Con estos datos, y teniendo en cuenta el hecho de que se trata de un tema de actualidad -por lo menos en el momento de escribir estas líneas-, somos bastante optimistas respecto a la cantidad de información que podremos recuperar. Diarios, dossieres de revistas y una gran cantidad de páginas en Internet puede ser recuperada en poco tiempo. En este momento aparece una nueva preocupación en la mente del documentalista: ¿cuál o cuáles son las fuentes de información más adecuadas para poder responder adecuadamente a nuestro usuario? | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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Es necesario, por lo tanto, que hagamos una valoración de las fuentes de información (o lo que es lo mismo, hace falta que las evaluemos). Sin embargo, ¿con qué criterios? Internet: una fuente de fuentes "Cualquier información sobre cualquier tema puede encontrarse en Internet". "Es imposible encontrar algo en Internet". A pesar del antagonismo evidente de estas dos afirmaciones, estas frases son habituales entre muchos de los usuarios de la red de redes cuando quieren dar una valoración de esta herramienta que ha revolucionado el acceso a la información y su tratamiento. Aunque la primera afirmación es quizá fruto de un excesivo entusiasmo y la segunda de un excesivo sentimiento de derrotismo, podríamos afirmar que hasta cierto punto las dos frases nos proporcionan una verdad a medias. Internet ha revolucionado la capacidad de difusión y de acceso a la información. Por un lado, cualquier persona puede editar fácilmente información -por ejemplo, creando una página personal con el contenido que se desee-, y difundirla de forma prácticamente inmediata. Esto implica que, como fuente de información, Internet sea un gran cajón donde pueden meterse todo tipo de informaciones y donde no siempre es fácil encontrar aquello que buscamos. Por otro lado, esta dificultad para encontrar información sobre un tema concreto es, al mismo tiempo, fruto de la gran cantidad de información que hay en la red. En este sentido, es humanamente imposible dar un tratamiento exhaustivo a esta información y, por lo tanto, esto dificulta su recuperación. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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En este contexto, el profesional de la información puede encontrarse con dos situaciones habituales en el momento de buscar una información:
¿Significa esto que es imposible encontrar información en la red? Según las autoras de estas líneas, la respuesta a esta pregunta es no. En Internet podemos encontrar información sobre casi cualquier tema, aunque podemos tener problemas para identificar cuál es la información de más calidad o más fiable. En este sentido, y tal y como hemos comentado anteriormente, es esencial seguir con cuidado los primeros pasos del proceso de búsqueda y recuperación de información:
Criterios de valoración Lo más importante, y lo primero que se debe hacer en el momento de empezar una búsqueda en Internet, es tener claro lo que buscamos y para qué lo buscamos. Para decirlo de otro modo, tenemos que seguir unas pautas básicas con el fin de no acabar "perdidos en el ciberespacio". Estas pautas podrían resumirse en:
Antes de empezar nuestra búsqueda, determinar el tipo de fuente de información que queremos utilizar nos permitirá llevar a cabo un filtro inicial útil para "rechazar" fácilmente cierto tipo de recursos que recuperaremos.
Tal y como nos indica José Antonio Cordón García, los criterios de valoración de las fuentes de información nos permiten discriminar entre diferentes fuentes en el caso de que encontremos más de una con contenidos similares y que, al menos en principio, podrían ser adecuados para responder la consulta de nuestro usuario. En este sentido, el primer criterio de valoración es justamente el de la idoneidad del recurso, o lo que es lo mismo, la validez de su contenido para dar respuesta a la consulta de nuestro usuario.
De este modo, tendremos que determinar la validez sobre la base de las necesidades de nuestro usuario, sopesando aspectos como, por ejemplo, el hecho de que el recurso o la fuente de información que elijamos trate el tema de la consulta con el nivel de profundidad que él necesita, que esté escrito en un idioma que comprenda o que el coste de la consulta no sea excesivo para sus expectativas. Otros criterios que podemos aplicar para valorar una fuente de información son:
Como hemos comentado anteriormente, cualquier persona o institución puede publicar con facilidad por medio de Internet. Esto implica, en la práctica, que de un mismo tema podamos encontrar informaciones diversas con diferentes puntos de vista.
La respuesta a esta pregunta, y sin tener que utilizar otras fuentes para contrastar los datos, es obvia si pensamos en la autoría que hay tras la información.
Por ello, una de las mejores vías que encontramos para evaluar la fiabilidad de la información consiste precisamente en identificar a su responsable o responsables, ya que de este modo podremos tener más o menos confianza en los datos aportados.
Lo que se intenta es responder a las preguntas siguientes: ¿cuál es el objetivo de la información que se ofrece?; ¿se ajusta este objetivo al interés geneal del público al que va destinado? El objetivo de la información que ofrece una fuente puede ser relativamente fácil de adivinar a partir de la consulta de apartados como, por ejemplo, una declaración de intenciones del autor o los autores, o una introducción en la que se expliquen los motivos que han originado esta fuente de información. En este sentido, en este tipo de apartados que podríamos denominar "introductorios" también se acostumbra a hacer referencia al público al que esta información va dirigida. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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Poder determinar con seguridad la concordancia entre objetivos de la información y público al que va dirigida no siempre es fácil, pero sí que resulta bastante sencillo detectar los casos en los que esta concordancia no se produce (imaginad, por ejemplo, un libro de aprendizaje de lectura para niños de 3 a 4 años en el que la única información que se ofrece sean nociones de gramática).
Cuando se habla de facilidad de acceso a la información en el caso de fuentes de información que encontramos en Internet, se hace referencia principalmente a la amigabilidad de la fuente de cara a su consulta. En este sentido, debemos tener en cuenta aspectos como:
Ante cualquier fuente de información nos debemos plantear esta pregunta: ¿hasta qué punto podemos encontrar en otras fuentes de información el contenido que ésta nos ofrece? Indudablemente, el hecho de que se formule esta pregunta no quiere decir que el documentalista ponga en duda la originalidad de cualquier otro dato que se proporcione, pero sí que es aconsejable contrastar la información que evaluamos con otras fuentes, para observar posibles discrepancias.
El contenido real o substantiveness de la fuente de información es especialmente relevante cuando hablamos de fuentes de información en Internet, y hace referencia al equilibrio entre contenido real que ofrece la fuente de información y los enlaces que aporta para ampliar la información. Con un ejemplo lo podemos ver más claro:
Indudablemente, y teniendo en cuenta la necesidad de información de nuestros usuarios, es más adecuado para ellos obtener la información final -en este caso, tablas estadísticas e indicadores de pobreza- que una relación donde la puede encontrar. Esto, sin embargo, no significa que las páginas con contenido basado casi exclusivamente en la recopilación de enlaces no sean útiles. Por el contrario, muchas veces sirven al documentalista como un plano para moverse por Internet e identificar fuentes de información que podríamos considerar "finales" para la resolución de nuestra consulta. En todo caso, la necesidad de información del usuario será siempre la que determinará la valoración que hacemos de una fuente de información basándonos en su originalidad.
O lo que sería lo mismo, ¿podemos consultar todo el contenido, o sólo una parte? Acostumbra a ser una práctica habitual en ciertas páginas web -especialmente las que tienen un carácter comercial- ofrecer sólo parte de la información accesible de forma gratuita, como reclamo para la posterior adquisición de la totalidad de la obra. Dependiendo de cuáles sean los requerimientos que el usuario haya dado respecto a la información que necesita, decidiremos si descartar o no este tipo de fuente de información -si por ejemplo se trata de un libro recientemente publicado, tal vez nuestro usuario está interesado en poder consultar uno o dos capítulos para después adquirirlo.
La cobertura y la exhaustividad se deberán ajustar no sólo a los objetivos de la fuente de información, sino también a las necesidades de nuestros usuarios.
Este aspecto es especialmente importante, sobre todo cuando debemos buscar información que varía con el tiempo (caso evidente, por ejemplo, de los datos estadísticos). | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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Generalmente, las propias páginas web que encontramos en Internet acostumbran a señalarnos la última actualización de la información. En caso contrario, también podemos conocer este dato mediante ciertas opciones de nuestro navegador, o contrastando los datos con los aparecidos en otras fuentes de información. Para conocer los criterios de valoración de recursos de Internet y terminar de profundizar en ellos, es recomendable que visitéis las páginas siguientes:
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