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La precesión de los simulacros
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"Olvidamos demasiado que toda nuestra realidad ha pasado por el hilo de los media, incluidos los sucesos trágicos del pasado. Esto significa que es demasiado tarde para verificarlos y comprenderlos históricamente, pues lo que caracteriza precisamente nuestra época es que los instrumentos de esta inteligibilidad han desaparecido.
Ya no tenemos la fuerza del olvido, nuestra amnesia es la de las imágenes".
Jean Baudrillard (1997). Écran total.
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El desarrollo e implementación social y cultural de las imágenes electrónicas y digitales ha supuesto que la distancia entre el referente real y el modelo comunicativo difundido se difumine. En las sociedades occidentales más desarrolladas, bajo el dominio masificado de los medios de comunicación audiovisuales, la realidad se convierte en numerosas ocasiones en un mundo escenificado, dominado por una lógica de la simulación en la que las imágenes y los signos comunicativos de todo tipo llegan a relativizar su anclaje tradicional a ésta.
El éxtasis contemporáneo de la comunicación altera de modo revolucionario nuestra relación con la realidad. En este sentido, el pensamiento, el análisis y los diagnósticos de Jean Baudrillard resultan ejemplares para el estudio del alcance de este desplazamiento de la instancia de lo real al que estamos asistiendo a diario en la cultura visual contemporánea.
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Jean Baudrillard
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Baudrillard propone pensar el conjunto de los medios de comunicación de masas como una especie singular de códigos genéticos que conducen a la mutación de lo real en un simulacro de sí mismo. La repetida anticipación de los contenidos comunicativos a los mismos acontecimientos, así como la escenificación habitual de sus posibles consecuencias, tiene como corolario la anulación del valor propio de los hechos, convirtiendo en numerosas ocasiones los estados de cosas realmente existentes en una mera excusa para el flujo libre y endógeno de la información.

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Disneyland Park, uno de los emblemas de la primacía de los simulacros en la cultura contemporánea
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"Disneylandia es un modelo perfecto de todos los órdenes de simulacros entremezclados. En principio es un juego de ilusiones y de fantasías: los piratas, la frontera, el mundo futuro, etc. Suele creerse que este mundo imaginario es la causa del éxito de Disneylandia, pero lo que atrae a las multitudes es, sin duda y sobre todo, el microcosmos social, el goce religioso en miniatura de la América real, la perfecta escenificación de los propios placeres y contrariedades [...] Disneylandia existe para ocultar que es el país «real», toda la América «real», una Disneylandia".
Jean Baudrillard (1978), La precession des simulacres.
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En el seno del singular pensamiento sociológico de Baudrillard, en la sociedad contemporánea ya no resulta posible separar el ámbito económico o productivo del ideológico o cultural. El éxtasis contemporáneo de la comunicación, la actual profusión ilimitada de mensajes comunicativos de todo orden y condición que nos envuelve a diario reduce cualquier suceso al nivel de una escenografía efímera, transformando lo real en un mero simulacro de sí mismo. Nos acercamos a la realidad condicionados por el "filtraje" previo de los medios de comunicación. Los signos de lo que sucede, de lo que es, de lo que acaece en el mundo, anteceden y se anteponen en incontables ocasiones a nuestra experiencia directa con éste.
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"Hoy ya no existen la escena y el espejo. Hay, en cambio, una pantalla y una red. En lugar de la trascendencia reflexiva del espejo y la escena, encontramos una superficie no reflexiva, una superficie inmanente donde se despliegan las operaciones, la suave superficie operativa de la comunicación [...] Ahora comienza la era de la hiperrealidad. Lo que quiero decir es esto: aquello que se proyectaba psicológica y mentalmente, lo que solía vivirse en la tierra como metáfora, como escena mental o metafórica, a partir de ahora es proyectado a la realidad, sin metáfora alguna, en un espacio absoluto que es también el de la simulación".
Jean Baudrillard (1987). El éxtasis de la comunicación.
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La realidad es suplantada cada vez más por las imágenes y los signos comunicativos, fruto de una síntesis tecnológica a la cual todos nosotros hace ya tiempo que estamos habituados, hasta resultarnos prácticamente transparente. Los simulacros –signos que ocultan una ausencia, la ausencia de la necesidad de nuestra experiencia directa con la realidad– han entrado a formar parte de nuestro mundo y se han incardinado en su interior como si de unos elementos reales más se tratase. Resultan emblemáticos de ello los casos de las cuevas de Lascaux y de la preservación de la cultura de los Tasaday, expuestos por el propio Baudrillard.
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"Bajo el pretexto de salvar el original, se ha prohibido visitar las grutas de Lascaux, pero se ha construido una réplica exacta a quinientos metros del lugar para que todos puedan verlas (se echa un vistazo por la mirilla a la gruta auténtica y después se visita la reproducción). Es posible que incluso el recuerdo mismo de las grutas originales se difumine en el espíritu de las generaciones futuras, pero no existe ya desde ahora diferencia alguna, el desdoblamiento basta para reducir a ambas al ámbito de lo artificial".
Jean Baudrillard (1978). La precession des simulacres.
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Visita a las pinturas rupestres de las cuevas de Lascaux (Francia). ¿Al original… o al simulacro?
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"La etnología rozó la muerte un día de 1971 en el que el gobierno de Filipinas decidió dejar en su medio natural, fuera del alcance de los colonos, los turistas y los etnólogos, a las pocas docenas de Tasaday recién descubiertos en lo más profundo de la jungla donde habían vivido durante ocho siglos sin contacto con ningún otro miembro de la especie. La iniciativa de esta decisión partió de los mismos antropólogos que veían a los Tasaday descomponerse rápidamente en su presencia, como una momia al aire libre [...] Los etnólogos quisieron prevenirse cerrando el cinturón de seguridad de la selva virgen en torno a los Tasaday. Nadie podrá rozar siquiera su mundo: el yacimiento se clausura como si fuera una mina agotada. La ciencia pierde con ello un capital precioso, pero el objeto queda a salvo, perdido para ella, pero intacto en su «virginidad». No se trata de un sacrificio, sino de un sacrificio simulado de su objeto a fin de preservar su principio de realidad. El Tasaday congelado en su medio ambiente natural va a servirle de coartada perfecta, de fianza eterna".
Jean Baudrillard (1978). La precession des simulacres.
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| © 2002 Leni Riefensthal |
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