Para describir la dinámica de una población, necesitamos considerar varios factores. Los primeros tienen que ver con elementos
de tipo natural y son los que describen indicadores como la natalidad, la mortalidad, la fecundidad, la nupcialidad, la mortalidad
infantil o la esperanza de vida. Otros se relacionan con factores de cariz social, como las migraciones interiores y exteriores,
a las que dedicaremos un espacio en otro apartado.
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El movimiento natural o vegetativo de la población muestra la evolución de una población a partir del cálculo de la diferencia entre el número de nacimientos y número de defunciones
en un lugar determinado y en un periodo de tiempo concreto, habitualmente, un año. Si la diferencia resultante es positiva,
se puede considerar que el crecimiento natural o vegetativo es positivo y, por lo tanto, la población aumenta. En cambio,
si la diferencia es negativa, se considera que la población disminuye.
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Para poder calcular este dato, se necesitan dos indicadores demográficos: la natalidad y la mortalidad. Sin embargo, también
existen otros que nos ayudan a interpretar cuáles son las características de la dinámica demográfica de un lugar concreto:
la fecundidad, la nupcialidad, la mortalidad infantil y la esperanza de vida.
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