Incluso antes de que el management fuese considerado una profesión o una ciencia, ya había grandes pioneros y emprendedores que propugnaban y practicaban el desarrollo dentro y fuera de sus organizaciones. Y eran activos en la práctica de este tema en épocas en las que no había ni especialistas en formación de adultos ni departamentos de recursos humanos ni psicólogos organizacionales, etc., y las escuelas o facultades dedicadas a la gestión eran completamente desconocidas.
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Tener en consideración los conceptos que acabamos de ver es la base para fomentar una política de comunicación de éxito. A partir de aquí podemos elaborar la estrategia apropiada, empezando por la elaboración de un diagnóstico de la empresa: dónde estamos, adónde queremos ir.
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El conocimiento se ha desarrollado hasta un alto nivel y las teorías y experiencias concretas están sostenidas por centenares de aplicaciones en todo el mundo. Las grandes compañías y organizaciones han creado sus propios departamentos de desarrollo (a veces denominados de desarrollo de recursos humanos), e incluso hay organizaciones que han creado sus propias universidades o escuelas de negocios. En organizaciones no tan grandes, se ha creado, como mínimo, la función de desarrollo de recursos humanos, que a veces utiliza servicios externos de consultores y/o centros de formación que también llevan a cabo programas a medida.
Todo esto hace que en la actualidad no haya ninguna organización que no tenga acceso a este tipo de medios, y no debería existir ningún tipo de excusa para no utilizarlos, sobre todo si tenemos en cuenta que hay un gran abanico de ayudas y subvenciones económicas. Sin embargo, desde un punto de vista más crítico, tendríamos que decir que muchas organizaciones utilizan la formación y el desarrollo como una solución fácil a sus problemas de gestión. La formación y el desarrollo se convierten en un producto que se administra a los directivos y mandos más que en una responsabilidad de los directivos y mandos. Y tendríamos que preguntarnos si en realidad, muchas veces, el sentido de estas acciones no hace sino alejar a los directivos y a los cuadros de mandos su principal función: desarrollar personas.
De esta manera, la función de formar y desarrollar se convierte en uno de los ejes fundamentales de actuación dentro de una organización, que permite integrar una serie de actividades críticas para su propia supervivencia y desarrollo. Estos aspectos quedan recogidos en la siguiente ilustración:

Si management es desarrollar personas, como dice Lawrence A. Appley, ¿cuál es el papel de los mandos en este campo?
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Pues es gestionar el desarrollo de la capacidad de dirigir en todos los campos y en todas las áreas y/o departamentos de la organización. Y ésta es la responsabilidad principal y más importante que tiene que integrar el nivel más alto de dirección.
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La alta dirección puede ejercer esta responsabilidad de tres formas:
- Crear el clima, la estructura y los procedimientos que favorezcan el desarrollo de las personas. Ésta es la condición primera y permanente de funcionamiento para que sea la línea (y no un departamento de staff) la que gestione esta función en cada nivel organizativo.
- Evaluar de forma periódica el estado actual y el futuro del llamado "capital intelectual" en cantidad y calidad.
- Organizar programas internos y/o externos para favorecer el desarrollo.