A la hora de poner en marcha cualquier proyecto, tienen que adoptarse diversos criterios para poder llevarlo a cabo. En el proceso de creación de sedes web ocurre lo mismo, y debemos tener claros algunos aspectos para no ponernos a hacer, de forma espontánea, una gran cantidad de páginas web sin ningún método de trabajo planificado. El resultado de esto sería seguramente el fracaso. Antes de adentrarnos en este apartado, deberíamos hacernos una pregunta clave. Si ya hay alguien que nos hace toda la sede web, ¿por qué tenemos que molestarnos en saber cómo se hace? La respuesta no puede ser más clara: si queremos elegir sobre algo, tenemos que conocerlo para hacerlo con criterio y no aleatoriamente. De esta manera, nos dediquemos o no a la creación y el desarrollo de sedes web, tendremos los conocimientos necesarios para establecer pautas, criterios, estimaciones, etc. sobre el proceso entero de creación. Si desconocemos el tema nunca podremos exigir demasiado; de este modo, preferiremos aprender para poder tomar futuras decisiones en caso de que sea necesario. Sobre los métodos de planificación puede haber divergencias y diferentes puntos de vista o maneras de actuar, y por ello aquí os damos un sistema metódico que siempre es posible mejorar y ajustar a las diferentes necesidades, pero que por lo menos servirá de base para saber de qué hablamos y qué hacemos. Antes de empezar propiamente con el proceso de planificación hay unos pequeños requerimientos en los que es preciso pensar. Por una parte, se debe tener una predisposición constante a evaluar todo el proceso y, por otra, hace falta seleccionar el "equipo", en el caso de una entidad, un organismo o una institución, que formará parte del desarrollo, o a las personas que nos ayudarán en momentos determinados si nos dedicamos a hacer todo el proceso a título personal. Debemos ser conscientes de que la variedad y riqueza de los diferentes enfoques que pueden aportar distintas personas nos proporcionará vías, soluciones o alternativas que nosotros no encontremos o de las que no nos hayamos dado cuenta. Siempre se debe contar con alguien que nos evalúe o que nos haga de abogado del diablo. Por el contrario, el hecho de formar un equipo con un número de personas elevado puede llegar a ser un elemento de lentitud o inoperancia por la imposibilidad de llegar al consenso general (sin malas caras). Si nos decidimos a formar un grupo, hay que tener claro quiénes son los responsables del desarrollo; es decir, quiénes son las personas encargadas de implementar y de llevar a la práctica las decisiones del otro grupo, que se dedica más bien a ocuparse de las líneas generales del proyecto en cuestiones como los objetivos, los contenidos, la definición de audiencias, etc. Aparte de eso, hace falta tener las herramientas necesarias para trabajar en condiciones, y tiempo que será preciso planificar según el volumen y la complejidad del proyecto. El factor tiempo es importante y todo el mundo es consciente de ello, pero hace falta seguir unos procedimientos y unas etapas, y no precipitarse por las ganas de empezar a producir para poder mostrar el producto, cuanto antes mejor. Hay que aportar un espíritu enérgico, pero no se debe caer en la impaciencia, porque seguramente se cometerán errores que tarde o temprano habrá que rectificar. En el proceso creativo hay que evitar ir hacia atrás a causa de la improvisación y de haber querido adelantarse en la planificación que se ha hecho previamente. A partir de estas premisas, ya podemos ver las diferentes etapas de planificación: anteproyecto, diseño, implementación, publicación y medida, y evaluación. |
|||||||||
![]() |