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El impulso y la entrada
en las dinámicas de la Sociedad de la Información que ha llevado a cabo Estados Unidos
es un referente mundial, pero difícil de seguir. |
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Mientras que Estados Unidos es un área geográfica homogénea (políticamente,
legislativamente, lingüísticamente), con un mercado interno unificado y un alto
potencial exportador en industrias culturales, Europa es todo lo contrario. El mapa
Europeo se caracteriza por ser un puzzle de lenguas, culturas, administraciones,
legislaciones, variables económicas, etc.
Este motivo -entre otros- hace comprensible que la administración norteamericana
iniciase su andadura hacia la Sociedad de la Información liberalizando el sector de las
telecomunicaciones y potenciando la investigación e inversión en infraestructuras
tecnológicas, dejando el resto a "las leyes del mercado".
La Unión Europea también ha seguido este camino, pero de forma más lenta, puesto que
ha sido necesario llegar a acuerdos entre los diversos Estados miembros. Además, en un
espacio como el europeo no hay suficiente con asentar las infraestructuras tecnológicas y
dejar el resto al mercado:
- Porque no existe un mercado, sino decenas de mercados nacionales
- Porque una mayoría de europeos percibe la "información" no sólo como una
fuente de trabajo, formación y entretenimiento, sino también como un bien cultural que
no se puede dejar alegremente a merced del mercado y las empresas privadas. .
Así, la entrada en la Sociedad de la Información, la denominada "construcción
de Europa" y la competencia económica con Estados Unidos y los países asiáticos
forman parte casi de la misma estrategia. Los avances en uno de estos pilares han
comportado generalmente avances en los otros dos. Pero, siguiendo la correspondencia, los
golpes encajados en uno de ellos comportan debilidades en los otros.
La negociación y los movimientos en el puzzle europeo se vuelven aun más complejos
cuando superponemos estos tres pilares interdependientes ya que se combinan:
- Las variables e intereses de los estados miembros en sus políticas nacionales,
lingüísticas y culturales.
- Las diferentes legislaciones y precedentes históricos en materia de telecomunicaciones
en cada estado.
- Las diferencias entre los intereses de los sectores agricultores e industriales
clásicos, por un lado, y los de las industrias ligeras potenciadoras de la Sociedad de la
Información.
- Las discrepancias entre proeuropeos y euroescépticos.
- Las discrepancias entre "pronorteamericanos" y
"norteamericanoescépticos" en temas de competencia comercial.
Unión Europea y Sociedad de la Información
Un sujeto complejo como es Europa debate un problema complejo (el paso de la Sociedad
Industrial a la Sociedad de la Información) en unos marcos complejos (desde las cámaras
y la comisión europea al G7, de la OCDE a los parlamentos de cada estado) intentando
combinar intereses complejos y a veces incompatibles.
La aplicación del Informe Bangemann (abordar simultáneamente la Sociedad de la
Información y la Unión Europea) es compleja:
- Planteamientos de países como Suecia o Dinamarca, con unas sociedades bastante
"informacionalizadas" y una política muy reservada con respecto a la
unificación europea, no convergen fàcilmente con los intereses y realidades de estados
como España o Portugal, proeuropeos pero con unos índices económicos que describen unas
realidades más "industriales".
- Gran Bretaña, país con un enorme peso en las industrias de la comunicación, podría
jugar una baza importante en la Unión Europea, pero sus discrepancias con el proyecto
europeo y sus alianzas con Estados Unidos dificultan la aprobación de acuerdos fuertes.
- Francia es otro caso aparte. Tiene un sector primario y secundario potente, una
política de telecomunicaciones peculiar, una confrontación comercial con Estados Unidos
especialmente en la industria de contenidos y un sistema de comunicación en red -el
Minitel- tan implantado en el país como desconocido fuera de él.
- Alemania ha asumido el lideraje de este proceso, en gran parte debido a los intereses de
los potentes grupos multimedia alemanes. Pero este impulso también se ha visto debilitado
por la crisis política interna de Alemania.
Y si el pastel está así, la base que lo sustenta no está mejor. La Comisión Europea
ha perdido un peso y prestigio político en el año 1999. Los equilibrios de fuerza en el
Parlamento Europeo han variado en los últimos años y el clima de euforia europeísta que
enmarcó la Europa de Maastricht, el Tratado de Schengen y el propio Informe Bangemann en
estos momentos no existe.
Pero tampoco queda claro qué repercusiones tendrá esto en la velocidad de desarrollo
de la Sociedad de la Información en Europa.