En una empresa, todo el mundo cree saber qué son los objetivos, y todo el mundo ve que tenerlos ofrece múltiples ventajas. Podríamos definir los objetivos de la forma siguiente:
- El objetivo es el fundamento de una técnica de organización de la acción que permite definir qué se quiere obtener y con qué medios se quiere conseguir.
- El objetivo, en su misión dinámica, es una fuente de progreso gracias a la superación continua tanto para la empresa como para las personas que trabajan en ella.
- El objetivo es un medio para que coincidan mejor, gracias al campo de fuerzas que crea, las motivaciones personales y la finalidad de la empresa.
Está claro, por tanto, que la organización de los objetivos es una técnica importante del management. De todas formas, sería infantil creer que hay empresas sin objetivos, ya que sin ellos no sobrevivirían mucho tiempo. En realidad, estos objetivos están implícitos, difuminados, localizados, mal coordinados. Todos sabemos que si faltan los objetivos asignados por el nivel superior, cualquier organismo de estructura se fabrica los suyos: es la condición misma de su existencia.
La dirección por objetivos, que forma parte de los métodos de management, consiste precisamente en explicitar, organizar y dinamizar el sistema de objetivos de la empresa.
El concepto de objetivo se ha dado por sabido cuando antes hemos hablado de él. Efectivamente, lo conocen la mayoría de las personas responsables de la gestión. Sólo recordemos la siguiente definición: "Un objetivo es una meta, un resultado que hay que obtener y no una tarea o una función que hay que hacer. Es un lugar del espacio y del tiempo donde se inscribe el estado de cosas que quiere conseguirse; es un elemento tangible, medible, valioso, hacia el cual tendemos. Un objetivo es concreto, explícito, definitivo, deseable y premeditado. Orienta nuestra acción y nos ayuda a planificar".
Concretando más, un objetivo en la empresa es una meta medible que hay que conseguir en un plazo dado y dentro del margen de medios predeterminados.