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Ética y deontología periodística en la sociedad de la información

El cuarto poder

En la sociedad industrial, los medios de comunicación ocupaban una posición intermedia entre los poderes públicos y las sociedades democráticas. El "cuarto poder" se definía como una herramienta de control al servicio de la ciudadanía, que obtenía una información transparente e imparcial a través de los medios y se integraba a través de la opinión pública. Los medios de comunicación eran, pues, el elemento imprescindible para poder fundamentar el corolario de la libertad y el control sobre los abusos de poder en las democracias liberales.

No entraremos a analizar la aplicación concreta de estas formulaciones. Baste decir que, bajo esta inspiración, los medios de comunicación fueron siempre reacios a la creación de códigos jurídicos que pudieran menoscabar su libertad e independencia frente al Estado, fomentando conceptos alternativos como los códigos deontológicos -o códigos éticos- y la autorregulación. Estos códigos recaen en la conciencia del periodista profesional y esta autorregulación recae sobre la conciencia y la ética de las empresas dedicadas a la información.

El periodismo en la nueva coyuntura

En las sociedades democráticas actuales, el periodista no es un profesional sin más. Su actividad informativa tiene una trascendencia social reconocida y explicitada en el reconocimiento de derechos, como la cláusula de conciencia y el secreto profesional. El respeto a estos derechos de los periodistas, la independencia de los medios y la pluralidad informativa constituyen uno de los pilares fundamentales del Estado de Derecho.

Pero todo este marco entra en crisis con la progresiva implantación de la sociedad de la información. Los medios de comunicación tradicionales dejan de ser el único medio de comunicación entre los organismos públicos, las organizaciones privadas y los ciudadanos. Los periodistas dejan de ser los únicos individuos con posibilidad de informar. Las comunicaciones se establecen entre ciudadanos de diferentes estados, sujetos a diferentes jurisdicciones legales, a diferentes valores éticos, a diferentes referentes culturales.

Todo esto complica la aplicación real de unas autorregulaciones y unos códigos deontológicos que siempre se han visto envueltos en controversias, incluso en el seno de la profesión periodística. Dado que hemos considerado vital para el futuro de la profesión periodística la asunción explícita de un código ético y de una autorregulación, será necesario dar un repaso a los actuales códigos deontológicos para intuir sus posibles integraciones en el marco de la sociedad de la información.

Los códigos deontológicos de la profesión periodística inciden en los siguientes aspectos:

  • Aceptación explícita del código deontológico

 

Contenido complementario El periodista debe asumir el código deontológico y cumplirlo, no puede mantenerse impasible ante infracciones y puede aplicar la cláusula de conciencia cuando sea incitado u obligado a desviarse de él.
  • El periodista debe explicar la verdad.

La mayoría de códigos éticos asumen que la verdad, la objetividad y la imparcialidad no existen de forma absoluta. No obstante, sí que existen procedimientos que permiten aproximarnos a informaciones veraces, o cuando menos a alejarnos de informaciones deformadoras o falsas. Es recomendable trabajar recogiendo testimonios de diversas fuentes, contrastando informaciones, documentando la información, rectificando cuando se pone de manifiesto un error y otorgando derecho de réplica a los sujetos de la información. La especialización también ayuda, aunque no es garantía de por sí.

El periodismo convencional se encuentra con limitaciones de tiempo y espacio al intentar cumplir las recomendaciones anteriores. El periodismo electrónico por sí mismo no asegura más tiempo al periodista para elaborar su información, pero sí le permite disponer de todo el espacio que desee a la hora de documentar una información, así como de un factor temporal más flexible a la hora de añadir contenidos, tales como ampliaciones de información, nuevos testimonios, comentarios de lectores, réplicas de fuentes, etc.

Otra rutina periodística propia del medio digital, que incrementa las posibilidades de contraste de información, es el establecimiento de enlaces con otras versiones de dicha información presentes en la Red.

Explicitar el proceso de creación y gestión de la información también acrecenta la credibilidad.
  • El periodista debe respetar las fuentes y los sujetos de la información.

En la mayoría de legislaciones el derecho de información queda limitado por otros derechos fundamentales de los ciudadanos: derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen, a la presunción de inocencia, así como derechos especiales de la infancia y la juventud.

 

Contenido complementario Los periodistas no están exentos de estas limitaciones, aunque su libertad de información se ve ampliada respecto al resto de la ciudadanía en determinados casos, cuando una información es de "interés público" y/o cuando su protagonista es una "persona pública"..

Otras consecuencias del trato especial a la relación entre periodistas y fuentes son el derecho al secreto profesional, el respeto al "off the record" y al silencio de las fuentes.

La esencia de estos derechos no varía por el hecho de estar trabajando en un medio digital. Lo que sucede es que la difusión transnacional de los contenidos informativos, pone en juego múltiples apreciaciones éticas y legislaciones sobre el honor, la intimidad y el carácter público de las personas.

 

 

Ejemplo indicativo Lo que sucede es que la difusión transnacional de los contenidos informativos pone en juego múltiples apreciaciones éticas y legislaciones sobre el honor, la intimidad y el carácter público de las personas.

 

Contenido complementario
  • El periodista no debe mezclar información y opinión.

La legislación deja claro que la libertad de expresión y la libertad de información no deben confundirse. Los libros de estilo de todo medio también marcan una clara distinción entre información y opinión. En la práctica, esta división no está tan clara, lo que ha generado y genera un gran debate en facultades de periodismo y redacciones.

Pero en un marco de abundancia de información la función del periodista digital casi se desplaza al extremo opuesto. Los ciudadanos nadan en información, y algunos casi se ahogan. Uno de los papeles del periodista digital es seleccionar información, priorizarla y descartar fuentes, y lo hará bajo un criterio subjetivo, por supuesto. Por lo tanto, la opinión del periodista pasa de ser un elemento secundario, cuando no sobrante, a constituir el factor principal, por cuyo motivo un periodista tiene los lectores (o interactores) que tiene. Esto ya sucedía con determinado tipo de prensa e información, pero en el medio digital la opinión explícita de los periodistas puede ser una de las formas de mantenerse a flote.

 

Contenido complementario
  • El periodista no debe mezclar información y publicidad.

Las Ciencias de la Comunicación consideran información y publicidad como elementos diferentes, los profesionales de los medios de comunicación tradicionales los perciben casi como antagónicos, las caras opuestas de una misma moneda, concretamente de la moneda que hace rentable el negocio de la comunicación de masas. La frontera entre información y publicidad también se viene discutiendo enardecidamente desde hace décadas, mucho antes de que nada parecido a Internet existiera.

Uno de los principales retos actuales del periodismo en el medio digital es el de mantener una personalidad propia frente a la información publicitaria y la información destinada a vender.

Los periodistas deben respetar los derechos de autor.

La profesión periodística censura el plagio, y el hecho de que la comunicación digital lo simplifique no provoca que sea menos censurable. Lo que sucede es que si en los medios analógicos la tendencia se encaminaba hacia no copiar (o plagiar y atenerse a las posibles consecuencias), en los medios digitales la reproducción es extremadamente sencilla, por lo que la tendencia se dirige hacia el enlace o hacia la copia textual citando la autoría original.

La problemática relativa a los derechos de autoría y reproducción se tratarán más adelante. Pero el compromiso del periodista a actuar lícitamente se mantiene invariable en el medio digital. Al fin y al cabo, como autor, es el primer interesado.

  • Los periodistas no deben obtener provecho económico de sus informaciones

Al margen de su sueldo, se entiende, no deben recibir regalos, favores, compensaciones económicas, etc., que puedan influir en su trabajo. Tampoco pueden hacer uso empresarial de las informaciones que obtienen en su condición de periodista.

Dejamos aquí de lado los frecuentes regalos navideños, las comidas y viajes pagados. El hecho de publicar en un medio digital no varía la condición ética de estas prácticas. Tampoco es propio del medio digital otro asunto que ha levantado una gran polémica en Estados Unidos. Tradicionalmente, los periodistas no pueden tener inversiones colocadas en las empresas sobre las que informan. Esto era absolutamente lógico hace unas décadas, cuando el típico inversor tenía un perfil muy diferente al actual y los periodistas no invertían en bolsa.

Hoy los periodistas, al igual que cualquier profesional, pueden tener interés en colocar parte de sus ahorros en la bolsa. Pero los periodistas especializados en nuevas tecnologías se encuentran con que no pueden invertir en las empresas de la nueva economía digital, que es el segmento de mercado que está dando unos mayores rendimientos. Puede parecernos una cuestión secundaria, pero este punto ha sido el que ha iniciado el debate sobre la ética periodística en Estados Unidos.

  • Los periodistas deben combatir los monopolios informativos y las concentraciones.

Gran proclama a favor de la libertad, riqueza y variedad informativa. Pero si en los medios tradicionales queda poco claro cómo puede combatir el periodista estos procesos, en el medio digital, contemporáneo a una época de grandes concentraciones, la frase queda aún más en entredicho. No por su formulación sino por su aplicación real.

Una acción en pro de la diversidad informativa, que sí que está de la mano del periodista, es la eliminación del propio monopolio informativo mantenido por la profesión periodística. Y a ello se llega contribuyendo a la riqueza informativa de las fuentes, a la credibilidad de fuentes no periodísticas y al acceso a la Red de fuentes, que por sí solas no pueden hacer llegar sus informaciones al medio digital. El código ético de la Sociedad de Periodistas Profesionales de Estados Unidos recoge este espíritu con la frase "Give voice to voiceless”.

Conclusiones

Cumplir a rajatabla estos principios no sólo tiene unos costes morales, sino también unos costes económicos evidentes. Crear contenidos bajo estos parámetros implica una mayor dedicación de tiempo y de dinero, por lo que asumir este código puede convertirse no sólo en una cuestión de ética periodística, sino también de profesionalidad. Este código debe ser asumido tanto por los periodistas, como por los medios que vayan a obtener unos ingresos y unos beneficios adicionales por el hecho de estar explícitamente certificados y autorregulados.

Esta tendencia dependerá, sobre todo, de que haya una demanda por parte de los no-periodistas (lectores, usuarios, fuentes, interactores, etc.) de disponer de una información creada bajo este código deontológico. Si esta necesidad no existe o no se genera, el periodismo puede evolucionar hasta llegar a unas formas de comunicación que hoy no admitiríamos como periodísticas, y a su disolución como profesión.

Y si la sociedad deja de necesitar un grupo profesional periodístico con un código deontológico explícitamente asumido, puede ser a causa del buen trabajo informativo que estén llevando a cabo los múltiples profesionales y aficionados a la comunicación, o porque la propia sociedad haya decidido prescindir de una ética de la comunicación, dejando la regulación a las denominadas leyes del mercado.

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