Inicio Atrás Adelante Los Ajuares Funerarios
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Vasos canopos Reino NuevoA partir del Reino Nuevo fue cada vez más frecuente que las tapas de los vasos canopos tomaran la forma de las cuatro divinidades vinculadas a las vísceras, los Cuatro Hijos de Horus; esta novedad en el diseño de los vasos se generalizó en época ramésida. Durante el Reino Medio y hasta principios del Reino Nuevo habían aparecido ya recipientes cuyas tapas estaban modeladas en forma de cabezas de animal (halcones y cánidos), pero no había aún una asociación específica entre el animal representado y los genios protectores de las vísceras. Fue a partir de la dinastía XIX cuando comenzó a establecerse una asociación inequívoca entre Hapy y un babuino, Duamutef y un cánido, Quebejsenuf y un halcón e Imseti y una cabeza humana. También quedó fijada entonces la relación entre los Hijos de Horus y las diosas protectoras:

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Cofre canopo del Reino NuevoEl material más utilizado durante el Reino Nuevo para la confección de los cofres canopos es la cuarcita. Las diosas protectoras aparecen bellamente labradas en cada una de las esquinas del cofre y extienden sus alas en un abrazo protector. Como ya sucedía durante el Reino Antiguo, es habitual que el interior de estos cofres esté dividido en los cuatro compartimentos destinados a los cuatro vasos canopos o, en su caso, a cuatro paquetes conteniendo las vísceras del difunto.

Aunque el cofre canopo podía ocupar diferentes posiciones en el interior de la tumba, generalmente se colocaba a los pies del sarcófago (a veces en un hueco excavado en el suelo) o bien se guardaba en un nicho abierto en la pared de la cámara funeraria o en una habitación adyacente a la misma.

Cofre canopo época PtolemaicaA partir del III Periodo Intermedio (principios de la dinastía XXI) los paquetes conteniendo las vísceras se introducían en el cuerpo del difunto o se colocaban en el interior del sarcófago. Sin embargo, en ciertos casos (tumbas reales y de personajes de alto rango), los vasos canopos, ahora vacíos o conteniendo falsas vísceras, siguieron formando parte del ajuar: habiendo perdido su carácter utilitario conservaban, no obstante, su valor simbólico. En época saíta, la voluntad de recuperar las prácticas funerarias del pasado condujo nuevamente a la utilización del equipo canopo, al tiempo que se introdujeron cambios en la composición de los textos que decoraban los vasos. Tras la dinastía XXVI el uso de estos recipientes disminuyó considerablemente, para acabar desapareciendo a principios del periodo ptolemaico. Hasta mediados de esta época (principios del s. II a.n.e.), se mantuvieron en uso solamente los cofres canopos – es decir, sin los vasos –, mucho más pequeños y estilizados y con una rica decoración; en su interior han aparecido vísceras o bien pequeñas bolsas tratadas con natrón que substituyen a los verdaderos paquetes canopos.

5.6 Los amuletos

Los amuletos, que solían insertarse entre en el vendaje de la momia, se convirtieron a partir del Reino Medio en un elemento característico de los ajuares funerarios.

Los primeros amuletos, de origen predinástico, se fabricaban a partir de pequeños fragmentos de huesos de animal (en ocasiones también a partir de huesos humanos) y fue sólo desde el Reino Medio cuando pasaron a confeccionarse con otros materiales (piedras duras, oro,etc.)

Los amuletos más antiguos reproducen partes del cuerpo humano, principalmente el ojo, la boca, la mano y la columna vertebral. Su finalidad era asegurar el funcionamiento del órgano o de la parte del cuerpo que representaban. El material en el que se elaboran, el color (los colores verde y azul se asociaban a las ideas resurrección o renacimiento; los amuletos rojos, color que simbolizaba la sangre, conferían energía, fuerza y poder) o la creencia de que contenían espíritus benéficos eran todos ellos elementos que aseguraban la protección eficaz del cuerpo del difunto. Otros amuletos consisten en signos jeroglíficos y tenían por ello una función apotropaica, actuando del mismo modo que la palabra escrita. Finalmente, también existen amuletos de las distintas divinidades (por ejemplo, los Cuatro Hijos de Horus, colocados sobre la cavidad abdominal) y de objetos que en sí mismos contenían una importante carga simbólica (entre otros, el reposacabezas). Los amuletos, en definitiva, garantizaban el bienestar y la actividad del difunto en el más allá.

El lugar que ocupan los amuletos en la momia puede variar. En los papiros que describen el ritual del embalsamamiento del cadáver se indica explícitamente dónde deben colocarse algunos de estos amuletos. Lo mismo ocurre en determinados capítulos del Libro de los Muertos, en cuyas rúbricas se menciona el amuleto, se especifica el material del que está fabricado y se señala asimismo la posición que debe ocupar:

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En otros capítulos del Libro de los Muertos, si bien se hace referencia a la protección que proporciona un determinado objeto, no se indica expresamente que deba ser colocado el amuleto que tiene la forma de ese objeto.

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