Para poder entender las características de la actividad industrial en España, hay que abordar en primer lugar algunos aspectos
de su evolución y algunos de los factores diferenciales respecto de la evolución de la industria en el contexto europeo.
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En general, la industria en España se caracteriza por una industrialización tardía y se distinguen en ella tres periodos:
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La llamada primera revolución industrial se produce en España en los años treinta del siglo xx, aunque en realidad se habían producido algunos intentos previos en pleno siglo xix, especialmente localizados en Cataluña, el País Vasco y Asturias, con constantes interrupciones en el proceso industrializador
–inestabilidad política interna y guerras carlinas–, que impiden que el despegue sea definitivo.
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En las primeras décadas del siglo xx, se producen las circunstancias necesarias para el despegue de la industria española, se experimenta un incremento sostenido
de la industria. Esta tendencia positiva se ve neutralizada como consecuencia de los efectos de la Guerra Civil y los resultados
de la política aplicada posteriormente por el régimen franquista entre 1930 y 1950. Hasta 1959, con el Plan de Estabilización,
la industrialización no alcana una aceleración sin precedentes.
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Con posterioridad al año 1975, se inicia una etapa caracterizada por el incremento constante en la producción industrial con
una reducción de los puestos de trabajo en la industria y por la globalización de los mercados con la entrada en la Unión
Europea. Al mismo tiempo, se consolida el paradigma tecnológico informacional y, finalmente, se inicia una tendencia generalizada
de privatización de industrias públicas.
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Esta tercera etapa, la más contemporánea a nuestros tiempos, se subdivide al mismo tiempo en dos periodos. Por una parte,
el periodo 1975-1985 se caracteriza por la crisis energética mundial. Teniendo en cuenta los problemas específicos de la industria
española durante la etapa anterior, la variación de los precios del petróleo afectó profundamente a la industria española.
La alteración profunda de los costes y los precios relativos motiva un proceso de ajuste profundo de los sectores maduros
de la industria española (siderurgia, construcción naval, bienes de equipo y sector textil) para adaptarse a las nuevas condiciones
de competencia internacional.
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Por otra parte, el periodo que va desde 1985 hasta la actualidad se caracteriza por la apertura a la competencia exterior
y el capitalismo global. La industria española se ve determinada por la competencia con productos, cualidades y precios sin
la protección del mercado interior, en los mercados internacionales y en particular en el mercado comunitario.
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A pesar de la entrada de España en el mercado común europeo (que supone un proceso de renovación, modernización de los equipos
productivos e introducción de nuevas técnicas), la industria española se caracteriza por un retroceso tanto en la creación
de empleo en el sector de la industria como en el peso relativo de valor añadido.
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Fijaos en las figuras siguientes:
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Empleados en la industria en el periodo 1993-2007 (en miles)
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Fuente: INE |
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Evolución de la estructura de la economía. Valor añadido para el periodo 1997-2007 (en porcentaje)
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Fuente: INE |
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España se presenta como un país de servicios. La industria es la segunda actividad en orden de importancia en el conjunto
de la economía española.
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La deslocalización industrial (descrita en el punto 2.3.2) tiene también efectos sobre las empresas y las economías locales
y regionales españolas. El modelo industrial español se encuentra expuesto al fenómeno de la deslocalización y compite en
todo el mundo por la ubicación de la actividad.
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Entre las fortalezas de la industria española, hay que destacar la existencia de:
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un mercado amplio, teniendo en cuenta el ámbito de la Unión Europea, con un largo proceso de crecimiento tecnológico gracias
a la disponibilidad de capital y el acceso a tecnología importada,
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mano de obra cualificada y experimentada,
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tejido empresarial sólido, diversificado, integrado y flexible,
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estabilidad macroeconómica y Estado de derecho.
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Entre las debilidades de la industria española, cabe destacar:
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la especialización en productos de contenido tecnológico medio-alto (limitado al automóvil) y bajo (la mayoría de sectores
de exportación) sin cambios sustanciales desde la década de 1990,
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un bajo porcentaje de importaciones de tecnología avanzada, lo que supone que la industria española no ofrece productos sofisticados
y de alto valor añadido,
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especialización productiva en sectores de demanda con crecimiento bajo y escasa presencia en los mercados más dinámicos.
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El resultado ha sido un bajo crecimiento de la productividad del trabajo por el bajo incentivo para sustituir mano de obra
por capital y tecnología. Todo eso no ha servido para intensificar las ventajas comparativas ante los países de mano de obra
barata así como tampoco para mejorar la posición española ante los países con tecnologías avanzadas.
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La deslocalización es un proceso inevitable e irreversible aunque no necesariamente negativo, que reta al sector industrial
español a acelerar el paso en la vía del desarrollo de capital humano, tecnología e innovación.
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