Según Porter, existen dos factores determinantes en la rentabilidad futura de una empresa:
- El atractivo del sector en el que se encuentra la empresa.
- La posición competitiva relativa en ese sector.
No obstante, estos dos factores no son suficientes para dirigir la elección de la estrategia futura que garantice el éxito de la empresa. Puede ocurrir, por ejemplo, que un sector sea muy atractivo, pero que una empresa que se desarrolle en el mismo tenga una baja posición competitiva, y viceversa.
Por este motivo, la búsqueda de la ventaja competitiva de una empresa mediante análisis interno y externo constituye la clave para la formulación de estrategias de la cada empresa, basándose por tanto en aquellos aspectos que la empresa posee como diferenciadores frente a sus competidores más inmediatos con la idea de marcar aún más esa diferencia. Dicho de otra manera, qué tenemos y ofrecemos nosotros que los demás no poseen ni pueden ofrecer.
Recordad lo siguiente:
Sea cual sea el tipo de superioridad que busque la empresa, ésta debe ser adquirida por una empresa o muy pocas, y debe ser conocida y apreciada por los clientes.
Asimismo, es preciso que sea sostenible a largo plazo. De nada sirve que uno se distinga de sus competidores si la ventaja competitiva no la puede mantener o bien es fácilmente imitable.
Esta ventaja competitiva se puede conseguir de tres maneras:
- Diferenciación: ventaja competitiva basada en la diferenciación respecto a los competidores más inmediatos y que puede venir dada en términos de calidad de servicio, calidad de producto, satisfacción al cliente, innovación de imagen, etc.
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