La planificación estratégica
La primera diferencia que debemos tener en cuenta entre los sistemas clásicos de planificación y la planificación estratégica es que no estamos hablando de la antigua denominación de planificación a largo plazo, la cual intentaba que el equipo directivo lograra objetivos económicos, haciéndoles participar por parte de la empresa en la fijación de los mismos. Esta planificación se realiza de forma ascendente a partir de datos de previsión y juicios de jefaturas que, tras pasar por las direcciones funcionales, llegaba hasta la Dirección General.
La planificación de tipo estratégico desarrollada con posterioridad implica una continua interacción ascendente-descendente en la estructura jerárquica, buscando alternativas que lleven a la empresa a una situación satisfactoria. Los datos y cálculos financieros establecerán qué alternativas son las mejores y si éstas se pueden financiar con recursos propios o si, por el contrario, deben utilizarse recursos ajenos que la empresa pueda atraer.
Objetivos de la planificación estratégica
Los objetivos de la planificación estratégica son los siguientes:
- Replantear la trayectoria de la empresa
- Concentrar sus recursos
- Calcular riesgos
- Preparar planes de acción.
a) Replantear la trayectoria de la empresa
Incluyendo replanteamientos de la propia filosofía de la empresa. Los participantes en la misma deberán identificar los puntos fuertes y débiles, las oportunidades y amenazas, reconociendo los límites tanto en los recursos humanos de la empresa, como en los técnicos y financieros.
b) Concentrar sus recursos
Obviamente, en las actividades más rentables para poder emprender dichas acciones en condiciones ventajosas. Concretar dichos recursos, ya sean financieros técnicos o humanos, implica abandonar productos poco rentables, obsoletos, con poco mercado y actividades de futuro incierto o de poco futuro. Esto último, como podréis suponer, entraña un elevado riesgo en el desarrollo del negocio y en la continuidad de la empresa, puesto que la realidad puede ser mucho más incierta y cambiante de lo que en principio podíamos suponer.
c) Calcular riesgos
Debemos elegir de forma racional, entre las diferentes alternativas que tengamos delante, ante una situación que implique una decisión por parte de la empresa, pero basándose en datos cuantificables. Qué duda cabe que evaluando y calculando los riesgos, éstos no van a desaparecer, pero sí que podremos afrontar lo que tengamos delante con mayores probabilidades de lograr el éxito a base de conocerlos en detalle.
d) Preparar planes de acción
Una vez conocidas las actividades que hay que abandonar, los puntos en que se deben concentrar esfuerzos y calcular los riesgos que se nos puedan presentar, debemos tener clara la situación que deseamos tener delante, estableciendo para la consecución de la misma los planes de acción convenientes, planificando y estableciendo las fechas en que hay que realizar los planes de acción, así como las distintas etapas por donde irá desarrollándose cada una de las mismas.

Etapas o fases del proceso de planificación estratégica
A la hora de poner en marcha un proceso de planificación de tipo estratégico, es preciso que tengáis en cuenta que éste debe pasar obligatoriamente por una serie de etapas de obligado cumplimiento y con características diferentes en cada una de las mismas. A continuación, os detallamos dichas etapas, que son las siguientes:
- Fase 1: organización del proceso planificador
- Fase 2: análisis del entorno externo
- Fase 3: Análisis interno y posicionamiento
- Fase 4: definición de objetivos y metas
- Fase 5: formulación y selección de estrategias
- Fase 6: implementación de las estrategias
- Fase 7: financiación del plan y elaboración del informe
- Fase 8: evaluación y control de los resultados
1) Organización del proceso planificador
En esta primera fase, se trata de que la participación de los directivos quede clara, enunciando los objetivos de la empresa en el ámbito global, así como la comunicación de los mismos a los implicados, para la posterior planificación en todos los niveles jerárquicos de la empresa.
2) Análisis del entorno externo
El entorno de una organización define las opciones disponibles para la empresa. Por ello, una estrategia de éxito será aquella que se adapte y ajuste correctamente al entorno. Debéis tener en cuenta que la empresa debe saber qué es lo que hace la competencia, qué temas legales le pueden afectar, cuál es la mano de obra disponible en los lugares donde opera o pretende operar, etc. Por consiguiente, es importante disponer de un control exhaustivo de lo que ocurre a su alrededor y conocer qué aspectos o variables pueden afectar a sus posibles operaciones. Se realiza, pues, una identificación de oportunidades y amenazas para la empresa.
3) Análisis interno y posicionamiento
En esta fase se evalúan la posición de la empresa respecto al sector en que opera y su posición en el mismo, así como qué recursos y habilidades tienen los empleados de la organización, cómo se percibe la organización, cómo es vista la calidad de los productos, etc. Este análisis implica identificar las fortalezas y debilidades de que la empresa dispone.
4) Definición de objetivos y metas
Ahora se trata de definir "qué" queremos conseguir. Las metas son los objetivos cuantificados o, dicho de otra manera, los objetivos empresariales. Estos últimos deben partir de los objetivos supremos o posición futura deseada; es decir, las ideas estratégicas que persigue el plan. Una vez definidos los objetivos empresariales, se establecen los parciales, tanto de forma horizontal como vertical. El último nivel consiste en establecer los denominados objetivos de tipo operativo, cuya misión consiste en llevar a cabo las funciones empresariales.
Estos últimos son objetivos medibles y comprensibles por aquellas personas que deben llevarlos a la práctica, guardando entre sí congruencia con los superiores entre los anteriores y entre los mismos. A partir de aquí se concretan los medios para adaptar la estructura empresarial a la consecución del plan estratégico, mediante la eficiente asignación de recursos de la empresa.
Esquemáticamente, podíamos representarlos de la manera siguiente:
Objetivos supremos |
1er nivel |
Objetivos empresariales |
2º nivel |
Objetivos parciales |
3er nivel |
Objetivos operativos |
4º nivel |
Por otro lado, para acabar este punto es importante que tengáis en cuenta que los objetivos se pueden clasificar también de la manera siguiente:
- Objetivos de carácter monetario: beneficios, costes, ingresos, rentabilidad, etc.
- En relación con el tiempo: anuales, semestrales, referidos a un periodo concreto, etc.
- Objetivos referidos al espacio de aplicación: nacionales, regionales, locales, etc.
- Objetivos individuales o colectivos: en función de si recaen sobre una sola persona o afecta a un equipo de trabajo.
Es conveniente contar con esta última clasificación a la hora de realizar los planes de acción para la consecución de los objetivos previstos por parte de la empresa.
5) Formulación y selección de estrategias
Es necesario establecer estrategias para los niveles corporativos, de negocio y funcionales. El hecho de decidir las estrategias debe ser compatible a cada nivel sobre el que se aplican, permitir a la organización capitalizar mejor sus fortalezas y oportunidades del entorno. La empresa buscará desarrollar y elegir estrategias que confieran a la organización una ventaja competitiva, que le permita, por tanto, ganar ventaja relativa sobre sus rivales. Es preciso que esta ventaja competitiva se pueda sostener durante tiempo y que diferencie a la empresa de sus competidores de una manera clara.
6) Implementación de las estrategias
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