¿Por qué evaluar? Objetivo de la evaluación del proceso de búsqueda y recuperación de información

A. Large, L.A. Tedd y R.J. Hartley (1999) dan respuesta a la pregunta con la que se inicia este apartado.

Con la evaluación del proceso de búsqueda y recuperación de información intentamos dar respuesta a las preguntas siguientes:

Evaluación del proceso de búsqueda y recuperación de información

Preguntas que hacen referencia al sistema de recuperación de información o a la fuente de información.
¿Cuál es la mejor manera de diseñar un sistema de recuperación de información?
¿Qué ventajas y qué desventajas presenta el lenguaje controlado respecto del lenguaje natural en un sistema de recuperación de información?
¿Qué características tiene que reunir una interfaz a fin de que sea amigable para el usuario?
Preguntas que hacen referencia a la técnica del proceso de búsqueda y recuperación de información.
¿Cuál es la estrategia de búsqueda más adecuada para cada consulta?
Ante una consulta determinada, ¿qué estrategia nos permitirá recuperar toda la información que necesita el usuario sin recuperar también la que no necesita?
Preguntas que hacen referencia al factor humano que interviene en el proceso de búsqueda y recuperación de información.
¿Cuáles son las características que debe reunir el documentalista ideal para resolver con éxito el proceso de búsqueda y recuperación de información?
¿Con qué criterios evalúa el usuario los resultados obtenidos en el proceso de búsqueda y recuperación de información?

Así, cuando hablamos de evaluación del proceso de búsqueda nos referimos a la evaluación de tres elementos inherentes a este proceso:

Por una parte, las características del sistema de recuperación de información (la base de datos, el catálogo de biblioteca o el buscador de Internet) o la fuente de información que utilizamos con el fin de obtener la información que resolverá la consulta.

Por otra parte, el modo en el que planteamos la búsqueda, que nos permitirá recuperar la información que resolverá la consulta.

Finalmente, evaluamos al propio evaluador; es decir, evaluamos al documentalista (y sus criterios), ya que es quien determina en un primer momento hasta qué punto el sistema, la estrategia y los resultados obtenidos pueden resolver o no la consulta del usuario. También evaluamos al usuario, que es quien determina finalmente si los resultados cubren su necesidad de información.

Podemos evaluar por separado estos tres factores (sistema o fuente, técnica y factor humano) antes de iniciar el proceso de búsqueda y recuperación de información. De hecho, muchas de las pautas que hemos dado hasta ahora pueden servir como criterios de evaluación de los tres elementos.

Aquí, sin embargo, estamos hablando de una evaluación a posteriori; es decir, la que podemos llevar a cabo a la luz de los resultados obtenidos después de haber realizado todo el proceso (después de analizar la consulta, elegir la fuente de información que consideramos más adecuada y elaborar la estrategia de búsqueda que identificaba los términos de la consulta según el lenguaje propio de la fuente de información).

Cuando hablamos de evaluación del proceso de búsqueda y recuperación hacemos referencia a la evaluación que se hace a partir de los resultados de nuestras búsquedas. Mediante esta evaluación, podemos determinar lo siguiente:

Si hemos analizado bien la consulta.
Si hemos planteado bien la búsqueda.
Si hemos elegido las fuentes de información oportunas.

Además, a partir de esta evaluación de los resultados podemos extraer conclusiones sobre los puntos siguientes:

Los requisitos y las características que debe reunir un sistema de recuperación de información.
Las habilidades y los conocimientos que debe reunir el documentalista con el fin de llevar a cabo este tipo de proceso.
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