontramos dos opciones básicas: B. Malinowski proponía entender la cultura como la forma específica que adopta cada sociedad para satisfacer un conjunto de necesidades básicas que son comunes a toda la especie humana (reproducción, alimentación, socialización, etc.), mientras que Radcliffe Brown sostenía que la cultura era cada forma específica que adoptaba la adaptación externa de la especie humana en su entorno físico y la adaptación interna entre los individuos para vivir en sociedad.
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"Al satisfacer las necesidades biológicas a través de los medios de la cultura, el hombre impone nuevos determinantes a su comportamiento, es decir, desarrolla nuevas necesidades. En primer lugar debe organizar sus herramientas, sus artefactos y sus actividades productoras de alimento mediante la guía del conocimiento."
(B. Malinowski, 1948, pág. 202.)
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La cultura como patrón, pauta o programa
La cultura como patrón, pauta o programa supone entender la cultura como conjunto de prácticas, esquemas o patrones de comportamiento que organizan y constituyen las relaciones humanas. Estos "mecanismos de control y de orden" pueden entenderse como "modelos para" constituir la vida social y "modelos de" la realidad que explican y dan sentido a nuestra experiencia. Desde esta perspectiva, si nos preguntáramos de qué está hecha la cultura, responderíamos que de pautas; las pautas serían la sustancia de la cultura. Al igual que en la definición de cultura como adaptación, también en esta propuesta podríamos destacar dos versiones: la cognitiva y la simbólica. La primera entiende que estas pautas son fenómenos mentales que pueden ser analizados por métodos formales parecidos a los de la matemática y la lógica (S. Tyler), mientras que la segunda parte del supuesto de que estas pautas tienen un origen social e histórico (C. Geertz).
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"La cultura se comprende mejor no como complejo de esquemas concretos de conducta –costumbres, usanzas, tradiciones, conjuntos de hábitos–, sino como una serie de mecanismos de control –planes, recetas, fórmulas, reglas, instrucciones (lo que los ingenieros informáticos llaman "programas")– que gobiernan la conducta. El hombre es precisamente el animal que más depende de esos mecanismos de control extragenéticos, que están fuera de su piel, de esos programas culturales para ordenar su conducta.
La concepción de la cultura como "mecanismos de control" comienza con el supuesto de que el pensamiento humano es fundamentalmente social y público, de que su lugar natural es el patio de la casa, la plaza del mercado y la plaza de la ciudad.
El pensar no consiste en "sucesos que ocurren en la cabeza" (aunque sucesos en la cabeza y en otras partes son necesarios para que sea posible pensar), sino en un tráfico de lo que G.H. Mead y otros llamaron símbolos significativos –en su mayor parte palabras, pero también gestos, ademanes, dibujos, sonidos musicales, artefactos mecánicos como los relojes, u objetos naturales como las joyas–, cualquier cosa, en verdad, que esté desembarazada de su mera actualidad y sea usada para imponer significación a la experiencia."
(C. Geertz, 1987, pág. 51-52)
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La cultura como sistema simbólico
Desde esta perspectiva encontramos autores como M. Douglas que, como en el caso anterior, consideran la cultura como sistema de símbolos. Sin embargo, esta perspectiva se ha centrado en la relación entre estructuras sociales y sistemas simbólicos, en el sentido de que los símbolos expresan las estructuras sociales. Pero también se inscribiría en esta perspectiva C. Geertz, que afirma que los símbolos no sólo representan las estructuras sociales o son expresión de las mismas, sino que las constituyen.
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"Las relacionas sociales ofrecen el prototipo para las relaciones lógicas entre los objetos, mientras ese prototipo forme parte de un esquema común, debe existir algo también común en el sistema de símbolos que utiliza. Allá donde hallemos elementos afines en lo que concierne a los sistemas sociales, hallaremos también un sistema natural de símbolos, un sistema común a todas las culturas, recurrente y siempre inteligible. La sociedad no es sencillamente un modelo que ha seguido un pensamiento clasificador; son las divisiones de la sociedad las que han servido de modelo para el sistema de clasificación. […] Mi teoría consiste en que tanto la percepción de los símbolos como en general la interpretación de ellos, están sujetas a un determinante social."
(Mary Douglas, 1978, pág. 14-28)
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La cultura como concepto teórico
La cultura, en cualquiera de las acepciones indicadas, es una característica intrínseca al ser humano. Esto significa que no es un rasgo específico en determinadas culturas, en determinados grupos o comunidades ni en determinadas actividades sociales, sino que se aplica a la totalidad de la actividad humana. Es decir, con independencia de la cultura específica (balineses, europeos, marroquíes, etc.) y con independencia del tipo de actividad (científica, política, artística, cotidiana). En otras palabras, cuando nos referimos al hecho cultural no estamos señalando una distinción entre cultura y cualquier otra dimensión de realidad humana (la familia como institución, relaciones de parentesco, marginación, educación, etc.). Así pues, la cultura como concepto teórico es un concepto inclusivo.
Considerar la cultura como concepto teórico también implica no entenderla como un ente abstracto, un principio universal o causal como podrían suponer algunas lecturas. Supone que la cultura no existe fuera de su particular existencia; existencia necesariamente concreta, local y situada.
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"La cultura no es una entidad, algo a lo que puedan atribuirse de manera causal acontecimientos sociales, modos de conducta, instituciones o procesos sociales; la cultura es un contexto dentro del cual pueden describirse todos estos fenómenos de manera inteligible, es decir, densa."
(C. Geertz, 1987, pág. 27)
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