La implantación de un sistema informático en una organización puede implicar ciertos riesgos que hay que tener en cuenta para tratar de evitarlos o reducirlos:
- Sobredimensionamiento: muchas veces las empresas se dejan "deslumbrar" por la tecnología y compran los equipos más avanzados, aunque no sean la mejor solución. Por ejemplo, a menudo los equipos son más potentes o tienen más funcionalidades de las que la actividad habitual de la empresa necesita y, por lo tanto, se desperdicia gran parte de esta potencia. Además, el coste económico de la instalación también es más alto de lo que habría sido suficiente.
- Compatibilidad: tarde o temprano, será preciso ampliar los equipos, ya sea por otros más potentes o con aplicaciones nuevas. En este caso, el riesgo está en la integración de los nuevos equipos en los ya existentes.
- Obsolescencia de la tecnología: tiene lugar cuando la organización ha desarrollado todo un conjunto de aplicaciones basadas en una tecnología que queda interrumpida al ser sustituida por otra más avanzada. Los usuarios se ven forzados a hacer un cambio con el que buena parte del esfuerzo de desarrollo se pierde.
La solución a esta problemática consiste en desarrollar procesos de gestión y planificación del área informática con criterios contrastados por especialistas informáticos. Estos planes tienen que consensuarse por todos los grupos implicados de la empresa, desde la Dirección hasta los niveles inferiores.
El diseño de un sistema informático es una obra colectiva. A pesar de esto, se acostumbra a dividir el trabajo en varias partes y se crean especialistas en cada una, con lo cual puede presentarse el peligro de depender excesivamente de los conocimientos de personas individuales. Para evitarlo, la solución consiste, nuevamente, en trabajar siguiendo métodos y estructuras conocidas y bien documentadas.