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Este tipo de sesgo ocurre cuando la información sobre la enfermedad o la exposición se recoge de forma sistemáticamente diferente entre los grupos de estudio. Las fuentes de sesgos de información más frecuentes son:
Emplear un instrumento de medida no adecuado.
Emplear definiciones poco válidas y/o precisas.
Errores introducidos por los encuestadores o personal que recoge la información. Este sesgo se refiere a cualquier diferencia sistemática en la forma de solicitar, recoger o interpretar la información procedente de los participantes en un estudio en función del grupo al que pertenecen. Un encuestador puede introducir un error de clasificación diferencial si conoce la hipótesis del estudio y la condición del entrevistado (de expuesto/ no expuesto o de enfermo/ no enfermo, según el tipo de estudio). Así, puede obtener información de los individuos de forma ‘diferente’ (más exacta o exhaustiva) según al grupo de estudio al que pertenezcan.
Errores debidos a los participantes en el estudio, como el ‘sesgo de memoria’ que se produce cuando los individuos con un determinado problema de salud recuerdan su historia de exposición de forma distinta que los que no tienen dicho problema. Igualmente, se produce un sesgo de memoria cuando los individuos expuestos a algún riesgo (ocupacional, ambiental, etc.) informan sobre el desarrollo de problemas de salud de forma diferente a los que no están expuestos.
La introducción de un sesgo de información supone una mala clasificación de los sujetos, respecto a la exposición o intervención, o bien respecto a la enfermedad o variable de respuesta.
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