Producción de imágenes – Conceptos previos – La tipografía
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Los diseñadores saben que los tipos de letra empleados al redactar un texto pueden tener una importancia muy relevante en el diseño gráfico de cualquier producción: Los colores, los tamaños, la separación entre líneas o las familias de letra empleadas pueden actuar con funciones gráficas que, junto con el resto de elementos, configuren el aspecto estético de un documento. Además de estas características que hacen que el texto pueda tener connotaciones gráficas, en ocasiones, el editor digital debe convertir la información textual en información gráfica. De esta forma, en lugar de trabajar sobre un fichero de texto se trabaja sobre un fichero gráfico, con todas sus ventajas e inconvenientes. Para aclarar este concepto, veamos algunos ejemplos de cuándo es necesario hacerlo:
Las ventajas de convertir un texto en imagen son evidentes: podemos aplicar las posibilidades de la edición de imágenes sobre el texto. Pero hay que tener en cuenta que esto supone ciertas desventajas. El texto pierde su naturaleza textual por lo que no es posible editarlo como tal (si por ejemplo detectamos una falta de ortografía, necesitaremos un programa de tratamiento de imágenes para arreglarla). Además, el peso de un fichero gráfico es superior al de un texto, con lo que se requerirá de más espacio de almacenamiento y, en el caso de Internet, de mayor ancho de banda para su transmisión.
Normalmente, al aplicar recursos tipográficos a una producción digital, el documento guarda información del tipo de letra utilizado y no la fuente en sí. De esta forma, si el sistema del usuario dispone de la fuente empleada, los contenidos se mostrarán exactamente como el editor los concibió. En caso contrario, el sistema recurrirá a otra tipografía para mostrar el texto, lo que puede llevar a que el documento que vea el usuario aparezca totalmente desconfigurado, alejado del diseño original. Para evitar cualquier problema de este tipo es importante asegurarse que el sistema en que se verá una aplicación disponga de los tipos de letra correspondientes. Para ello, podemos emplear fuentes estándar (arial, times…) o, en el caso de que sea posible, incluir en la producción las tipografías utilizadas para que el sistema disponga de ellas. La tercera opción es convertir el texto a imagen. Algunas aplicaciones permiten la creación de documentos cuya apariencia no varía en función de la máquina donde se visualice. El formato PDF, de Acrobat, por ejemplo, es uno de ellos. Internet es un soporte con grandes limitaciones en el ámbito tipográfico. Un diseñador novel podría estar horas maquetando un documento HTML con una fuente no estándar y crear una página web que la mayor parte de los internautas no verían correctamente. Leed el artículo "Internet y la tipografía" y comentad en el espacio de debate cual de las 5 soluciones aportadas os parece más adecuada. |
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