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Cualidades de la persona que entrevista

a. Capacidad para establecer un buen nivel de comunicación

La entrevista es un proceso de comunicación entre dos personas que se desarrolla no sólo en términos de informaciones dadas o recibidas, sino también en términos de sentimientos. La persona que entrevista debe procurar crear fácilmente una atmósfera de comunicación. No tiene que inspirar turbación o temor, sino al contrario, simpatía, confianza y comprensión, de forma que consiga minimizar los aspectos amenazadores de la situación de evaluación.

Sin embargo, la actitud de la persona que entrevista no tiene que inspirar "aceptación" en el sentido de que la persona entrevistada pueda sentir que al otro lado de la mesa hay alguien dispuesto a aceptarlo sin ninguna prevención.

Además, el entrevistador tiene que ser consciente de que hay factores que perturban una buena comunicación, entre los cuales los más frecuentes son los siguientes:

  • No organizar previamente los pensamientos.
  • Expresarse con imprecisión, que hace que las informaciones que se transmiten sean ambiguas.
  • Intentar dar demasiada información con un enunciado, lo cual produce un efecto desconcertante.
  • Introducir demasiadas ideas en los juicios, a menudo sin ninguna relación directa entre ellos, de forma que el interlocutor tiene dificultades a la hora de resumirlas.
  • Hablar mucho por falta de seguridad, sin apreciar la capacidad de comprensión del interlocutor. La falta de retroacción (feedback), cuando se habla durante mucho rato, aumenta la necesidad de confirmación y, por tanto, el sentimiento de inseguridad.
  • Pasar por alto algunos puntos de la respuesta de la persona entrevistada y, por este motivo, no responder de forma oportuna a algo que ya se ha dicho antes, con lo que la conversación no progresa.
  • Transferir a la persona entrevistada sentimentos sobre otras personas del grupo. Proyectar los propios sentimientos en el otro.
  • Crear estereotipos. Lo que se comunica no se dirige personalmente a la persona entrevistada, sino que se deduce a partir de una imagen determinada que se tiene del grupo, con la cual concuerdan uno o más individuos en algunos puntos.
  • No prestar la atención necesaria.
  • Estar pensando en la respuesta y ensayarla mentalmente en lugar de escuchar atentamente. El resultado es que no puede repetirlo todo, olvida lo que se ha dicho y también lo que quiere decir.
  • Fijarse principalmente en los detalles e incluso entusiasmarse con ellos, en lugar de recoger todo el sentido de la comunicación y las informaciones principales.
  • Tender a prolongar sin motivo el pensamiento del interlocutor, repitiendo más de lo que ha dicho.
  • Intentar encajar en los esquemas mentales lo que domina menos.

b. Capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona

De lo que hemos dicho hasta ahora se desprende que la persona que entrevista debe tener la capacidad de identificarse con la persona entrevistada, es decir, de ponerse en el lugar de quien tiene delante, de expresarse en su lenguaje, de compartir sus problemas y sus emociones.

A esta capacidad de compenetración con el otro hay que añadir el control del "efecto de halo", que consiste en dejarse influir, positiva o negativamente, por alguna característica de la persona entrevistada, hasta el punto de juzgarla globalmente a partir de esa característica.

Dejarse llevar por el efecto de halo implica que la persona que entrevista no se ha identificado plenamente con la persona entrevistada y que, de forma consciente o inconsciente, continúa manifestando la tendencia a contrastar facetas de la personalidad del entrevistado con las de la propia personalidad.

La persona que entrevista no debe tener ninguna opinión inamovible y debe atenerse sólo a los hechos. No debe criticar, asentir ni desaprobar ni mostrar impaciencia o intolerancia, ni debe mostrar ninguna reacción personal ante las respuestas de las personas que se evalúan. Esto no siempre es posible, ya que, a veces, ante unos determinados comportamientos o afirmaciones, el impulso de reacción es fuerte y justificado. No obstante, un buen entrevistador se distingue de uno mediocre por esta capacidad de recibir cualquier tipo de información sin manifestar ninguna reacción personal.

c. Madurez psicológica

Para mantener el hilo de la comunicación, la persona que entrevista debe estar psicológicamente disponible durante toda la entrevista; es decir, todas sus facultades psicológicas e intelectuales deben ponerse a disposición de la entrevista y, por tanto, en beneficio de la persona entrevistada. El entrevistador sujeto a distracciones, o que precisamente los días de la entrevista tiene unas preocupaciones personales que le impiden concentrarse, se expone a romper fácilmente el tenue hilo de comunicación que ha conseguido establecer, motivo por el cual la persona entrevistada, al notar que no le sigue en su exposición, pierde espontaneidad y tiende a reducir (o, incluso, a modificar) el contenido de las informaciones que suministraba hasta entonces.

La persona adulta sana y psicológicamente madura se caracteriza porque "está", porque no vive centrada en el pasado ni el futuro, sino que establece sus relaciones en el presente, su conexión es actual y de esta forma lo percibirá la persona entrevistada. De igual modo, su forma de interactuar es real, no le hace falta proteger su ego y, por tanto, sus respuestas hacen referencia directa a lo que está explicando la persona entrevistada, sin contenidos de ataque ni de autoculpación ni de defensa.

Por otro lado, el comportamiento de la persona que entrevista está orientado a la solución de problemas, por lo que no se quedará en consideraciones superficiales: intentará traducir los puntos débiles de la persona entrevistada en planes de acción concretos y medibles para poder superarlos.

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