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¿Cuáles son las clases y los usos de la vigilancia?
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Diferentes autores reconocen dos categorías generales de vigilancia:

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La vigilancia pasiva se refiere a los datos generados sin solicitud, intervención o contacto con el organismo de salud que lleva a cabo la vigilancia. Esto solamente implica que el individuo relacionado con el evento de salud se acerque a los servicios de salud para la asistencia directa o para otro procedimiento. |

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La vigilancia activa es la recopilación de los datos durante un periodo relativamente limitado mediante la colección regular, tanto si la enfermedad está presente o no, por parte de los encargados del sistema de vigilancia. La información usual incluye datos demográficos, la fecha de aparición y otras informaciones pertinentes a esa enfermedad específica como desplazamientos, hábitos personales, ocupación, consumo alimentario, etc. También se registra la información cuando el evento que debemos vigilar no está presente. |
La vigilancia de salud pública no está limitada a las enfermedades para las que hay medidas de control eficaces. A través de la vigilancia, también es posible saber más de la historia natural, del espectro clínico y de la epidemiología de las enfermedades (es decir, frecuencia, distribución, tendencias y factores de riesgo). Además, la vigilancia puede proporcionar los datos que se utilizarán para evaluar las medidas de prevención y control una vez que se desarrollen y se ejecuten.
Los datos de vigilancia se usan, principalmente, para vigilar los casos relacionados con salud que proporcionen una vinculación a programas de prevención y control. Sin embargo, según Thacker y Berkelman, los usos específicos de la vigilancia son:
- Detectar los aumentos súbitos en la ocurrencia de enfermedades. Los organismos de salud usan los datos de vigilancia para detectar aumentos súbitos en la aparición de enfermedades, como las epidemias. Por ejemplo, la vigilancia del sarampión a mediados de los años ochenta reveló cambios importantes en su incidencia en varios países de América, lo que provocó la búsqueda de las posibles explicaciones para los cambios observados.
- Seguir las tendencias de tiempo y los patrones de las enfermedades. Los datos de vigilancia también se usan para reconocer las variaciones a largo plazo de la enfermedad (tendencias seculares), así como las fluctuaciones periódicas en una base anual o en otra base (cíclica o cambios estacionales). Por ejemplo, el mayor incremento en las tendencias seculares se ha dado en este siglo en las tasas de mortalidad por la enfermedad isquémica del corazón y en algunos cánceres en muchos países del mundo. Las enfermedades como la influenza muestran un modelo ‘cíclico’ con puntos máximos durante la estación del invierno. En el caso de las tendencias seculares, este conocimiento permite predecir dónde se requieren los recursos, mientras en el caso de las fluctuaciones ‘cíclicas’ ayudará a definir cuándo serán más eficaces.
- Identificar y monitorear los grupos de alto riesgo. Para enfocar las estrategias, los encargados de adoptar las decisiones en salud pública deben conocer los modelos de ocurrencia de enfermedades por grupo de riesgo. Por ejemplo, la vigilancia del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) incluye la identificación de las rutas probables de la exposición (es decir, a través de prácticas sexuales o por contaminación de la sangre). A partir de esta información, ha sido posible seguir la expansión en grupos de riesgo, predominantemente en hombres homosexuales, usuarios de drogas intravenosas y en sus compañeros sexuales, y así proponer el uso de los condones o la limpieza y el intercambio de las agujas de las jeringuillas.
- Monitorear los cambios en los agentes y en los factores del huésped. La vigilancia de los cambios en los agentes y en los factores del huésped permiten la evaluación del potencial para la aparición de enfermedades. Por ejemplo, ciertos agentes infecciosos como el virus de la influenza o las bacterias gonocócicas se vigilan para identificar los cambios en su estructura ‘antigénica’ o su farmacorresistencia. Este conocimiento es esencial para definir los requisitos para la producción de vacunas y para prever el efecto de la influenza sobre la comunidad o para proponer las políticas de tratamiento en el caso de infecciones por gonococo en los individuos. La vigilancia de los cambios en los comportamientos de riesgo como fumar, beber, la obesidad y el régimen alimentario son también importantes para predecir los patrones posibles de ocurrencia de las enfermedades. Las encuestas periódicas, en países de América y Europa, que examinan estos factores son ejemplos de la vigilancia de los cambios en los factores del huésped.
- Monitorear los cambios en las prácticas de atención en salud. Al vigilar los cambios de las prácticas de atención en salud ha sido posible ejecutar algunas acciones. Por ejemplo, cuando se hizo, a principios de los años ochenta, vigilancia de la práctica de los odontólogos y se demostró que el uso rutinario de las máscaras y de los guantes no iban a la par con la incidencia del sida, las autoridades sanitarias de Estados Unidos pusieron en práctica esfuerzos educacionales intensivos para los odontólogos. Además, se ha observado una tendencia hacia el uso de la cesárea en lugar de los nacimientos vaginales, con un aumento de los costes y de la duración de la hospitalización.
- Llevar a cabo investigaciones operativas de control. Una vez declaradas las enfermedades notificables, los organismos de salud inician acciones como la búsqueda de las causas o de las posibles fuentes que, cuando se encuentran, pueden desencadenar acciones más específicas. Además, las unidades de salud pueden intensificar la vigilancia de enfermedades particulares e identificar a las personas expuestas al riesgo de contraer la enfermedad. Una vez identificadas estas personas, se les puede ofrecer pruebas de diagnóstico, consejería, profilaxis o tratamiento.
- Planificar. Los datos recogidos a partir de la vigilancia pueden proporcionar una base para la planificación racional de las actividades de salud. Al seguir los cambios de las enfermedades en función del tiempo, del lugar y de las personas, las unidades de salud pueden prever no sólo cuándo y dónde se necesitarán los recursos, sino también quiénes serán los grupos destinatarios. Esta información facilita el uso racional de los recursos.
- Evaluar medidas de prevención y control. La información de vigilancia puede usarse para cuantificar la repercusión de las intervenciones en las poblaciones. Por ejemplo, la caída en la incidencia de las enfermedades como la poliomielitis y el sarampión en muchos países del mundo puede asociarse a un mayor uso de inmunizaciones específicas. El incremento del número de casos de sarampión a mitad de los años ochenta recondujo, de una recomendación de una dosis, a una política de vacunación de dos dosis.
- Generar hipótesis y estimular la investigación en salud pública. Desde la vigilancia, los datos se recopilan de una manera continua, los resultados pueden generar preguntas e hipótesis que proporcionen orientaciones para la investigación adicional. Un ejemplo digno de mención relativamente reciente ha sido resumido por Schuchat y Broome. Los sistemas de vigilancia en Estados Unidos en 1980 identificaron y documentaron la aparición de una nueva enfermedad que llegó a ser conocida como síndrome del choque tóxico (SCT). En un examen de los datos de vigilancia inicial, los epidemiólogos señalaron que muchos de los casos ocurrieron en mujeres en época menstrual. En una serie de estudios de casos y controles cada vez más enfocados, pudieron encontrar una asociación fuerte entre el SCT y una marca específica de tampones que, por sus propiedades de absorción, permitían la colonización de las bacterias en sus fibras. El tipo específico y la marca de los tampones se sacaron del mercado posteriormente.
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