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Uno de los principales
retos actuales del periodismo en el medio digital es el de mantener una personalidad
propia frente a la información publicitaria y la información destinada a vender. |
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Los periodistas deben respetar los derechos de autor.
La profesión periodística censura el
plagio, y el hecho de que la comunicación digital lo simplifique no provoca que sea menos
censurable. Lo que sucede es que si en los medios analógicos la tendencia se encaminaba
hacia no copiar (o plagiar y atenerse a las posibles consecuencias), en los medios
digitales la reproducción es extremadamente sencilla, por lo que la tendencia se dirige
hacia el enlace o hacia la copia textual citando la autoría original.
La problemática relativa a los derechos de autoría y reproducción se tratarán más
adelante. Pero el compromiso del periodista a actuar lícitamente se mantiene invariable
en el medio digital. Al fin y al cabo, como autor, es el primer interesado.
- Los periodistas no deben obtener provecho económico de sus informaciones
Al margen de su sueldo, se entiende, no deben recibir regalos, favores, compensaciones
económicas, etc., que puedan influir en su trabajo. Tampoco pueden hacer uso empresarial
de las informaciones que obtienen en su condición de periodista.
Dejamos aquí de lado los frecuentes regalos navideños, las comidas y viajes pagados.
El hecho de publicar en un medio digital no varía la condición ética de estas
prácticas. Tampoco es propio del medio digital otro asunto que ha levantado una gran
polémica en Estados Unidos. Tradicionalmente, los periodistas no pueden tener inversiones
colocadas en las empresas sobre las que informan. Esto era absolutamente lógico hace unas
décadas, cuando el típico inversor tenía un perfil muy diferente al actual y los
periodistas no invertían en bolsa.
Hoy los periodistas, al igual que cualquier profesional, pueden tener interés en
colocar parte de sus ahorros en la bolsa. Pero los periodistas especializados en nuevas
tecnologías se encuentran con que no pueden invertir en las empresas de la nueva
economía digital, que es el segmento de mercado que está dando unos mayores
rendimientos. Puede parecernos una cuestión secundaria, pero este punto ha sido el que ha
iniciado el debate sobre la ética periodística en Estados Unidos.
- Los periodistas deben combatir los monopolios informativos y las concentraciones.
Gran proclama a favor de la libertad, riqueza y variedad informativa. Pero si en los
medios tradicionales queda poco claro cómo puede combatir el periodista estos procesos,
en el medio digital, contemporáneo a una época de grandes concentraciones, la frase
queda aún más en entredicho. No por su formulación sino por su aplicación real.
Una acción en pro de la diversidad informativa, que sí que está de la mano del
periodista, es la eliminación del propio monopolio informativo mantenido por la
profesión periodística. Y a ello se llega contribuyendo a la riqueza informativa de las
fuentes, a la credibilidad de fuentes no periodísticas y al acceso a la Red de fuentes,
que por sí solas no pueden hacer llegar sus informaciones al medio digital. El código
ético de la Sociedad de Periodistas Profesionales de Estados Unidos recoge este espíritu
con la frase "Give voice to voiceless.
Conclusiones
Cumplir a rajatabla estos principios no sólo tiene unos costes morales, sino también
unos costes económicos evidentes. Crear contenidos bajo estos parámetros implica una
mayor dedicación de tiempo y de dinero, por lo que asumir este código puede convertirse
no sólo en una cuestión de ética periodística, sino también de profesionalidad. Este
código debe ser asumido tanto por los periodistas, como por los medios que vayan a
obtener unos ingresos y unos beneficios adicionales por el hecho de estar explícitamente
certificados y autorregulados.
Esta tendencia dependerá, sobre todo, de que haya una demanda por parte de los
no-periodistas (lectores, usuarios, fuentes, interactores, etc.) de disponer de una
información creada bajo este código deontológico. Si esta necesidad no existe o no se
genera, el periodismo puede evolucionar hasta llegar a unas formas de comunicación que
hoy no admitiríamos como periodísticas, y a su disolución como profesión.
Y si la sociedad deja de necesitar un grupo profesional periodístico con un código
deontológico explícitamente asumido, puede ser a causa del buen trabajo informativo que
estén llevando a cabo los múltiples profesionales y aficionados a la comunicación, o
porque la propia sociedad haya decidido prescindir de una ética de la comunicación,
dejando la regulación a las denominadas leyes del mercado.