Producción audiovisual – Conceptos básicos – El productor audiovisual. El arte de lo concreto
 
 

Según la iconografía mítica contemporánea un productor audiovisual es un caballero de complexión robusta, sentado tras una enorme mesa de roble y que quema billetes de 500 euros mientras se fuma un enorme puro.

Paradójicamente, la realidad es bastante distinta y, por obra y gracia de lo digital, hoy en día cualquiera puede ser un productor audiovisual.


Si nos ceñimos a lo esencial, un productor audiovisual es quien organiza y gestiona los recursos para transformar el guión (la materia prima) en un producto audiovisual terminado (el producto manufacturado).

Cualquier videoaficionado puede convertirse en productor audiovisual con la mera ayuda de una cámara de vídeo digital, un ordenador y, quizás, un guión para la boda de su hermana.

Hoy en día, lo que separa a Elías Querejeta de cualquier mortal es el scope de los proyectos, la nada desdeñable experiencia y la sistemática de trabajo.

Porque el primer requisito a la hora de hacer tangible algo tan intangible como un guión audiovisual es ser sistemáticos y minuciosos. Sólo así podremos llevar el vídeo en Internet más allá del mero vídeo doméstico o del testimonio documental.

Basta con añadir a esa minuciosidad una elaboración esmerada del lenguaje audiovisual y un uso inteligente y económico de las herramientas de trabajo, y tendremos un buen producto audiovisual.

El buen productor audiovisual debe ser:

  • Creativo.

  • Sistemático en su trabajo.

  • Conocedor del medio y el lenguaje.

  • Conocedor de las herramientas.

 Las decisiones de producción

En el mundo del audiovisual, como en tantos otros, resulta muy frecuente escuchar la pregunta «¿Cuánto costaría esto?». Si bien resulta evidente que no es lo mismo producir Titanic que un vídeo de diez minutos sobre las aplicaciones de la laparoscopia, de igual importancia resulta no olvidar que ambos productos se realizan mediante procesos semejantes, en los que se siguen siempre los mismos pasos y siempre en el mismo orden.

Es evidente también que todos estos pasos llevan aparejadas múltiples decisiones que afectarán al coste final del producto, pero también a su calidad y, en última instancia, a su capacidad de transmitir un mensaje o una información a su público potencial.

No se trata de una cuestión de dinero o magnitud de la producción, sino de un proceso capaz de convertir lo intangible en concreto, la descripción en imágenes, la reflexión en mensaje y, en definitiva, el párrafo en diálogo o locución.

Ya al empezar a escribir el guión estaremos iniciando un larguísimo proceso de toma de decisiones que culminará con la entrega del producto terminado.

¿Cuánto debe durar el producto? ¿Qué estilo debe tener? ¿Con o sin locución? ¿Color o blanco y negro? ¿En qué formato se debe grabar? ¿En qué formato se distribuirá? ¿Qué herramientas son las más indicadas para su producción? ¿Cuánta gente integrará el equipo técnico? ¿Una persona? ¿Dos? ¿Tres docenas?

A partir de aquí se inicia el trabajo práctico que servirá de eje durante todo el módulo: vamos a «producir» un vídeo para fomentar el uso de las nuevas tecnologías entre profesores de enseñanza primaria. ¿Alguna idea? Tranquilos, es demasiado pronto todavía, pero ya hemos tomado la primera decisión y tenemos un objetivo: potenciar el uso de los ordenadores entre los profesores.

 
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