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Naturaleza de los objetivos

Una empresa no tiende hacia un objetivo, sino hacia más de uno simultáneamente. Aunque algunas empresas anuncien que su objetivo en un año concreto es conseguir un margen del 10%, no hay duda de que éste no es realmente su único objetivo.

En realidad, los objetivos de la empresa son complejos y, lejos de simplificarse, tienen tendencia a complicarse en el futuro, ya que se añaden nuevos componentes y se incrementa la intensidad de los componentes no económicos.

Hay que admitir que los objetivos se diversifican en la estructura en ramas múltiples e imbricadas, que dejan ineludiblemente a cada responsable ante su "objetivo vector".

Cualquier persona responsable dispone de un modo práctico de ordenar esta multiplicidad de objetivos, que consiste en clasificarlos en tres categorías:

  1. Los objetivos de actividad, que caracterizan el volumen de "producción" del órgano: cifra de negocios que hay que conseguir, cantidades que hay que producir, etc.
  2. Los objetivos de eficacia, la mayoría de las veces exlcuidos del sistema porque son difíciles de enfocar: tasa de servicio de un stock, calidad de un producto semiacabado, regularidad de los plazos de entrega, etc.
  3. Los objetivos de coste, que constituyen la expresión de los medios aplicados: presupuestos de personal, tasa horaria prevista, etc.

Naturalmente, estos tres tipos de objetivos pueden combinarse para proporcionar indicadores (como por ejemplo los costes por unidades de producción), que no son sino simplificaciones –a menudo insuficientes, a veces muy pobres– del modelo de funcionamiento del órgano.

Si hablamos de un centro de beneficio, el objetivo de rentabilidad a medio plazo representa una síntesis generalmente aceptada de los tres tipos de objetivos. Pese a ello, la práctica muestra que un centro de beneficio no puede dirigirse únicamente sobre la base del objetivo de beneficio, sino que hacen falta unos objetivos complementarios, como son los estratégicos.

Es indudable que esta clasificación no es del todo satisfactoria desde el punto de vista conceptual. Un objetivo de eficiencia, por ejemplo, puede transformarse teóricamente en un objetivo de coste (regularidad de la calidad). De todos modos, permite enfocar de forma directa la realidad. La experiencia nos ha demostrado que utilizar de forma metódica esta clasificación aclara en gran medida la búsqueda de la naturaleza de los objetivos y la orienta a direcciones hasta entonces ignoradas.

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