Insuficiente estudio de la situación. Falta de información.
Indecisión porque no se posee la información absolutamente completa. Perfeccionismo. Maximalismo.
Tratar de resolver los síntomas en vez de las causas. Precipitación.
Demorar sucesivamente la decisión por temor a equivocarse. Meticulosidad extrema que provoca el aplazamiento de la decisión.
Cambio constante de prioridades. Indefinición. Falta de objetivos.
Decisiones extremadamente rápidas, para acabar cuanto antes con el problema.
Considerar sólo la primera alternativa de que se dispone. Plantear los problemas como sí o no.
Decidir entre las alternativas por "intuición" sin elaborar unos criterios. Corazonadas. Impresiones.
Absoluto acomodamiento a la " costumbre" en la forma y criterios para tomar decisiones.
Pretender resolver un excesivo número de problemas y tomar simultáneamente muchas decisiones difíciles.
Falta de anticipación de riesgos. Falta de previsión. Falta de imaginación.
(Extraído del libro "Tomar decisiones difíciles" Orfelio León. McGraw Hill. Madrid. 2001)
Está claro que para resolver problemas y tomar decisiones nos hace falta estar preparados mentalmente. Es un proceso continuo. Por eso, te propongo un ejercicio que creo que te puede ser útil, no sólo en este curso sino también en la práctica cotidiana: