Criterios de evaluación de fuentes de información

Estamos buscando información sobre la pobreza en el mundo. El usuario, un profesor de historia de un instituto de Barcelona, está interesado en recopilar información estadística en la que se reflejen los distintos niveles de pobreza en los diferentes países del mundo, las causas de estos niveles e información sobre programas nacionales e internacionales que lleven a cabo diferentes instituciones para paliar este problema.

Según nos ha informado este profesor, intenta elaborar un dossier para que sus alumnos se puedan documentar y así hacer trabajos de reflexión sobre este problema de ámbito mundial.

Con estos datos, y teniendo en cuenta el hecho de que se trata de un tema de actualidad -por lo menos en el momento de escribir estas líneas-, somos bastante optimistas respecto a la cantidad de información que podremos recuperar. Diarios, dossieres de revistas y una gran cantidad de páginas en Internet puede ser recuperada en poco tiempo.

En este momento aparece una nueva preocupación en la mente del documentalista: ¿cuál o cuáles son las fuentes de información más adecuadas para poder responder adecuadamente a nuestro usuario?

 
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Es necesario, por lo tanto, que hagamos una valoración de las fuentes de información (o lo que es lo mismo, hace falta que las evaluemos). Sin embargo, ¿con qué criterios?

Internet: una fuente de fuentes

"Cualquier información sobre cualquier tema puede encontrarse en Internet".

"Es imposible encontrar algo en Internet".

A pesar del antagonismo evidente de estas dos afirmaciones, estas frases son habituales entre muchos de los usuarios de la red de redes cuando quieren dar una valoración de esta herramienta que ha revolucionado el acceso a la información y su tratamiento.

Aunque la primera afirmación es quizá fruto de un excesivo entusiasmo y la segunda de un excesivo sentimiento de derrotismo, podríamos afirmar que hasta cierto punto las dos frases nos proporcionan una verdad a medias.

Internet ha revolucionado la capacidad de difusión y de acceso a la información. Por un lado, cualquier persona puede editar fácilmente información -por ejemplo, creando una página personal con el contenido que se desee-, y difundirla de forma prácticamente inmediata.

Esto implica que, como fuente de información, Internet sea un gran cajón donde pueden meterse todo tipo de informaciones y donde no siempre es fácil encontrar aquello que buscamos.

Por otro lado, esta dificultad para encontrar información sobre un tema concreto es, al mismo tiempo, fruto de la gran cantidad de información que hay en la red. En este sentido, es humanamente imposible dar un tratamiento exhaustivo a esta información y, por lo tanto, esto dificulta su recuperación.

 
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En este contexto, el profesional de la información puede encontrarse con dos situaciones habituales en el momento de buscar una información:

Quedar literalmente desbordado por la gran cantidad de información que recupera.
Recuperar poca información que, además, no es adecuada para responder la consulta.

¿Significa esto que es imposible encontrar información en la red? Según las autoras de estas líneas, la respuesta a esta pregunta es no.

En Internet podemos encontrar información sobre casi cualquier tema, aunque podemos tener problemas para identificar cuál es la información de más calidad o más fiable.

En este sentido, y tal y como hemos comentado anteriormente, es esencial seguir con cuidado los primeros pasos del proceso de búsqueda y recuperación de información:

Reconocimiento del problema que ha generado la consulta.
Elegir con cuidado los términos que tenemos que utilizar con el fin de hacer nuestra búsqueda.

Criterios de valoración

Lo más importante, y lo primero que se debe hacer en el momento de empezar una búsqueda en Internet, es tener claro lo que buscamos y para qué lo buscamos. Para decirlo de otro modo, tenemos que seguir unas pautas básicas con el fin de no acabar "perdidos en el ciberespacio".

Estas pautas podrían resumirse en:

  1. Tener claro qué estamos buscando y para qué lo estamos buscando. En este sentido, la interacción con el usuario que nos hace llegar la consulta es la principal fuente de información de la que podemos extraer todos los datos necesarios para plantear nuestra búsqueda.

  2. Determinar a priori el tipo de información que buscamos. En Internet podemos encontrar páginas de instituciones oficiales, de agentes comerciales, de personas individuales, libros y revistas electrónicos, bases de datos, informes, etc.

  3. Antes de empezar nuestra búsqueda, determinar el tipo de fuente de información que queremos utilizar nos permitirá llevar a cabo un filtro inicial útil para "rechazar" fácilmente cierto tipo de recursos que recuperaremos.

  4. Tener unos conocimientos básicos del entorno en el que buscamos. En este sentido, conocer las características básicas y las prestaciones de los diferentes buscadores, así como el funcionamiento esencial de la información en este medio, son algunos de los aspectos que tenemos que dominar para movernos con comodidad por Internet.

En función de nuestra capacidad para definir esmeradamente qué es lo que necesitamos, podremos plantear una búsqueda más eficaz y una valoración más fiable de lo que encontramos.

Tal y como nos indica José Antonio Cordón García, los criterios de valoración de las fuentes de información nos permiten discriminar entre diferentes fuentes en el caso de que encontremos más de una con contenidos similares y que, al menos en principio, podrían ser adecuados para responder la consulta de nuestro usuario.

En este sentido, el primer criterio de valoración es justamente el de la idoneidad del recurso, o lo que es lo mismo, la validez de su contenido para dar respuesta a la consulta de nuestro usuario.

El recurso de mayor calidad será el que cubra mejor las necesidades de información de nuestro usuario; es decir, el que resulte más idóneo para nuestra consulta.

De este modo, tendremos que determinar la validez sobre la base de las necesidades de nuestro usuario, sopesando aspectos como, por ejemplo, el hecho de que el recurso o la fuente de información que elijamos trate el tema de la consulta con el nivel de profundidad que él necesita, que esté escrito en un idioma que comprenda o que el coste de la consulta no sea excesivo para sus expectativas.

Otros criterios que podemos aplicar para valorar una fuente de información son:

  1. Exactitud o fiabilidad de la información.
  2. Como hemos comentado anteriormente, cualquier persona o institución puede publicar con facilidad por medio de Internet. Esto implica, en la práctica, que de un mismo tema podamos encontrar informaciones diversas con diferentes puntos de vista.

    Ejemplo

    En el transcurso de nuestra búsqueda en Internet sobre la pobreza en el mundo (centrándonos en concreto en los datos estadísticos sobre los niveles de pobreza en los diferentes países), identificamos páginas tan distintas como:
    La del Banco Mundial, donde se hace referencia a publicaciones y datos estadísticos al respecto.
    La de la UNESCO, donde también podemos consultar un amplio apartado de estadísticas con distintos indicadores del nivel de pobreza en el mundo.
    La página personal de un estudiante universitario interesado en formar un grupo de trabajo de tipo ONG, y que ofrece varias tablas estadísticas con datos sobre el tema que buscamos, pero sin especificar las fuentes de donde extrae la información.

    De todas estas fuentes de información que recuperamos, y desde el punto de vista de la exactitud de los datos, ¿cuáles pensáis que dan unos datos estadísticos más fiables?

    La respuesta a esta pregunta, y sin tener que utilizar otras fuentes para contrastar los datos, es obvia si pensamos en la autoría que hay tras la información.

    Ejemplo

    Anualmente, el Banco Mundial publica en versión papel y en versión electrónica informes en los que se analizan y se proporcionan datos sobre la situación económica de los diferentes países. Estos informes sirven de punto de referencia para un gran número de estudios, y también de base para hacer políticas de valoración de las diferentes acciones que se pueden llevar a cabo con el objetivo de erradicar este problema.

    Por otro lado, los datos de la UNESCO también son un referente importante, en tanto que se trata de uno de los organismos dedicados a promover la cultura y la educación en el mundo.

    Finalmente, la página del estudiante no nos proporciona suficientes garantías respecto a la exactitud de los datos, al no informar al lector de dónde los ha extraído ni de qué fecha son.

    Por ello, una de las mejores vías que encontramos para evaluar la fiabilidad de la información consiste precisamente en identificar a su responsable o responsables, ya que de este modo podremos tener más o menos confianza en los datos aportados.

  1. Objetividad de la información.
  2. Lo que se intenta es responder a las preguntas siguientes: ¿cuál es el objetivo de la información que se ofrece?; ¿se ajusta este objetivo al interés geneal del público al que va destinado?

    El objetivo de la información que ofrece una fuente puede ser relativamente fácil de adivinar a partir de la consulta de apartados como, por ejemplo, una declaración de intenciones del autor o los autores, o una introducción en la que se expliquen los motivos que han originado esta fuente de información.

    En este sentido, en este tipo de apartados que podríamos denominar "introductorios" también se acostumbra a hacer referencia al público al que esta información va dirigida.

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    Poder determinar con seguridad la concordancia entre objetivos de la información y público al que va dirigida no siempre es fácil, pero sí que resulta bastante sencillo detectar los casos en los que esta concordancia no se produce (imaginad, por ejemplo, un libro de aprendizaje de lectura para niños de 3 a 4 años en el que la única información que se ofrece sean nociones de gramática).

  1. Facilidad de acceso.
  2. Cuando se habla de facilidad de acceso a la información en el caso de fuentes de información que encontramos en Internet, se hace referencia principalmente a la amigabilidad de la fuente de cara a su consulta.

    En este sentido, debemos tener en cuenta aspectos como:

    El coste de la información: no sólo en términos económicos, sino también en términos de tiempo.

    El aspecto económico dependerá indudablemente del gasto que el usuario esté dispuesto a hacer para conseguir la información que necesita, a pesar de que como profesionales debemos intentar, por lo menos, darle varias alternativas.

    En lo que respecta al tiempo que se puede tardar en consultar la información, dependerá indudablemente de cuestiones técnicas. A pesar de que la solución no estará siempre en nuestras manos, es conveniente informar al usuario.

    Tecnologías necesarias para la consulta: aunque hay una serie de formatos y herramientas lo bastante conocidas y extendidas para la consulta de información en Internet (por ejemplo, el programa Acrobat Reader para poder leer ficheros pdf), debemos valorar si la página nos informa de qué aplicaciones son necesarias y dónde se pueden encontrar (sobre todo cuando se trata de aplicaciones poco habituales).

    Seguridad en las posibles transacciones de información que sean necesarias para acceder a la información (información de tipo personal o económica).

    Facilidades de navegación: existencia de tutoriales en línea, posibilidad de consultar listas de preguntas más frecuentes (las FAQ o PMF, en español) y posibilidad de acceder a buzones de atención adonde dirigir nuestras consultas.
  1. Originalidad de la información.
  2. Ante cualquier fuente de información nos debemos plantear esta pregunta: ¿hasta qué punto podemos encontrar en otras fuentes de información el contenido que ésta nos ofrece?

    Indudablemente, el hecho de que se formule esta pregunta no quiere decir que el documentalista ponga en duda la originalidad de cualquier otro dato que se proporcione, pero sí que es aconsejable contrastar la información que evaluamos con otras fuentes, para observar posibles discrepancias.

  1. Contenido real que aporta la fuente de información.
  2. El contenido real o substantiveness de la fuente de información es especialmente relevante cuando hablamos de fuentes de información en Internet, y hace referencia al equilibrio entre contenido real que ofrece la fuente de información y los enlaces que aporta para ampliar la información.

    Con un ejemplo lo podemos ver más claro:

    Ejemplo

    La página del estudiante universitario que hemos encontrado en nuestra búsqueda ofrece, además de las tablas estadísticas con datos sobre niveles de pobreza, una gran cantidad de enlaces (links) a páginas de instituciones, organismos y publicaciones que tratan sobre este tema.

    En este sentido, se podría afirmar que esta página contiene más bien una recopilación de información sobre el tema que nosotros buscamos.

    Indudablemente, y teniendo en cuenta la necesidad de información de nuestros usuarios, es más adecuado para ellos obtener la información final -en este caso, tablas estadísticas e indicadores de pobreza- que una relación donde la puede encontrar.

    Esto, sin embargo, no significa que las páginas con contenido basado casi exclusivamente en la recopilación de enlaces no sean útiles. Por el contrario, muchas veces sirven al documentalista como un plano para moverse por Internet e identificar fuentes de información que podríamos considerar "finales" para la resolución de nuestra consulta.

    En todo caso, la necesidad de información del usuario será siempre la que determinará la valoración que hacemos de una fuente de información basándonos en su originalidad.

  1. Integridad de la información.
  2. O lo que sería lo mismo, ¿podemos consultar todo el contenido, o sólo una parte?

    Acostumbra a ser una práctica habitual en ciertas páginas web -especialmente las que tienen un carácter comercial- ofrecer sólo parte de la información accesible de forma gratuita, como reclamo para la posterior adquisición de la totalidad de la obra.

    Dependiendo de cuáles sean los requerimientos que el usuario haya dado respecto a la información que necesita, decidiremos si descartar o no este tipo de fuente de información -si por ejemplo se trata de un libro recientemente publicado, tal vez nuestro usuario está interesado en poder consultar uno o dos capítulos para después adquirirlo.

  1. Cobertura y exhaustividad.
  2. La cobertura y la exhaustividad se deberán ajustar no sólo a los objetivos de la fuente de información, sino también a las necesidades de nuestros usuarios.

  1. Actualización de la información.
  2. Este aspecto es especialmente importante, sobre todo cuando debemos buscar información que varía con el tiempo (caso evidente, por ejemplo, de los datos estadísticos).

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    Generalmente, las propias páginas web que encontramos en Internet acostumbran a señalarnos la última actualización de la información. En caso contrario, también podemos conocer este dato mediante ciertas opciones de nuestro navegador, o contrastando los datos con los aparecidos en otras fuentes de información.

    Para conocer los criterios de valoración de recursos de Internet y terminar de profundizar en ellos, es recomendable que visitéis las páginas siguientes:

    Internet Detective: an interactive tutorial on evaluating the quality of Internet resources

    http://sosig.ac.uk/desire/internet-detective.html

    Tutorial de evaluación de recursos Internet desarrollado por el Institute for Learning and Research Technology (ILRT) de la Universidad de Bristol, dentro del marco del proyecto europeo DESIRE; este proyecto está incluido en el programa sobre telemática para la investigación (Telematics for Research Programme).

    Thinking Critically about World Wide Web Resources
    http://www.library.ucla.edu/libraries/college/instruct/web/critical.htm

    Guía breve de evaluación de recursos en Internet elaborada por Esther Grassian, de la UCLA College Library.

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