Título original: Cast Away
Título: Náufrago
Director: Robert Zemeckis
Guión: William Broyles Jr.
Intérpretes: Tom Hanks, Helen Hunt, Nick Searcy, Christopher Noth, Lari White
Género: Drama
Nacionalidad: EE.UU.
Año de producción: 2000
La soledad compartida
Un dicho budista viene a expresar la idea de que quien menos sufre es quien menos desea. En la sociedad de consumo actual se pone de manifiesto un espíritu de vida diferente, que podríamos resumir (permítasenos ser didácticos) en el tópico de tanto tienes, tanto vales. 'Naúfrago', última película de Robert Zemeckis, pretende desmontar este concepto "existencial", al poner de manifiesto que para sobrevivir lo que hace falta es tener ganas. Que está de más tanto artilugio, tanta tarjeta de crédito, tanto estrés. En fin, que a cualquiera le puede pasar que el avión en el que viaja tenga que hacer un aterrizaje forzoso, caiga en pleno mar y no le quede otra alternativa que luchar contra los elementos para salir adelante.
Digamos que eso es lo que, al menos, le ocurre al personaje de Tom Hanks que le puede llevar a conseguir su tercer Oscar (ya le han dado el Globo de Oro, arrebatándoselo a Javier Bardem muy superior en 'Antes que anochezca', según nuestro criterio). 'Náufrago' cuenta la historia de Chuck Nolan (Hanks), un analista de sistemas de una empresa de mensajería con ramificaciones internacionales que llegan hasta Moscú, por poner un ejemplo. La cuestión es que el tipo entrega un anillo a su amor, Kelly Frears (vuelve Helen Hunt después de su Oscar por 'Mejor imposible') y ésta a su vez le regala un reloj antiguo con una foto suya. Obviamente, una excusa para más adelante buscar la lágrima fácil (creemos que sin encontrarla).
Pero claro, la cosa es que no se pueden casar porque se les viene el mundo abajo. Mejor dicho, 'el avión'. Y ahí empieza lo que parece una edición de 'Supervivientes', aquel concurso de Tele 5 que pasó sin pena ni gloria. Un programa con un solo superviviente, Tom Hanks, que tendrá que poner de manifiesto su destreza, su ingenio, su resistencia física y, en definitiva, su estoicismo.
El mayor problema del filme es la carencia
de tensión dramática y el escaso interés
que
despiertan las peripecias de Hanks
Nos encontramos con 146 minutos estirados como un chicle, a lo ancho y a lo largo, distribuidos en tres actos, por buscar estructura a la supuesta parábola moralista de Robert Zemeckis. Para que se hagan una idea: la historia que nos ocupa acaba de una forma tan conservadora como 'El hombre que susurraba a los caballos' de Robert Redford, en la que la lógica y la convención acababan imperando sobre los sentimientos. Y no somos más explícitos para no desvelarles el desenlace que, por otra parte, es más que previsible. ¿Sobrevive Hanks? Se admiten apuestas...
El mayor problema de la película es la carencia de tensión dramática y el escaso interés que despiertan las peripecias de un hombre al que acechan la soledad, la locura, el hambre y las tormentas de diverso tipo. Por lo demás, de hacer un manual de náufrago, incluiría todas las situaciones que vive el bueno de Hanks: cómo conseguir alimentos, agua, guarecerse del frío y de la lluvia, etcétera. Cuando ya la cosa no da más de sí, la historia toma otros derroteros y se precipita en un final, si no abrupto, al menos poco explicativo.
Al guionista, William Broyles Jr., quien, por cierto, se hizo unos días náufrago para darle más verosimilitud al asunto, le interesan poco otros personajes que no sean el protagonista. De igual manera, nada le preocupa cómo le afecta psicológicamente volver de entre los muertos y adaptarse a una vida que sufrió un parón de cuatro años.
De lo que aquí se trataba es de que Hanks, a quien se le ocurrió la idea de esta película, pudiera dar un recital de muecas, saltos y ruiditos guturales. Y lo hace, estupendamente, todo sea dicho. Merece toda nuestra consideración el actor, pues tuvo que adelgazar como veinte kilos para que quedara patente el deterioro físico de su personaje, pero no creemos que su interpretación sea precisamente memorable. Digamos que está correcto, al igual que Helen Hunt, cuyo papel carece de entidad.
Por lo demás, una soberbia fotografía de Don Burgess y un buen montaje de Arthur Schmidt están al servicio de una producción esmerada y técnicamente perfecta, pero fría y distante. Robert Zemeckis no consigue imprimir vida a una historia desangelada desde su concepción. El artífice de 'Forrest Gump' y 'Lo que la verdad esconde' regala aburrimiento en dosis letales y unos paisajes paradisiacos, pero amenazantes. Por eso, podemos decir, sin equivocarnos, que la soledad que Tom Hanks padece es compartida por todos aquéllos que se sienten "desvalidos" al otro lado de la pantalla.
Juan Ramón López