Los otros y yo: la comunicación interpersonal
 
 

 Para poder comunicar tiene que existir interdependencias


En toda situación de comunicación la fuente y el receptor son interdependientes. El concepto de interdependencia es en sí mismo complejo y puede ser ilustrado definiendo las posibles relaciones entre dos receptores tales como A y B. Estos son independientes solo a condición de que uno no afecte al otro. Por ejemplo el color de los ojos de una persona (A) y el hecho que tenga el pelo largo (B) son independientes. No influyen el uno en el otro.

Existe una relación de dependencia entre A y B si A afecta a B pero B no afecta a A, o viceversa. Por ejemplo la lana y los casos de asma por alergia tienen una función de dependencia pero no mutua. Una persona que sufre asma no tiene ninguna influencia en la lana.

Existen niveles de interdependencia entre conceptos o acontecimientos. La mayor interdependencia se halla en los conceptos llamados diádicos. Por ejemplo, los conceptos de madre e hijo son interdependientes por el mero hecho de existir, pues ninguno puede ser sin el otro. La comunicación entre dos o más personas exige una relación interdependiente. Pero, aún así, los niveles de interdependencia varían de una situación a otra. Podemos distinguir cuatro niveles de interdependencia comunicativa. Estos niveles no se han de comprender como algo mecánico y rígido sino como un sistema de intensidades diferentes que a su vez es in terdependiente.

 Interdependencia física por definición


Si nos detenemos un momento para reflexionar se hace evidente que los conceptos de comunicación de fuente y receptor son diádicos. Dependen uno de otro incluso para su propia definición. No se puede definir una fuente sin definir un receptor y viceversa.

Además de su interdependencia por definición, las funciones de la fuente y el receptor son físicamente interdependientes aun cuando puedan ser efectuadas en distintos momentos de tiempo y lugar. Cuando nos comunicamos de esta forma, no estamos hablando el uno con el otro; estamos simplemente hablando. No nos sentimos cómodos al encodificar ciertos mensajes, a menos de hallarnos en presencia de otra persona. Y no lo podemos seguir haciendo cuando estamos con otro, a menos que éste nos soporte o utilice la situación en provecho propio. Somos interpendientes per tan solo debido a la naturaleza diádica de los conceptos fuente y receptor.

 Interdependencia de acción – reacción.

Para explicar lo que se quiere decir con esta expresión podemos utilizar el ejemplo de la caldera de la calefacción y el termostato de nuestro living. Podemos considerar las conductas del termostato y de la caldera como una relación de comunicación. Tanto el termostato como la caldera hacen de fuente y de receptor. Cada uno encodifica mensajes y recibe mensajes del otro. Cada no influye en el otro. Podemos describir la situación de comunicación entre el termostato y la caldera de la siguiente forma: el termostato tiene una intención, un propósito: mantener la temperatura de la habitación a un nivel determinado, 20° por ejemplo. Mientras la temperatura se mantiene a este nivel, el termostato está silencioso. No encodifica mensaje alguno. Cuando la temperatura baja de ese nivel, el termostato transmite el mensaje a la caldera:"funciona", y el termostato actúa.

Cuando la caldera recibe el mensaje "funciona" lo decodifica y reacciona ante él. Hay una serie de respuestas internas por parte de la caldera que no son enviadas o no son conocidas por el termostato. Sólo se transmite el resultado final del complejo proceso de la caldera, cuando el calor llega al living, es cuando el termostato constata el mensaje hasta que llega el momento de mandar un nuevo mensaje "deja de funcionar" cuando la temperatura se halla al nivel deseado. Se produce, pues, una comunicación continua entre la caldera y el termostato. Cada uno transmite mensajes y los recibe, a su vez. Cada uno reacciona frente a los mensajes que le llegan.


Todo ello lo podemos aplicar al proceso comunicacional. La fuente puede utilizar la reacción de su receptor como verificación de su propia efectividad y como guía de sus futuras acciones. La reacción del receptor es una consecuencia de la respuesta de la fuente. Como tal sirve de feedback para la fuente.

Estamos ante un concepto clave de la comunicación: el feedback. (Utilizaremos este término inglés dado que la traducción española no es muy convincente: retroalimentación). El feedback proporciona a la fuente la información con respecto al éxito que tuvo al cumplir su objetivo. Al hacer esto ejerce un control sobre los futuros mensajes que la fuente encodifica.

A veces subestimamos el valor del feedback en nuestras relaciones interpersonales. Olvidamos hacer saber a nuestros interlocutores que pensamos que han hecho un trabajo que nos parece muy bien o que los queremos; Las respuestas de este tipo son útiles como feedback e influyen en sus futuras acciones hacia nosotros.

Las relaciones acción – reacción son de gran valor para el análisis de la comunicación. El feedback es un importante instrumento de influencia. Las reacciones del receptor son útiles a la fuente para analizar su efectividad. También influye en sus conductas subsiguientes, por servir como consecuencias de sus respuestas anteriores. Si el feedback produce recompensa, se persevera. Si no la produce, se modifica el mensaje para aumentar las probabilidades de éxito.

A pesar de que nos ha sido útil el ejemplo anterior para explicar nuevos conceptos, las personas no son termostatos o calderas. Poseen la capacidad de efectuar respuestas de ensayo dentro del organismo, de utilizar símbolos para anticipar en qué forma habrán que responder los demás a sus mensajes, de desarrollar expectativas con respecto a su propia conducta y a la conducta ajena. El concepto de expectativas es crucial para la comunicación humana. Exige el análisis a un tercer nivel de interdependencia en la comunicación.

 Interdependencia de expectativas: empatía


Toda comunicación humana implica predicciones por parte de la fuente y del receptor con respecto a la forma que los demás habrán de responder al mensaje. Todo comunicador lleva consigo la imagen de su receptor. Tiene en cuenta a éste ( tal como imagina que debe ser) al emitir un mensaje. Prevé las respuestas posibles de su receptor y trata de predecirlas antes de tiempo. Estas imágenes afectan las conductas de su propio mensaje.

El desarrollo de expectativas en el receptor por parte de la fuente tiene su contraparte en el desarrollo de expectativas en la fuente por parte del receptor. Los receptores de la comunicación seleccionan y atienden los mensajes en parte, debido a las imágenes que se han formado de las fuentes y a sus expectativas con relación al tipo de mensaje que estas fuentes habrán de emitir.

Como fuentes y receptores tenemos el uno relación con al otro expectativas que influyen en nuestras conductas en la comunicación. La conducta también se ve afectada por las imágenes que tenemos de nosotros mismos. Nuestras autoimágenes influyen en le tipo de mensaje que creamos y el tratamiento que damos a éstos. Nuestras expectativas con respecto a nuestra propia conducta influyen, por su parte, en la elección de los mensajes que hemos de atender.

La fuente y el receptor de la comunicación poseen cada uno ciertas habilidades de comunicativas, ciertas actitudes y conocimientos. Cada uno existe dentro de un sistema social y de un contexto cultural. Esto afecta la forma en que habrán de reaccionar ante estos mensajes. La comunicación representa un intento de reunir estos dos individuos, estos dos sistemas psicológicos. Los mensajes son utilizados para llevar a cabo esta unión de los organismos.


En cierto sentido, los mensajes son todo lo que los organismos tienen a su alcance. Utilizando mensajes llegamos a "conocer" a otras personas y a conocernos a nosotros mismos. Creemos que podemos comprender en parte lo que está ocurriendo dentro de otra persona. Desarrollamos expectativas sobre lo que está sucediendo dentro de los demás y sobre lo que ocurrirá en nuestro interior.

Cuando expresamos que conocemos a alguien, incluyéndonos a nosotros mismos, estamos diciendo que entendemos la forma en que ese alguien actúa como entidad psicológica; como una persona con pensamientos, sentimientos, emociones, etc. Al hacer estas predicciones, tenemos las conductas físicas como datos básicos. Cada uno de nosotros percibe la forma en que se conducen los demás. Podemos observar estas conductas. Son manifiestas, públicas. Las expectativas presuponen algo más que esto. Implican las conductas privadas del hombre, sus respuestas encubiertas, sus estados internos, sus creencias, sus intenciones. Cuando desarrollamos expectativas, cuando hacemos predicciones, estamos suponiendo que poseemos habilidad empática. La empatía es la facultad de proyectarnos en la personalidad de otros, es decir un proceso a través del cual llegamos a las expectativas, a las anticipaciones de los estados psicológicos del hombre.


Todos anticipamos el futuro; hacemos conjeturas con respecto a las relaciones entre: a) ciertas conductas de nuestra parte, b) conductas subsiguientes con otras personas, y c) conductas subsiguientes propias. Hacemos algo más que accionar y reaccionar. Desarrollamos con respecto a otros expectativas que influyen en nuestras acciones, aun antes de que las adoptemos. Esto es lo que queremos decir con empatía.

 Interacción : objetivo de la comunicación humana


El último nivel de complejidad interdependiente es la interacción. El término interacción designa el proceso de la asunción de rol recíproca, del desempeño mutuo de conductas empáticas. Si dos individuos hacen inferencias sobre sus propios roles y asumen el mismo tiempo el rol del otro, y si su conducta comunicativa depende de la recíproca asunción de roles, en tal caso se están comunicando por medio de la interacción mutua.

La interacción difiere de la acción – reacción en que los actos de cada uno de los participantes de la comunicación se hallan interrelacionados, en que influyen unos en otros a través del desarrollo de hipótesis sobre cuál será el resultado de estos actos, en qué se ajustan a los propósitos de la fuente y del receptor, etc.

El concepto de interacción es primordial para una comprensión del concepto de proceso en la comunicación. La comunicación representa el intento de unificar dos organismos, de llenar la brecha entre dos individuos por medio de la emisión de mensajes que tengan un significado para ambos. En el mejor de los casos, ésta es una tarea prácticamente imposible. La comunicación interactiva se acerca a este ideal.

Cuando dos personas interactúan se colocan en el lugar del otro, tratan de percibir el mundo en la misma forma en que lo hace el otro, procura prever de qué manera habrá de responder éste. La interacción implica la asunción recíproca de un rol, el empleo mutuo de habilidades empáticas. El objeto de la interacción es obtener una perfecta combinación de sí mismo y del otro, una capacidad total de saber anticipar, predecir y conducirse de acuerdo con las mutuas necesidades de sí mismo y del otro.


Podemos decir que la interacción es el ideal de la comunicación, el fin hacia donde tiende la comunicación humana. Podemos comunicarnos sin llegar a un punto apreciable de interacción. Sin embargo, mientras nos hallemos en una situación interaccional nuestra efectividad, nuestra capacidad de afectar y ser afectados por los demás aumentará. A medida que la interacción crece, las expectativas se hacen perfectamente independientes. Los conceptos de fuente y receptor como entidades separadas pierden su significado, en tanto que estamos en pleno proceso comunicacional.

 
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