Los valores son nuestras creencias más profundas. Son un sentimiento sobre lo que está bien o lo que no es deseable. Son como un código personal, que nos sirve para afrontar la vida cotidiana. A menudo juegan un papel muy importante a la hora de decidir.
Podríamos describir los valores como "lo que he de", lo que he de hacer o lo que he de ser. Los verdaderos valores son tozudos, van más allá de lo personal, los valores están al servicio de cualquiera.
Es importante descubrir cuáles son nuestros propios valores y no limitarse a aceptar lo que la sociedad nos impone o nos exige adquirir. Tan solo aquellos valores que tengan una importancia real para uno mismo serán los que puedan dar sentido a nuestra vida y a nuestra acción.
Frecuentemente oímos o leemos sobre la crisis de valores de hoy en día. Nuestra sociedad cambia, y lo hace deprisa, y no siempre llegan al mismo tiempo los valores que los acontecimientos o los cambios. Hay que añadir que uno de los grandes cambios de las últimas décadas es la mayor autonomía del individuo. Si antes la sociedad o la religión dictaban las normas y valores a seguir, cada vez más se trata de un valor personal. Esto no significa que ya no existan valores colectivos. Supone que la responsabilidad recae, cada vez más, en la persona.
Necesitamos puntos de referencia y fronteras dentro de las que tomar nuestras decisiones. Los valores juegan un papel fundamental, Los valores influyen en la toma de decisiones, nuestra conducta y nuestras actitudes.
Son una parte vital del liderazgo. Sin valores la toma de decisiones se vuelve prácticamente imposible o abocada al fracaso. No se trata de hacer "moralina", de defender los valores per se. Se trata de una pieza clave en las tareas de dirección.
Si damos un vistazo a la historia, la lista de la mayoría de líderes se corresponde a una lista de valores. Podremos estar de acuerdo o no con estos valores, pero lo que es innegable es que detrás de cada líder hay una serie de valores profundamente anclados en la personalidad del mismo. Ghandi, el Dalai Lama, San Francisco de Asís o Mahoma son un bello ejemplo.
Aunque no se trata de lograr el liderazgo de Ghandi o del Dalai Lama, cada uno de nosotros, por el hecho de tener valores, es un líder potencial. Hoy podemos encontrar personas que, pese a no aparecer en las páginas de los periódicos, ejercen un liderazgo real, en el mundo del asociacionismo, las organizaciones vecinales, las empresas, etc.
En el mundo de la empresa encontramos muchos ejemplos. Aunque mayoritariamente sea en Estados Unidos donde se encuentran los grandes líderes empresariales (en muchos casos por disponer de grandes máquinas mediáticas), en nuestro país tenemos numerosos ejemplos.
Nos equivocaríamos si pensáramos que los líderes son sólo aquellos que salen en las noticias. Allí donde haya decisiones a tomar, donde jueguen determinados valores, hay liderazgo. Éste puede ser adecuado no. Puede ser bueno en determinados momentos o negativo en otros.
Nuestros valores no son sólo una forma de actuar. Son también un potente motivador. Si vivimos de forma que nos sentimos a gusto con nosotros mismos, al menos de un modo confortable, entonces estamos motivados para hacer lo que hacemos. Descubrir nuestros valores es la mejor forma de descubrir quién somos.
Una vez seamos conscientes de nuestros valores, tendremos una base fuerte para hacer lo que sea. En la práctica somos más capaces de actuar, no sólo a corto plazo sino para conseguir los objetivos que queramos.

"Hemos aprendido últimamente que la mejor manera para que una persona descubra lo que ha de hacer es encontrar quién y qué es, porque el camino hacia las decisiones éticas y de valor está en el descubrimiento de los hechos, la realidad y la naturaleza de una persona en particular."
Abraham Maslow
