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Los estilos de aprendizaje

El estudio de los estilos de aprendizaje parte del hecho de que la situación en la que se aprende mejor difiere significativamente de unos individuos a otros. En un contexto donde dos personas de un nivel intelectual similar se encuentran expuestas a los mismos recursos didácticos, sucede a menudo que una aprende bastante más que la otra. La explicación que ofrece la teoría de los estilos de aprendizaje es que cada persona responde de una manera diferente a los estímulos educativos. Por ejemplo, algunas personas aprenden mejor en grupo, mientras que otras prefieren hacerlo solas. Algunos agradecen la dirección y la estructura, y otros avanzan más sin ellas.

Los estilos de aprendizaje consisten en maneras características de procesar la información. Se definen como los rasgos cognitivos, afectivos y fisiológicos que sirven de indicadores relativamente estables de cómo las personas perciben, interaccionan y responden a sus ambientes de aprendizaje. Es decir, son las preferencias y tendencias individualizadas de una persona que influyen en su aprendizaje.

Los estilos de aprendizaje no se relacionan con la capacidad intelectual; existen personas inteligentes con predominancia en cualquiera de los estilos de aprendizaje.

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Bibliografía sugerida

Según Honey y Mumford (Alonso, Gallego y Honey, 1994), existen cuatro estilos básicos de aprendizaje:

  1. La persona activa vive la experiencia concreta, al ahora y el aquí. Normalmente, acoje con entusiasmo las nuevas tareas y las nuevas vivencias. Encadena las actividades unas con otras, y rehúye los planteamientos a largo plazo. Su hábitat natural es el grupo. Su vida gira en torno a las relaciones con los demás. Se puede definir como una persona animadora, improvisadora, descubridora, arriesgada y espontánea.
  2. A la persona reflexiva le gusta observar y analizar las experiencias antes de extraer conclusiones. Escucha a los demás y no interviene hasta estar segura de haber considerado todas las alternativas posibles. Desde su propio punto de vista, es prudente, pero los demás la pueden calificar de distante y fría. En realidad, se trata de una persona que sabe ponderar, meticulosa, receptiva, analítica y exhaustiva.
  3. La persona teórica no puede evitar inclinarse hacia la conceptualización abstracta, incluso en sus experiencias cotidianas. Realiza observaciones profundas de la realidad y las integra en teorías coherentes y complejas. Le gusta analizar y sintetizar. Para ella, si una cosa es lógica, es buena. Se caracteriza por tratarse de una persona metódica, lógica, objetiva, crítica y estructurada.
  4. El punto fuerte de la persona con un predominio claro del estilo pragmático es la aplicación práctica de las ideas. Tiende siempre a la experimientación activa. Es una persona rápida cuando hay que tomar una decisión o resolver un problema. Su filosofía es que si una cosa funciona, es buena. Sus cualidades principales son las de experimentadora, directa, eficaz y realista.

Las teorías contemporáneas del aprendizaje señalan la necesidad de tener en cuenta las diferencias individuales entre los discentes, de manera que se oriente el aprendizaje a una mayor personalización. La enseñanza centrada en la persona implica que el educador debe tener en cuenta que los participantes en las actividades formativas viven diferentes estilos de aprendizaje. En este contexto, el estilo docente se define como una manera habitual de acercarse a los discentes con diferentes métodos de enseñanza. El agente de aprendizaje es el discente. El docente debe esforzarse en ser un orientador o facilitador.

El planteamiento de los estilos de aprendizaje tiene como objetivo proporcionar una respuesta a la necesidad de "aprender a aprender". De hecho, la teoría se enmarca en las aproximaciones pedagógicas actuales basadas en este principio. El "aprender a aprender" se puede definir como el conocimiento y la habilidad necesarios para aprender con eficacia en cualquier situación en la que se encuentre el individuo. La persona educada sería la persona que ha aprendido a aprender, a adaptarse y a cambiar. Dicho de otra forma, la persona que ha aprendido a aprender conoce:

  • sus propias necesidades formativas,
  • los rasgos más destacados de sus capacidades intelectuales,
  • su estilo de aprendizaje predominante, y
  • los recursos formativos que tiene a su alcance.

La dinámica de formación permanente de la educación para la salud debe basarse en el hecho de que los conceptos y las hablidades se asimilan mejor cuando la persona tiene un buen conocimiento de sus propias capacidades y una buena autoestima. De este modo, el autoconocimiento del propio estilo de aprendizaje resulta un buen recurso que hay que tener en cuenta.

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