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Las bibliotecas universitarias son las bibliotecas que han evolucionado más rápidamente y que se han adaptado mejor a las nuevas necesidades. Esta afirmación es evidente, por ejemplo, en el caso de las universidades catalanas, que en poco más de una década han sido objeto de un importante proceso de cambio, resolviendo problemas de infraestructuras y edificios, automatizando la gestión, modernizando los servicios y, en definitiva, abandonando la situación de marginalidad en que estaban. A pesar de todo, la biblioteca universitaria debe continuar adaptándose a las nuevas necesidades de sus usuarios, estrechamente relacionadas con las posibilidades de las tecnologías de la información. Según la ALA, la biblioteca universitaria:
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De esta definición es importante resaltar un aspecto clave, la estrecha relación que debe existir entre la biblioteca y la docencia de la institución universitaria. Juan Antonio Gómez Hernández resume esta relación en una frase:
Funciones de la biblioteca universitaria Las funciones que la biblioteca universitaria debe desarrollar para posibilitar la obtención de sus objetivos se pueden resumir en el listado siguiente:
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Para llevar a cabo estas funciones, la biblioteca debe tener unas instalaciones adecuadas, unos equipos apropiados, un presupuesto específico y un personal especializado y convenientemente formado. Existe una serie de normas que intentan fijar los mínimos exigibles que deben ofrecer las bibliotecas universitarias. Estas normas tienden al establecimiento de valores cualitativos, incidiendo más en la existencia de determinados servicios que en la consecución de determinadas cantidades y proporciones. Algunas tendencias en la gestión de las bibliotecas universitarias Las bibliotecas universitarias deben adaptar su gestión a las nuevas condiciones económicas, sociales, políticas y tecnológicas. Las nuevas circunstancias obligan a las bibliotecas en general, y a las universitarias en particular, a adoptar, cada vez más, mecanismos de gestión propios del mundo empresarial, introduciendo conceptos como rentabilidad, clientes, calidad, trabajo por objetivos, competencia o cooperación, o a redefinir los modelos de gestión tradicionales. En esta línea, hay que destacar por ejemplo, el importante cambio que representó para algunas universidades el paso de un sistema descentralizado formado por bibliotecas de departamento, bibliotecas de cátedra, etc., a un sistema unificado con una biblioteca general y las bibliotecas de facultad o de área que funcionan como un verdadero sistema bibliotecario. El nuevo modelo implicó una gestión centralizada y permitió la concentración de fondos bibliográficos dispersos que hasta entonces no eran accesibles a la totalidad de la comunidad universitaria. Cualquier medida de este tipo, sin embargo, debe hacerse de manera que asegure que los usuarios no pierdan accesibilidad, garantizando la flexibilidad y que no se produzca un alejamiento de la realidad que afecte a la eficacia y a la imagen de la biblioteca. Los nuevos modelos de gestión y organización han puesto de manifiesto la necesidad de cooperación bibliotecaria, ya que ninguna biblioteca, ningún centro, ninguna universidad, por importante que sea, puede satisfacer por sí sola las necesidades informativas de sus usuarios.
En esta nueva concepción de la gestión de las bibliotecas basada en criterios de calidad y de optimización de los recursos siguiendo los modelos de empresa, también hay que destacar la adopción de medidas que difícilmente serían pensables hace unos años, como la externalización de procesos. No es infrecuente que las bibliotecas universitarias cedan la gestión del servicio de reprografía, la suscripción a publicaciones periódicas o la reconversión de catálogos manuales a empresas especializadas. Asimismo, la obtención de equipo informático mediante sistemas de arrendamiento financiero (leasing) también se ha empezado a implantar. Finalmente, y así acabamos este repaso de las tendencias que está adoptando la gestión bibliotecaria, hay que destacar el enfoque central que se ha dado al usuario, al cliente. Los servicios se han reorientado a las necesidades del cliente, ofreciendo servicios a medida para grupos específicos, potenciando la formación, individualizando el trato e introduciendo las nuevas tecnologías como herramientas de soporte a estos nuevos servicios. Oír hablar de planes de marketing para bibliotecas empieza a ser habitual.
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