El caso francés no es, sin embargo, extrapolable al resto de los países en los cuales se ha puesto en marcha el sistema de videotext. En el cuadro, podemos ver la diferente implantación conseguida en determinados países europeos.
Las administraciones telefónicas de otros países europeos no demostraron una voluntad tan claramente definida de incidencia sobre el sector doméstico, conseguida en Francia mediante la distribución inicial gratuita de Minitels. Por otra parte, la existencia de diferentes normas referidas a los terminales videotext dependiendo de los países han dificultado y encarecido las conexiones internacionales. Tal es así que hasta hace poco ha sido imposible consultar desde un país las bases de datos en videotext de otros países de la misma CEE, lo cual ha supuesto un freno importante a la difusión de este medio.
El videotext ha sido sustituido de manera irreversible por Internet. Paradójicamente, un servicio que fue decisivo para incrementar la cultura informacional de los franceses y que los situó, en este sentido, muy por delante del resto de los países europeos, ha sido un inconveniente para la difusión de Internet, debido a que los franceses ofrecen una gran resistencia a abandonar un sistema de uso sencillo, consultable con su idioma propio y que contiene las informaciones más utilizadas en la vida cotidiana.
Internet
Internet también es una red de transmisión de paquetes que utiliza el protocolo TCP/IP (Transmission Control Protocol/Internet Protocol), y no ha sido definida por ningún organismo internacional, aunque, sin embargo, se ha ido imponiendo de facto como consecuencia de la implantación de Internet por todo el mundo. Los servicios que ofrecía Internet en un primer momento, dirigidos al mundo académico y de la investigación, eran lo que se conocía como la suite Internet: el protocolo telnet, para acceder a ordenadores remotos, ftp (File Transfer Protocol), para transferir ficheros, y SMTP (Simple Mail Transfer Protocol), para el correo electrónico.
La aparición de Internet y, sobre todo, de la World Wide Web ha contribuido a producir una explosión incontrolada de la información, con muchas facilidades para acceder a ella, pero también con grandes dificultades para obtener aquella que resulta realmente relevante en cuanto a las necesidades de información del usuario. A principios de los años noventa, sólo unos cuantos académicos habían oído hablar de Internet; en el año 1996, se calculaba que ya había cincuenta millones los usuarios de la Red.
Según la ley de Moore (formulada por Gordon Moore, fundador de Intel), la capacidad y la potencia de los ordenadores se duplica cada dieciocho meses. Metcalfe (inventor del estándar Ethernet) formuló otra, según la cual el valor de una red es proporcional a su número de usuarios al cuadrado (así pues, si sólo hay una persona que tiene teléfono, este hecho no es de ninguna utilidad, puesto que, sólo cuando todo el mundo lo tiene, la red telefónica alcanza todo su potencial). Internet parece cumplir ambas leyes al mismo tiempo.
El problema de conseguir información de utilidad por medio de una red con un crecimiento tan incontrolado y caótico ha hecho que se agravase, a pesar de que los sistemas cada vez son más sofisticados para mejorar las búsquedas, mediante los llamados navegadores o exploradores, agentes de información (knowbots), etc. De momento, no se ha cumplido una de las predicciones que auguraban la desaparición de los intermediarios en la investigación de información; se está produciendo, en cambio, una transformación de las profesiones vinculadas a este sector de la información.
Los poderes públicos se encuentran desorientados ante el crecimiento imparable de servicios y usuarios de la Red. Los gobiernos y organismos internacionales, que durante los años de posguerra tenían un objetivo muy focalizado en fomentar la producción y difusión de la investigación (y, por consiguiente, de sus resultados, la documentación científica y técnica), hoy día no tienen definido un ámbito de actuación claro para una política de información. La sociedad de la información da paso a actuaciones en todos los ámbitos y, por lo tanto, diluye aquello que podría ser el núcleo central de ésta.