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Factor histórico: hasta el siglo xix, más del 70% de la población activa se dedicaba al sector primario, principalmente a la actividad agrícola y ganadera. El
campo se encontraba en manos de las clases privilegiadas, con un campesinado ligado a la tierra con modelos de explotación
de agricultura de subsistencia. Las reformas puestas en marcha a mediados del siglo xix llevarán los cambios al campo de la mano de los procesos de desamortización*, las lentas innovaciones técnicas y la leve reducción de la mano de obra campesina provocada por el éxodo rural en las ciudades.
En los inicios del siglo xx, la agricultura española se debate entre procesos innovadores y de aumento de la productividad y la pervivencia de estructuras
estancadas e inmovilistas. En esta época, la población activa mantiene su tendencia a la reducción, pero hasta los años 60
la tendencia no cambiará y el progreso parecerá ser una realidad en el campo español. La modernización definitiva del sector
primario llegó con la entrada de España en la Unión Europea, por la que las actividades agrarias, ganaderas y pesqueras se
integran definitivamente en la economía de mercado.
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La población activa agraria: las altas tasas de población activa características de la agricultura tradicional empezaron a disminuir progresivamente
desde el siglo xix hasta la década de 1970 para acabar en la tasa del 5%. En la actualidad, la distribución de la población activa en el ámbito
territorial es muy desigual. Galicia, Andalucía y Extremadura tienen tasas por encima de la media. En cambio, Baleares, Cataluña,
el País Vasco y Madrid se encuentran por debajo de la media. En estas comunidades autónomas, la población activa se ha desplazado
al sector terciario y secundario. Su configuración también ha cambiado, ya que la mecanización ha contribuido a la explotación
directa a cargo de los mismos propietarios, la contratación de temporeros (a menudo inmigrantes) y asalariados y la aparición
del trabajo a tiempo parcial que permite compatibilizar las labores del campo con otras actividades productivas.
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Los factores técnicos hacen referencia a la mecanización, la investigación y las nuevas tecnologías. La plena incorporación a la economía de mercado
ha hecho que este factor destaque por encima del resto. La mecanización ha sido la base de la revolución agraria y se ha adaptado
a las características de cada cultivo y a todas las fases del trabajo agrario. La investigación ha facilitado la llegada de
los fertilizantes y de los productos fitosanitarios, ha contribuido a la selección de las mejores semillas y ha optimizado
los sistemas de riego.
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Factores políticos: las políticas aplicadas por los Gobiernos y, concretamente en el caso de España, por la Unión Europea han influido de forma
decisiva en el desarrollo del sector primario. Se han producido dos tendencias, que son la potenciación o eliminación de ciertos
cultivos o explotaciones ganaderas y la ampliación o restricción de cuotas pesqueras y zonas de explotación.
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