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Arquitectura de la información
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Disponer de información de interés es el primer paso para construir un sistema de información. Sin embargo, esta información no resulta útil si no se organiza de una manera coherente. Esto se ve claramente, por ejemplo, en centenares de webs o intranets que, a pesar del hecho de que disponen de la materia prima, la información potencialmente útil, esperan ser usadas por alguien.
Y es que, de la misma manera que se necesita algo más que los materiales de construcción para hacer un edificio, se necesita algo más que la materia prima para construir un buen sistema de información. Y esta necesidad de organización es cada vez más clara a medida que el usuario dispone de menos tiempo para poder dedicarse a moverse por las fuentes.
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La organización de la información es esencial para que el sistema de información sea útil.
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La función del arquitecto de la información
La organización de la información en un sistema, por ejemplo, en una página web, es responsabilidad del arquitecto de información, quien tiene cuatro funciones principales:

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Definir el objetivo del sistema; es decir, para qué servirá, qué objetivos de la organización ayudará a satisfacer, cómo se responde a las demandas del "propietario" del sistema y cómo se compaginan estas demandas con las de la audiencia que usará el sistema (punto interesante, porque lo que quiere quien financia el sistema y lo que necesita quien lo utiliza no es siempre el mismo). |

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Determinar qué contenidos se tienen que incluir en el sistema. Si se ha realizado antes una auditoría de la información, queda claro que los contenidos mínimos tendrán que ser los que en su momento hemos denominado información crítica, es decir, la que es vital para el cumplimiento de los objetivos de los usuarios y, en general, de la organización donde trabajan. |

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Idear y especificar los mecanismos de organización y búsqueda en el sistema, es decir, definir la forma como los contenidos serán fáciles de encontrar por los usuarios, por medio de la selección de una forma de organización, de un sistema de navegación y de uno de búsqueda. |
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Definir una política clara, y su correspondiente plan, sobre el mantenimiento, la actualización y el crecimiento del sistema. |
La organización de la información
Una de las tareas más críticas del arquitecto de la información consiste en organizar la información contenida en el sistema.
La dificultad de esta tarea es doble:

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A menudo, la organización sólo puede ser subjetiva y hay clases de información que no se prestan a una organización clara. En efecto, en general no existe una forma estandarizada de organizar una determinada información: diferentes personas organizan una misma información de diferentes maneras, ya que para hacerlo, cada una utiliza su propio modelo mental, personal e intransferible. |

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Por otra parte, incluso dejando aparte esta subjetividad inherente a todo modelo de organización, se han determinado clases de información que son, a veces, difícilmente organizables. |
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Dos son las principales razones que con frecuencia dificultan la organización de información: la ambigüedad y la heterogeneidad.
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Por ejemplo, ¿cómo organizaríamos las actividades realizadas en una ciudad? (problema muy frecuente para quienes tienen la responsabilidad de diseñar la web de una ciudad). O, en el mismo caso, ¿cómo se organizan de manera coherente formatos de información tan diferentes como textos, audio, software, vídeo, etc.?
La ambigüedad de la información aparece cuando no hay una manera única de describirla: ¿la página del instituto de cultura de la ciudad tiene que estar en el apartado de acontecimientos culturales o en la página del organigrama del ayuntamiento? La respuesta es obvia: en ambas páginas.
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Para organizar una web, es preciso especificar el esquema de organización y la estructura de organización.
Esquema
El esquema de organización define cómo se agrupan los diferentes componentes de la información que hay que organizar.
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Los criterios de agrupación son básicamente de dos tipos: exactos y ambiguos.
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En la agrupación exacta no hay posibilidad de interpretación subjetiva. Buenos ejemplos de ello son la ordenación alfabética de personas en una guía telefónica, la ordenación cronológica de acontecimientos, por ejemplo, la de la historia de Internet, o la ordenación geográfica de lugares, por ejemplo, factorías de una empresa en los diferentes continentes. Estos tipos de agrupación exacta se utilizan cuando quien busca sabe lo que está buscando: si se busca un determinado usuario del teléfono, es necesario acudir al punto adecuado de las páginas blancas de la operadora; si se busca qué sucedió en Internet el año 1993, sólo hay que ir al punto concreto de la historia. |

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En la agrupación ambigua, la clasificación proviene de una interpretación subjetiva. Un buen ejemplo es el de la clasificación decimal de contenidos en una biblioteca. Es cierto que esta clasificación sigue una cierta lógica, pero podría haberse definido otro criterio de ordenación que funcionara igualmente bien. De hecho, no todas las bibliotecas utilizan el mismo criterio de clasificación. Otro ejemplo de clasificación ambigua es la utilizada para la organización de actividades empresariales en la páginas amarillas o la que utilizamos cada uno de nosotros para organizar los ficheros en nuestro ordenador. Las agrupaciones ambiguas presentan el problema de que quien busca no tiene que seguir necesariamente el mismo patrón de ordenación que quien organiza. El resultado de esta falta de sintonía es la paradoja que supone que, en sistemas muy organizados, puede ser difícil encontrar algo. Todos hemos vivido esta experiencia al buscar algo en unas páginas amarillas. Es cierto que se puede acabar encontrándolo, pero sólo después de intentarlo varias veces y aprender cómo se organiza el contenido. De la iteración de la búsqueda y del aprendizaje sobre la marcha del criterio de organización depende que se consiga el resultado buscado. Los sistemas de agrupación ambigua más utilizados son los basados en temas, que es el caso de las páginas amarillas o de las secciones de un diario, y los basados en funciones, que es el caso de las funciones disponibles en la barra de herramientas de un procesador de texto, organizadas por archivo, edición, etc. |
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A menudo es conveniente utilizar simultáneamente sistemas de organización exacta y ambigua. En este caso se habla de una organización híbrida. Un buen ejemplo de ello lo constituyen las páginas de un portal en la web. En este caso, la oferta de información que se presenta es muy dispersa, poco homogénea. Encontramos la tienda de la web junto al motor de búsqueda o de la herramienta de correo electrónico gratuito. Por este motivo, en muchos casos, se organizan estas tipologías ambiguas mediante un orden alfabético estricto.
Estructura
La estructura de organización define cómo se relacionan los diferentes componentes de la información que hay que organizar. Mientras que el esquema define el criterio de agrupación (alfabético, cronológico, temático, etc.), la estructura define si existe algún criterio de importancia relativa entre ellos o cómo se puede pasar de unos a otros.
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Existen tres tipos básicos de estructura: jerárquica, hipertextual y relacional.
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Estructura jerárquica. Es la más frecuente. Así, por ejemplo, uno puede haber definido una serie de actividades mediante las cuales puede clasificar las ofertas profesionales en las páginas amarillas, pero para que el esquema sea realmente eficiente, tendrán que crearse grupos de actividades relacionadas, y grupos de grupos, de manera que para llegar a la información que se necesita sea suficiente con encontrar el gran grupo donde es más probable que se encuentre la actividad precisa que se está buscando, sin tener que recorrer todo el índice de actividades. De la misma forma, el usuario de una biblioteca no tiene que recorrer toda la clasificación temática, sino que basta con encontrar el punto que mejor describe lo que está buscando; una vez en este punto, puede sumergirse en subclasificaciones sucesivas hasta encontrar el libro buscado. La estructura jerárquica es la que se utiliza más a menudo, entre otras cosas porque estamos más habituados (es lineal y hay un orden de importancia: es lo que entendemos normalmente por estructura). |

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Estructura hipertextual. En la estructura hipertextual, los diferentes fragmentos de información están enlazados entre sí, sin que exista una estructura lineal. Quizá por nuestra formación, normalmente lineal, o quizá porque todavía no hemos descubierto cómo utilizar eficazmente ésta estructura, los expertos no la recomiendan como estructura primaria en un sistema. Puede complementar una estructura jerárquica, pero raramente puede sustituirla en la función de dar una visión general y particular al mismo tiempo. El aspecto positivo de la estructura jerárquica es que da justamente estas dos perspectivas: todo el árbol clasificatorio en general y cualquier porción del árbol con detalle; el aspecto positivo de la estructura hipertextual es que puede enlazar partes del árbol dispuestas en zonas diferentes. |

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Estructura relacional. En cuanto a la estructura relacional, la idea es que el usuario no visualiza la información clasificada, sino que establece una pregunta en una base de datos, tan concreta como el sistema permita, y éste responde con los registros relevantes (recordemos aquí la idea de relevancia formal o semántica). El problema de la estructura relacional es que el usuario no puede descubrir lo que está buscando simplemente a partir de la estructura presentada. Si no sabe qué busca, el sistema no le es de mucha ayuda. En cambio, en una estructura jerárquica, el usuario ve sus componentes, y de ello puede deducir qué parte responde mejor a lo que busca. La estructura jerárquica es ideal para el browsing; la relacional, para el searching. |
Navegación
Un sistema de navegación es un artificio que facilita el movimiento por un sistema de información organizado.
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El objetivo principal del sistema de navegación es facilitar al usuario su localización en cada momento.
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La etiqueta que mejor traduce esta idea es la del "Usted está aquí". En webs muy complejas es fundamental facilitar un sistema de orientación que nos indique de dónde venimos, dónde estamos, adónde podemos ir y adónde podemos volver.
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El sistema de navegación nos da, por lo tanto, el contexto de la web.
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Se han desarrollado técnicamente diferentes herramientas para facilitar la navegación. Entre éstas, las barras de navegación (en la parte superior o inferior de una página web), los marcos (frames) laterales, las ventanas desplegables (pull-down menus), los mapas de la web en cuestión, las visitas guiadas, etc.
Busca
En un sistema muy organizado, es fundamental que el usuario pueda buscar directamente lo que le interesa. Hay dos maneras principales de buscar: el browsing y el searching. La primera se aplica cuando no se sabe qué buscar, pero se cree que se puede reconocer si se ve. La segunda se usa cuando se sabe qué se busca o, al menos, así se cree.
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La dificultad principal con que se enfrenta en este punto el arquitecto de información es que todo el mundo no busca de la misma forma.
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Si ya hemos dicho antes que la organización es muchas veces un acto claramente subjetivo, lo mismo podríamos decir del acto de búsqueda, porque en ambos casos el usuario recurre a su modelo mental para organizar y para buscar. Se tiende, probablemente, a buscar de la manera en que uno mismo habría organizado la información.
Para complicar más las cosas, cuando un usuario busca, en realidad puede ser en una o en varias de estas cuatro situaciones muy diferentes:

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Sabe qué busca y sabe qué espera encontrar. Por ejemplo, cuando busca los resultados de los partidos de fútbol de domingo, o cuando busca el resultado del cupón de los ciegos, o cuando busca el teléfono de una empresa de nombre inconfundible. En este tipo de situaciones no hay duda posible: o se tiene la información o no se tiene. |

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Sabe qué busca, pero no sabe qué encontrará. Su posición es de exploración. Por ejemplo, "quiero saber más sobre el concepto de usabilidad". No sabe qué obtendrá, ni cuál es su calidad. El objetivo no es encontrar la respuesta, sino aprender algo sobre el tema. Cuando la búsqueda pretende ir más allá de conseguir algunos resultados para obtener todos los resultados, estaríamos no ya en una situación de exploración, sino en una de investigación. |

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No sabe exactamente qué busca, pero cree que hay respuestas. Ésta es una situación muy conocida por los profesionales de la información: alguien se dirige a ellos con una pregunta confusa, para ver si hay una respuesta por casualidad. Así pues, la situación es de pregunta sobre si hay una respuesta más que de búsqueda de la respuesta en sí. Un ejemplo sería: "¿hay estudios de televisión en las grandes ferias comerciales?". Posiblemente, quien hace la pregunta cree que sabe lo que busca y lo explicita con una frase, pero quizá el problema que intenta resolver es otro. Así pues, estaría formulando una petición de información que no es realmente relevante para su problema. Sin embargo, la pregunta es muy imprecisa: estudios de televisión, ¿de qué tipo?, y más exactamente, ¿para qué uso? |

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No sabe qué busca y no sabe si existe respuesta. En este caso, el proceso de búsqueda es normalmente errático. Responde a la situación de browsing curioso: el usuario mira una fuente para ver si hay algo que pueda ser de su interés. Puesto que no busca nada en concreto, tampoco puede evaluar si el proceso de búsqueda es eficiente o no. A menudo, no obstante, encuentra algo que puede ser útil, no en la situación de la que partía, sino en otra diferente. Es decir, encuentra información por casualidad (serendipia). |
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La eficacia final del sistema depende del hecho de que se sea capaz de aprender del comportamiento del usuario.
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El usuario, por medio de su movimiento por la web, será quien nos indique si nuestro diseño ha sido acertado. Si no es así, tendremos que ser capaces de aceptarlo y rediseñarlo.
Como vemos, para tener éxito es necesario que el sistema esté totalmente orientado hacia el usuario y que olvidemos un diseño desde la oferta para aceptar con decisión uno centrado en la demanda, por lo que tendrá que establecerse un diálogo permanente monitorizando su comportamiento en el sistema.
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Las funciones básicas del arquitecto de la información son: definir el objetivo del sistema, determinar los contenidos, idear los mecanismos de organización y búsqueda, y definir la política de mantenimiento y actualización.
Los dos instrumentos fundamentales para la organización de la información son el esquema y la estructura.
La información puede agruparse de forma exacta o ambigua.
La estructura puede ser jerárquica, hipertextual o relacional.
Los sistemas de navegación permiten al usuario determinar en cada momento dónde se encuentra.
Hay dos tipos principales de búsqueda de información: el browsing y el searching.
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