Comunidades digitales

Comunidades por doquier

Las comunidades virtuales -o mejor digitales, tal y como explicaremos a continuación- posiblemente sean un elemento clave en el pasado y el futuro de Internet. Es pronto para generar historiografía seria sobre Internet y para especular sobre el futuro de la Red, pero no cabe duda de que dichas comunidades son un elemento primordial en el presente de Internet.

Consideraciones teóricas aparte, las comunidades digitales son vistas por especialistas, empresarios, inversores y consultores como el espacio en el que se desarrollarán las primeras fases del comercio electrónico. Y los medios de comunicación digitales -los nuevos y los reciclados- ven en las comunidades el futuro inmediato de sus audiencias. De hecho, unos y otros están hablando de un mismo modelo de comunidades, en el que los usuarios -o interactores, como propondremos más adelante- son a la vez sujetos que compran, se informan, crean contenidos y se relacionan entre sí.

El simple hecho de que los principales impulsores privados de Internet crean que las comunidades digitales son importantes, y actúen en consecuencia, ya hace que lo sean.

No todas las comunidades virtuales son digitales

Internet debe ser posiblemente el medio que haya generado más neologismos en los últimos años. Sobre muchos de estas nuevas palabras o acepciones no hay sentada cátedra alguna, y posiblemente el "sentar cátedra" no sea tampoco la mejor forma de actuar para instaurar un término comúnmente aceptado.

 

Cita No pretendemos sentar cátedra (en ninguno de los módulos de este curso), pero una vez más nos remitimos al uso de las palabras para que las utilicemos en consecuencia:

Pero los especialistas en realidad virtual afirman que las pinturas de las cavernas ya eran ejercicios de realidad virtual -y posiblemente mucho más convincentes para los usuarios de entonces que los ensayos actuales-. Y los economistas hace años que se refieren a la virtualidad del dinero y del comercio. Por lo tanto la definición de comunidad virtual no debería quedar exenta de crítica.

Todas las comunidades digitales son, efectivamente, virtuales. Pero la comunidad católica, la comunidad azulgrana o la comunidad de amantes de las setas son igualmente virtuales, sin necesidad de bits. Se refieren igualmente a universos imprecisos que generan sinergias entre individuos, que crean conciencia de grupo y que utilizan diversas herramientas para crear y distribuir flujos de información.

Todas las comunidades digitales son virtuales, pero no todas las comunidades virtuales son digitales. Para suerte de sociólogos, antropólogos y psicólogos...

Nosotros nos centraremos en las comunidades digitales.

La formación de comunidades digitales

La existencia de comunidades digitales está completamente ligada a la existencia de redes telemáticas: si se crean redes telemáticas es para permitir la comunicación entre individuos y organizaciones, y los individuos y las organizaciones no se comunican entre sí al azar y sin motivo, sino que lo hacen porque tienen información e intereses a compartir.

Antes de la popularización de Internet, en diversos ámbitos académicos, profesionales, o simplemente de ocio, ya se utilizaban las BBS. La existencia de una BBS comportaba por fuerza la existencia de una comunidad, o más de una. Aún hoy, con unas redes tan pobladas como las metrópolis urbanas, la fase en la que el individuo se enfrenta solo al resto de Internet se restringe a los primeros días o semanas de conexión. Poco a poco va estableciendo un sistema de relaciones con otros individuos. A veces estas relaciones se cristalizan en buena parte en el seno de una comunidad digital constituida. Otras no, y precisamente la consolidación de estas sinergias entre individuos es lo que acaba constituyendo una nueva comunidad digital. Y si después de unas semanas la persona debutante no encuentra su círculo de relaciones digitales muy posiblemente su interés por integrarse en la red disminuirá hasta quedar restringido a un uso meramente utilitario o profesional. Es natural, los seres humanos somos, en principio, sociales.

Las primeras comunidades digitales tuvieron finalidades académicas, puesto que la red en si tenía fines académicos. Pero la gente empezó a conocerse y a coger confianza, abriendo nuevas sendas en las posibilidades de relacionarse en un nuevo medio como Internet, y poco a poco empezaron a surgir grupos de relaciones sobre temas "extralaborales". Música, deportes, política y por supuesto sexo figuran como temas de conversación y diálogo en Internet desde mucho antes de la creación de la World Wide Web.

El paso siguiente al intercambio de información fue el intercambio de servicios (traducciones, programación de aplicaciones, inscripciones a congresos, etc.) y productos (programas informáticos, material de coleccionista, informes, dossiers, etc.). Estos intercambios precarios irían evolucionando hasta configurar el actual comercio electrónico.
La evolución sostenible (para utilizar términos ecologistas) empezó a alterarse allá por el 1996 y posiblemente en estos momentos estemos viviendo (o estemos a punto de vivir) una fase en la que la inflación que rodea el concepto de “comunidad virtual" es altísima. Todo esto viene producido por el empuje de los principales inversores privados de la red, que han convenido en pronosticar que su clientela hoy por hoy (o hoy por mañana) se encuentra en las comunidades digitales.

Así, hoy encontramos comunidades digitales bajo las piedras. No sólo nos podemos apuntar gratis a las comunidades más variopintas, sino que desde hace unos meses los que denominamos "portales" ofrecen a cualquiera la oportunidad de montar su propia comunidad, gratis y en cuestión de minutos. Como su intención de convertirse en portales de Internet ha fracasado, han rebajado sus propósitos y ahora intentan convertirse en portales de sus comunidades vecinales. Microsoft Network (MSN), Yahoo!, Excite, Lycos y a más distancia Ciudad Futura, Telépolis y Olé intentan posicionarse en este mercado.

 

Contenido complementario También se ha convenido en aplicar el término de comunidad a webs que combinan una oferta de productos especializada en un sector, información relativa a dichos productos y al sector y algunos espacios de diálogo entre los participantes de estas comunidades.

En términos absolutamente asépticos podemos decir que una comunidad digital es un espacio en el cual convergen diversos elementos. No todos los elementos son imprescindibles y no es una lista cerrada a nuevos elementos:

- Objetivos comunes.
- Criterios explícitos de pertenencia a dicha comunidad
- Información de interés para los miembros (noticias, directorio FTP)
- Herramientas de diálogo (listas de correo, grupos de noticias, chats)
- Herramientas de intercambio (tablón de anuncios, comercio electrónico) .

Tipos de comunidades digitales

Las comunidades -digitales o no- se distinguen por los intereses u objetivos que tienen en común los individuos que las forman.

Las comunidades digitales tienen poco que ver, en principio, con las comunidades físicas rígidas que implican un alto nivel de pertenencia como ciertas comunidades indígenas, religiosas o políticas.

Si el concepto de individuo en el ciberespacio es más flexible (en el tiempo, en el espacio, en la presencia) también lo son sus relaciones con otros individuos. Es decir, mientras que en muchas comunidades clásicas la pertenencia a una comunidad puede descartar la pertenencia a otras, en las comunidades digitales dicha pertenencia se flexibiliza hasta configurar una asistencia, un uso, una aportación..., en una palabra, una interacción. Esta misma flexibilidad permite la participación en diversas comunidades, lo que implícitamente conlleva la especialización de dichas comunidades.

Una posible tipología de comunidades virtuales por objetivos de sus miembros y especialización sería la siguiente, aunque, en la práctica nos encontramos con muchos casos híbridos:

  • Comunidades académicas. Sus miembros tienen como objetivo común la investigación en un ámbito determinado.
  • Comunidades profesionales. Similares a las anteriores, pero centradas en perfiles profesionales.
  • Comunidades comerciales. Construidas alrededor del interés en consumir una gama de productos.
  • Comunidades ideológicas. Considerando la ideología en un sentido amplio, no estrictamente político, aquéllas que tienen un objetivo ético, ideológico, moral, etc.
  • Comunidades de entretenimiento. Grupos de personas que comparten una afición. Aquí también se incluyen las que juegan a través de medios digitales dentro de la comunidad, MUD (Multi User Dialog), juegos online, etc.

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