Arquitectura de gestión del conocimiento
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Como ya hemos descrito los principales puntos que hay que tener en cuenta a la hora de definir una arquitectura tecnológica para la gestión del conocimiento, vamos a verlo ahora aplicado a un ejemplo concreto: una intranet junto con una infraestructura que permita el envío de mensajes y la colaboración.

Internet e intranet

Material complementario

La extensión máxima de lo que suponen las redes de conexión de ordenadores es Internet.

Internet tiene un alcance mundial y su uso no se restringe a nadie, cualquier persona puede acceder a la red con tan solo contratar los servicios de un proveedor de servicios de Internet. Su gran objetivo es ofrecer un sistema de comunicaciones robusto, de alcance global, de fácil manejo y de uso masivo.

Las intranets, al igual que las redes que forman Internet, pueden utilizan el mismo protocolo y disponen de los mismos servicios. La diferencia es el uso privado que se les da a las intranets, lo que las permite adaptarlas al uso particular de cada organización. Otra ventaja de las intranets es que la asignación de número de identificación que se le da a cada ordenador (IP) no depende de ningún organismo regulador. Será la propia organización la que otorgue los IP a los ordenadores conectados a la intranet como estime más oportuno.

Al contrario que en Internet, el acceso a las intranets es restringido y dependerá de los criterios de la organización que la cree. Los usuarios de una intranet son mucho menores que los usuarios de Internet y están identificados: se conoce su perfil y el uso que harán de la red. Los objetivos de la red son más concretos, están más definidos y responden a necesidades específicas de los usuarios, no así los de Internet. Además la velocidad de transferencia de datos de las intranets es mucho mayor que la de Internet.

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