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El conocimiento siempre ha sido importante: ¿somos o no somos homo sapiens, al fin y al cabo? Entonces, por qué ahora esta obsesión, esta moda, esta fascinación por la "sociedad del conocimiento"? Es como si, de repente, nos diéramos cuenta de que manejamos símbolos, que utilizamos información para tomar decisiones, que necesitamos aprender para funcionar.
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Como bien señalan Davenport y Prusak (1998), aunque es cierto que las organizaciones siempre han tenido, han utilizado y han explotado conocimientos para llevar a cabo sus objetivos, parece que de repente se han dado cuenta de que es necesario definir e instrumentalizar maneras de gestionar este activo intangible. Así pues, les sucede lo mismo que al burgués hidalgo de Molière, que de repente descubre maravillado que ha estado hablando toda la vida en prosa sin saberlo.
El valor del conocimiento en una sociedad informacional
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La información siempre ha sido un activo importante.
Entonces, ¿qué diferencia hay en la situación actual? Castells (1996) señala, en este sentido, la diferencia sustancial entre "sociedad de la información" y "sociedad informacional".
Para él, el término sociedad de la información indica que la información tiene un papel importante en la sociedad; y ya que la información, en el sentido más genérico de "comunicación de conocimiento", ha sido importante en todas las sociedades, "incluso en la Europa medieval", siempre hemos estado en una "sociedad de la información".
La diferencia en esta "sociedad informacional" emergente es que ahora entramos en una "forma específica de organización social donde la generación, el proceso y la transmisión de información se convierten en las principales fuentes de productividad y poder".
La explotación inteligente de la información, el hecho de que se convierta en conocimiento, la generación de mecanismos de aplicación de este conocimiento en el desarrollo de nuevos productos y procesos, incluso de nuevas formas de organización social, es, pues, el recurso fundamental, lo que explica las diferencias entre las empresas y las sociedades.
En una sociedad industrial, la obsesión de las organizaciones se concentra en la optimización del output, por medio de la acumulación de capital, para maximizar el beneficio.
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En una sociedad informacional, los esfuerzos se encaminan a optimizar el desarrollo tecnológico, de manera que se acumule conocimiento que pueda generar diferencias comparativas, que son las que producen finalmente la maximización del beneficio.
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Así pues, en el contexto social y económico actual se aprecia el valor del conocimiento, aunque en realidad todavía no sepamos medirlo muy bien, como veremos más adelante.
¿Qué es el conocimiento?
Ya se ha intentado en otro núcleo definir el conocimiento como el estadio de absorción y "metabolización" de información en nuestra mente. Sea el que sea, lo que parece claro es que no podemos tratar el conocimiento sólo como una "cosa", sino también como un proceso.
En otras palabras, el conocimiento presenta una dualidad fundamental: es al mismo tiempo algo almacenable (al menos, eso pretendemos) y algo que fluye (un elemento que se comunica de persona a persona). Se trata de experiencias, ideas, arte y métodos, siempre originados, almacenados y aplicados por una mente humana, pero también se acumula en una organización en forma de documentos, rutinas, procesos, prácticas y normas.
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La dualidad del conocimiento (cosa y proceso, al mismo tiempo) es, posiblemente, lo que dificulta el tratamiento, la gestión.
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En un estudio fundamental sobre la creación y la difusión de conocimiento en las organizaciones, Nonaka y Takeuchi (1995, 1997) propusieron un modelo que ayuda a entender que hay dos tipos diferentes de conocimiento en una organización, y que es precisamente la conversión constante de un tipo en otro lo que explica la generación de conocimiento en una organización.

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El conocimiento tácito es el que difícilmente puede ser formalizado, es decir, por ejemplo, ser expresado en palabras. La destreza de un músico, la inspiración de un artista, las habilidades creativas de un investigador son buenos ejemplos de conocimiento tácito; pero también lo son habilidades personales más simples que difícilmente se pueden transmitir de una persona a otra (uno puede explicar a otro cómo ir con bicicleta, pero saber hacerlo no dependerá de cómo se le haya explicado, sino de cómo uno lo aprenda por sí mismo). El conocimiento tácito de un individuo es indiferenciable de su persona: él es el conocimiento. Las organizaciones disponen de conocimiento tácito "encapsulado" en forma de personas. Por lo tanto, este conocimiento es difícilmente almacenable en otra forma que no sea mediante personas. |
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El conocimiento explícito es el que se puede expresar en forma de palabras y números, y que las personas pueden compartir mediante datos, fórmulas, especificaciones, manuales, etc. Un programa de ordenador, una patente, una guía de actuación, etc. son buenos ejemplos de conocimiento explícito. Este conocimiento es fácilmente transmisible entre personas. De hecho, una gran parte del proceso educativo tiene como objetivo transmitir conocimiento formalizado de profesor a alumno, de libro a alumno, de web a alumno. Las organizaciones disponen de grandes cantidades de conocimiento explícito, en forma de documentos, de procesos estandarizados, de manuales, guías, etc. |
Conversión y generación de conocimiento en las organizaciones
El profesional de la información debe ser consciente de que el conocimiento no se crea sólo mediante la utilización de fuentes formales, de documentos, sino que la interacción entre las personas tiene un papel fundamental. Además, una parte de su función consiste, precisamente, en estimular una "cultura de la información" que favorezca la compartición y el intercambio de información.
Gestión del conocimiento
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De la gestión del conocimiento (knowledge management) se dice de todo, desde que es una simple moda hasta que es el principio de la solución a todos los problemas de incompetencia organizacional. La gestión del conocimiento tiene muchas, variadas y no siempre coincidentes definiciones.
Alguien ha dicho, por ejemplo, que consiste en "combinar recursos humanos, procesos y tecnología para compartir información con el fin de adquirir ventajas competitivas". Ésta sería una definición de acuerdo con la visión más tradicional de las organizaciones, en la que la organización se considera como "una máquina dedicada a cumplir objetivos".
Para otros, en cambio, de acuerdo con una visión más moderna, en la que una organización es considerada una "red de relaciones vinculadas mediante contratos", la gestión del conocimiento consistiría en "transferir conocimiento desde quien lo tiene hasta quien lo necesita".
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La gestión del conocimiento está relacionada tanto con la gestión de documentos y procesos (almacenables de alguna forma) como con la gestión de la experiencia (que se encuentra en las personas).
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Por lo tanto, no es extraño que en esta disciplina se trate tanto de la gestión de la tecnología (gestión de bases de datos, o intranets para compartir la información, por ejemplo) como de la gestión de los recursos humanos (las personas como contenedores y transmisores de información). La gestión del conocimiento hereda, de alguna manera, la dualidad fundamental del conocimiento como activo que se ha comentado más arriba.
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Una sociedad informacional es aquélla donde "la generación, el proceso y la transmisión de información se convierten en las principales fuentes de productividad y poder" (Castells, 1996).
Hay dos formas principales de conocimiento: tácito y explícito.
La gestión del conocimiento tiene como objetivo explotar de manera inteligente el conocimiento que ya se encuentra en la organización.
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